Las mil caras del poliédrico Castelao, artista y fundador del nacionalismo gallego moderno
El intelectual galleguista, diputado en las Cortes republicanas, popular dibujante y escritor, murió hace 75 años en el exilio bonaerense. La Xunta ha programado actividades durante todo 2025 y el BNG propone su reconocimiento como primer presidente de Galicia Hemeroteca - “Franco, fecal fatídico fascista”: Salen a la luz las salvajes sátiras poéticas de Celso Emilio Ferreiro La dimensión de su figura es tal que ni siquiera la derecha puede esquivarla. Y eso que resulta complicado reunir en una sola persona más elementos refractarios a su cultura: padre del nacionalismo gallego moderno, brillante caricaturista anticaciquil, republicano federal irredento, autor de literatura concisa y aguda, muerto en el exilio argentino hace ahora 75 años. Pero Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao, artista popular y líder político en vida, mito y símbolo después, recorre, aún hoy y pese a no resultar inmune al paso del tiempo, la vida pública gallega. La Xunta, gobernada por el Partido Popular desde 2009, ha decretado 2025 como el Ano Castelao, el BNG reclama su reconocimiento como primer presidente de Galicia y el Partido Socialista visita su estatua en Rianxo –su localidad natal– cada 25 de julio, Día Nacional de la comunidad. Castelao había nacido en 1886. Hijo de un carpintero de ribeira –constructor de barcos–, vivió cuatro años de su infancia emigrado en Argentina, volvió a su pueblo, estudió medicina en Santiago –“no la ejerzo por amor a la humanidad”, ironizó en frase célebre–, trabajó como funcionario del Estado en Pontevedra y en 1931 salió elegido diputado del Partido Galeguista. No repitió en 1933 pero sí en el 36. Entonces, el golpe fascista, la guerra y el destierro, donde falleció el 7 de enero de 1950 en Buenos Aires. Miguel Anxo Seixas Seoane ha recopilado una ingente cantidad de información en los tres tomos de su exhaustiva biografía Castelao. Contrutor da nación (2019-2021, Galaxia). La bibliografía disponible, de las glosas a las exégesis, de las hagiografías a los ensayos críticos, es extensa. Y su legado, en cualquier caso, múltiple, con mil caras, todavía en discusión y no demasiado conocido fuera de Galicia. El dibujante en los periódicos La comunicación de masas no fue la menor de las preocupaciones de Castelao. Lúcido caricaturista y autor de viñetas que se incrustaron en la psicología colectiva del pueblo gallego –“lástema de bois”–, pasó de intelectual galleguista y escritor de la determinante Xeración Nós a figura popular cuando sus dibujos comenzaron a aparecer semanalmente en Galicia. Diario de Vigo y más tarde en Faro de Vigo. Fue a partir de 1924. “Iso sonche cousas da vida por Castelao”, en referencia al epígrafe bajo el que aparecían sus cuadros humorísticos y amargos a un tiempo, llegó a convertirse en frase hecha, según explicaba muchos años después el profesor Xesús Alonso Montero. Reproducciones de aquellas Cousas da vida, editadas en álbum por primera vez en 1925, adornan aún hoy debidamente enmarcadas viviendas, bares y otros lugares de esparcimiento o reflexión en Galicia. Dibujo de Castelao, realizado entre 1922 y 1924 El pintor populista Sus óleos más conocidos, de gran tamaño y conservados sobre todo en el Museo de Pontevedra –al igual que buena parte de su obra gráfica–, oscilan entre el costumbrismo naíf, el lirismo paisajístico y el retrato de tipos populares. La actividad pictórica de Castelao precedió en algunos años a la de Os Novos, lo más parecido a una vanguardia que hubo en la pintura gallega, y, al contrario que estos, se mostró distante respecto a las corrientes modernizadoras o impugnadoras del arte de su época. En sus diarios de 1921, escritos en gallego durante un viaje por Francia, Bélgica y Alemania, lo manifiesta negro sobre blanco: “El dadaísmo es hacer nada con nada y es peor que nada porque es tonto y en un pueblo en el que haya un poco de higiene espiritual, los dadaístas serían molidos a palos”. Y, sin embargo,
El intelectual galleguista, diputado en las Cortes republicanas, popular dibujante y escritor, murió hace 75 años en el exilio bonaerense. La Xunta ha programado actividades durante todo 2025 y el BNG propone su reconocimiento como primer presidente de Galicia
Hemeroteca - “Franco, fecal fatídico fascista”: Salen a la luz las salvajes sátiras poéticas de Celso Emilio Ferreiro
La dimensión de su figura es tal que ni siquiera la derecha puede esquivarla. Y eso que resulta complicado reunir en una sola persona más elementos refractarios a su cultura: padre del nacionalismo gallego moderno, brillante caricaturista anticaciquil, republicano federal irredento, autor de literatura concisa y aguda, muerto en el exilio argentino hace ahora 75 años. Pero Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao, artista popular y líder político en vida, mito y símbolo después, recorre, aún hoy y pese a no resultar inmune al paso del tiempo, la vida pública gallega. La Xunta, gobernada por el Partido Popular desde 2009, ha decretado 2025 como el Ano Castelao, el BNG reclama su reconocimiento como primer presidente de Galicia y el Partido Socialista visita su estatua en Rianxo –su localidad natal– cada 25 de julio, Día Nacional de la comunidad.
Castelao había nacido en 1886. Hijo de un carpintero de ribeira –constructor de barcos–, vivió cuatro años de su infancia emigrado en Argentina, volvió a su pueblo, estudió medicina en Santiago –“no la ejerzo por amor a la humanidad”, ironizó en frase célebre–, trabajó como funcionario del Estado en Pontevedra y en 1931 salió elegido diputado del Partido Galeguista. No repitió en 1933 pero sí en el 36. Entonces, el golpe fascista, la guerra y el destierro, donde falleció el 7 de enero de 1950 en Buenos Aires. Miguel Anxo Seixas Seoane ha recopilado una ingente cantidad de información en los tres tomos de su exhaustiva biografía Castelao. Contrutor da nación (2019-2021, Galaxia). La bibliografía disponible, de las glosas a las exégesis, de las hagiografías a los ensayos críticos, es extensa. Y su legado, en cualquier caso, múltiple, con mil caras, todavía en discusión y no demasiado conocido fuera de Galicia.
El dibujante en los periódicos
La comunicación de masas no fue la menor de las preocupaciones de Castelao. Lúcido caricaturista y autor de viñetas que se incrustaron en la psicología colectiva del pueblo gallego –“lástema de bois”–, pasó de intelectual galleguista y escritor de la determinante Xeración Nós a figura popular cuando sus dibujos comenzaron a aparecer semanalmente en Galicia. Diario de Vigo y más tarde en Faro de Vigo. Fue a partir de 1924. “Iso sonche cousas da vida por Castelao”, en referencia al epígrafe bajo el que aparecían sus cuadros humorísticos y amargos a un tiempo, llegó a convertirse en frase hecha, según explicaba muchos años después el profesor Xesús Alonso Montero. Reproducciones de aquellas Cousas da vida, editadas en álbum por primera vez en 1925, adornan aún hoy debidamente enmarcadas viviendas, bares y otros lugares de esparcimiento o reflexión en Galicia.
El pintor populista
Sus óleos más conocidos, de gran tamaño y conservados sobre todo en el Museo de Pontevedra –al igual que buena parte de su obra gráfica–, oscilan entre el costumbrismo naíf, el lirismo paisajístico y el retrato de tipos populares. La actividad pictórica de Castelao precedió en algunos años a la de Os Novos, lo más parecido a una vanguardia que hubo en la pintura gallega, y, al contrario que estos, se mostró distante respecto a las corrientes modernizadoras o impugnadoras del arte de su época. En sus diarios de 1921, escritos en gallego durante un viaje por Francia, Bélgica y Alemania, lo manifiesta negro sobre blanco: “El dadaísmo es hacer nada con nada y es peor que nada porque es tonto y en un pueblo en el que haya un poco de higiene espiritual, los dadaístas serían molidos a palos”. Y, sin embargo, Castelao mantuvo una estrecha relación con su paisano Manuel Antonio, magnífico poeta creacionista y siempre atento a las revoluciones estéticas contemporáneas que murió a los 29 años en 1930.
El infatigable político
Mariano Rodríguez Dios, su padre, llegó a alcalde de Rianxo (A Coruña) en las filas del Partido Conservador durante la Restauración. A su favor comenzó Castelao su actividad política, recuerda el historiador Xosé Manuel Núñez Seixas en la introducción a un recopilatorio de sus escritos políticos durante la etapa republicana. Pero ya en 1916 se afilia a las Irmandades da Fala, una de las organizaciones político-culturales pioneras del nacionalismo gallego. En 1931 participa en la fundación del Partido Galeguista (PG) y es elegido diputado por Pontevedra en las Cortes Constituyentes de la Segunda República. “Sus posiciones ideológicas se acercaron de modo paulatino a una postura encuadrable en la izquierda reformista”, considera Núñez Seixas, “sin dar el paso hacia el obrerismo”. La Galicia de Castelao no era la de hoy en día. Tampoco el mundo. Él y sus coetáneos galleguistas entendía que su núcleo sociopolítico lo conformaban campesinos y marineros. En 1933, el PG quedó fuera del Parlamento, pero regresa en el 36, integrado en el Frente Popular no sin tensiones –hubo una escisión, Dereita Galeguista. Castelao fue entonces el diputado más votado de Pontevedra, con 103.346 votos, y se encomendó a sí mismo una misión, la aprobación del primer Estatuto de autonomía de Galicia. Sucedió en referendo el 28 de junio de 1936 y en las Cortes Republicanas en 1945, en el exilio mexicano.
Guerra, exilio y el “Guernica gallego”
El 20 de octubre de 2018, Galicia acogió la visita de A derradeira leición do mestre, un óleo sobre lienzo de dos metros de alto y 136 cm de ancho inspirado por el fusilamiento, el 17 de agosto de 1936, de Alexandre Bóveda, secretario general del Partido Galeguista y amigo personal de Castelao. La obra, conservada en el Centro Gallego de Buenos Aires, la recibió, como presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Sus declaraciones de ecos negacionistas no tardaron en desatar la polémica: se refirió al cuadro como “una defensa de la educación frente al fanatismo” y no mencionó el asesinato de Bóveda. El óleo regresó a la Argentina en marzo de 2019 tras exponerse en varias localidades gallegas. El caso es que la pintura de Castelao que Manuel Rivas definiera una vez como Guernica gallego era en realidad una versión de un dibujo, elaborado ocho años antes –es decir, en 1937– y pieza emblemática de Galicia mártir. Este, junto a Atila en Galicia (1937) y Milicianos (1938), conforma la estremecedora trilogía de álbumes de guerra, estampas en blanco y negro en las que Castelao denuncia e implora, desafía e impreca, homenajea y guarda duelo.
El levantamiento de Franco sorprendió a Castelao en Madrid, donde se encontraba para entregar el proyecto de Estatuto de Galicia, recién aprobado en referendo, al Gobierno de Manuel Azaña. Quizás por ese azar salvó la vida, lo que es seguro es que por ese azar se salvó de la represión directa. La inesperada y prolongada resistencia republicana a los facciosos convirtió a Castelao en un activo propagandista de la causa de la libertad, la democracia y Galicia. Así, viaja a la Unión Soviética y muestra cierta simpatía por los bolcheviques y su manera de lidiar con el pluralismo nacional –lo ha estudiado el profesor Alonso Montero en Castelao na Unión Soviética en 1938 (2012)–, además de acercarse a ilustres comunistas gallegos –Luís Soto, Enrique Lister. Meses más tarde girará por importantes ciudades de Estados Unidos, residirá casi un año en Nueva York, y en La Habana ayudará a los migrantes republicanos en la campaña para gobernar el Centro Gallego. En abril de 1940 recibe la Carta de Residencia argentina y en Buenos Aires vivirá hasta su muerte el 7 de enero de 1950.
Literatura lírica y popular
Su presencia como articulista en la prensa de la época fue constante. Lo hizo en el periódico agrarista La Zarpa y por supuesto en el semanario nacionalista A Nosa Terra. Fue uno de los impulsores de Nós, portavoz del grupo de intelectuales del mismo nombre, y en la República apareció en las páginas de El País o El Pueblo Gallego –propiedad de Portela Valladares. Durante la Guerra Civil participó en los esfuerzos informativos de la resistencia demócrata gallega en publicaciones como Nova Galiza o Nueva Galicia. Pero Castelao fue también un escritor de literatura. Lírico y popular, irónico y atento a las injusticias padecidas por las clases populares, sus relatos breves –Cousas (1929), con ilustraciones del propio autor– fundaron un género en las letras gallegas transitado después por escritores de éxito como Xosé Neira Vilas o Paco Martín. Antes había publicado una nouvelle humorística, Un ollo de vidro. Memorias dun esquelete (1922), y después publicaría Os dous de sempre (1934), su única y nostálgica novela larga, y los cinco relatos de aspecto autobiográfico Retrincos (1934). Solo hizo una incursión en el teatro, Os vellos non deben de namorarse (1941, publicada en 1953), pero es una de las obras de teatro más conocidas y representadas de la escena gallega. La huella de sus libros de ficción ya no es tan profunda como lo fue otrora, pero no pocas de sus historias siguen vivas en la memoria colectiva.
'Sempre en Galiza': registro de una vida dañada
Circuló durante años de manera clandestina, contribuyó a reactivar un movimiento diezmado por la represión y el exilio, inflamó la imaginación política de varias generaciones de nacionalistas y todavía hoy sirve de repertorio de frases, lugares comunes y sentencias, a menudo descontextualizadas. Sempre en Galiza, publicado el 10 de marzo de 1944 en Buenos Aires, es al mismo tiempo un testamento y una propuesta, el registro documental de una vida dañada con una sola estación término: la emancipación nacional de Galicia. “El milagro de la existencia diferenciada de Galicia, a través de tantos errores y miserias históricas”, escribe –en gallego– en su tramo inicial, “prueba que del suelo gallego surge una energía incoercible, capaz de hacernos inmortales”. De tonos múltiples, a menudo contradictorio, republicano y amargado con los republicanos, federal y también independentista, impregnado de melancolía, heterogéneo y emotivo, es un libro que algunos interpretaron a modo de teoría, pero que apenas se deja reducir a ello. “Su idea de nación era etnocultural, pero con componentes cívicos y voluntaristas”, considera el historiador Núñez Seixas sobre las ideas políticas del rianxeiro. David Rodríguez ha dedicado su novedoso ensayo Liberdades antigas, tempos modernos (2022) a indagar en el republicanismo de Castelao y explicar su vía propia a la cuestión: autóctona, confederal y con una idea de progreso no mecanicista. Uno de los políticos que más admiró a lo largo de su vida fue Pi i Margall.
La disputa por el legado
El 28 de junio de 1984, treinta y cuatro años después de su muerte, casi nueve años de la de Franco y tres de la aprobación del vigente Estatuto de Autonomía de Galicia, los restos de Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao llegaban a Galicia. Y lo hacían en medio de las protestas y los disturbios. Una parte del nacionalismo de izquierdas –el BNG– entendía que no se daban las condiciones políticas adecuadas, denunciaba la manipulación de su legado y se opuso. Otra, entonces representada por el PSG–Esquerda Galega de Camilo Nogueira, apoyó el retorno, al igual que la derecha de Alianza Popular y el Partido Socialista. Los comunistas llegaron a bloquear la comitiva en el aeropuerto. Las imágenes del ataúd de Castelao entrando en el Panteón de Galegos Ilustres de la iglesia de San Domingos de Bonaval en Santiago de Compostela entre la Policía Nacional, los políticos abucheados y las carreras de manifestantes forman parte de la historia contemporánea de Galicia. Fue uno de los episodios más estruendosos de una disputa, la que provoca todavía hoy la herencia y el simbolismo de Castelao, algo así como un equivalente a padre de la patria gallega. Nacionalista, inequívoco republicano y demócrata, del ala izquierda del galleguismo interclasista, crítico furibundo del centralismo y la lógica caciquil, incluso el Partido Popular intenta hacerse cargo de su figura. Lo más despolitizada posible, eso sí. La Xunta de Alfonso Rueda ha declarado 2025 el Ano Castelao y anunciado, entre otras actividades, una exposición en la Cidade da Cultura que guiará una recreación virtual del intelectual o la digitalización de documentación desconocida referente al proceso del Estatuto del 36. El Partido Socialista se persona cada 25 de julio, Día Nacional de Galicia, ante la estatua en su Rianxo natal. El BNG acaba de proponer su reconocimiento como primer presidente gallego, por haber liderado, entre 1944 y 1950, el Consello de Galiza, concebido en Montevideo (Uruguay) como suerte de gobierno en el exilio. De entrada, ni siquiera el PP se ha negado en redondo.