«Cara de cortisol», el efecto del estrés en el rostro
En los últimos meses, la tendencia «cara de cortisol» se robó el interés de miles de usuarios en TikTok y Youtube. Con etiquetas como «cara de cortisol antes y después», influencers y personas del común advierten de los efectos que el estrés crónico causa en la apariencia del rostro, los cuales van desde hinchazón hasta acumulación […] The post «Cara de cortisol», el efecto del estrés en el rostro appeared first on Mejor con Salud.
En los últimos meses, la tendencia «cara de cortisol» se robó el interés de miles de usuarios en TikTok y Youtube. Con etiquetas como «cara de cortisol antes y después», influencers y personas del común advierten de los efectos que el estrés crónico causa en la apariencia del rostro, los cuales van desde hinchazón hasta acumulación de grasa, pérdida de luminosidad y envejecimiento prematuro.
Aun así, los especialistas profesionales debaten este concepto. No solo porque carece de evidencia científica, sino porque dudan de que el estrés sea el único factor involucrado.
Aunque los efectos del cortisol en el aspecto físico están documentados, los cambios notorios en la cara suelen corresponder a condiciones clínicas y no solo al estrés cotidiano. A continuación, hacemos un repaso del tema.
¿Qué es la cara de cortisol?
Cara de cortisol es una expresión coloquial que hace referencia a la hinchazón facial relacionada con niveles elevados y sostenidos de cortisol, la hormona del estrés. Esta sustancia química interviene en el metabolismo y la inflamación. Su liberación excesiva tiene efectos perjudiciales tanto en la salud general como a nivel estético.
Los niveles altos de cortisol tienen como principal detonante al estrés crónico por problemas financieros, grandes demandas laborales, situaciones sentimentales o familiares, y otras. Además, pueden elevarse por no alcanzar un sueño de calidad, consumir mucha cafeína y alcohol, ser sedentarios, llevar una dieta alta en azúcares y grasas, estar en tratamientos con corticoides, padecer trastornos endocrinos, ansiedad o depresión.
En lo que al rostro se refiere, el cortisol elevado puede provocar una apariencia hinchada, sobre todo, en la zona alrededor de los ojos y las mejillas. Se explica por un aumento de la retención de líquidos, pero también por factores secundarios, como la falta de sueño, la deshidratación y los malos hábitos alimentarios.
Otros síntomas del exceso de cortisol
- Pérdida de luminosidad: la piel opaca y seca es característica de la cara de cortisol. Ocurre porque el exceso de la hormona interfiere con la capacidad para retener agua y nutrientes en las células cutáneas.
- Piel más fina y sensible: al permanecer elevado por tiempo prolongado, el cortisol acelera la degradación del colágeno e influye en un estado de inflamación crónica, que conduce al debilitamiento de la barrera cutánea.
- Formación de arrugas y líneas de expresión: el cortisol influye en la pérdida de colágeno y elastina, proteínas encargadas de mantener la piel firme y elástica. En consecuencia, se empiezan a hacer notorios los signos de la edad.
- Ojeras pronunciadas: demasiado cortisol influye en la dilatación de los vasos sanguíneos bajo los ojos, lo que facilita la filtración de sangre y líquidos hacia la piel, con la consecuente aparición de ojeras. La mala calidad de sueño y las dificultades en el flujo sanguíneo agravan el síntoma.
- Acné y enfermedades cutáneas: el cortisol no es una causa directa de estas afecciones de la piel. Sin embargo, en concentraciones altas, puede exacerbar los síntomas del acné, ya que estimula una mayor producción de sebo. Además, desencadena procesos inflamatorios en las células cutáneas, que empeoran los brotes de rosácea o de eccema.
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Claves para mitigar los efectos del cortisol en el rostro
Para reducir la apariencia de la cara de cortisol es fundamental abordar sus causas. En este sentido, es conveniente poner en práctica los siguientes hábitos.
Practicar técnicas de relajación
Implementar técnicas de relajación en tu día a día puede disminuir la concentración de cortisol, pues se contrarresta la activación del sistema nervioso simpático. En su lugar, se estimula la función del sistema nervioso parasimpático, que promueve un estado de calma.
Entre las más recomendadas están las siguientes:
- Respiración profunda.
- Mindfulness o meditación.
- Yoga y, en especial, yoga facial.
- Journaling o escribir sobre tus sentimientos.
Mejorar la calidad de sueño
Durante el periodo de sueño se produce una disminución natural del cortisol. Además, un sueño reparador reduce la inflamación, estimula la regeneración celular y favorece una apariencia de la piel más saludable.
Procura que tu periodo de sueño dure entre 7 y 9 horas diarias. Si estás teniendo dificultades para dormir, aplica estos consejos:
- Mantén un horario regular para ir a dormir y para despertarte.
- Establece una rutina relajante antes de acostarte: lectura, masajes, ruido blanco, ejercicios de respiración.
- Asegúrate de que tu habitación tenga un entorno tranquilo, alejado de distracciones, como las pantallas o las fuentes de ruido y luz.
Seguir una dieta equilibrada
Consumir alimentos para combatir el estrés, como los ricos en vitaminas A, B, C y E, minerales como el magnesio, el zinc y el hierro, grasas omega-3 y fuentes de fibra dietética (integrales) contribuye al equilibrio hormonal.
Si bien lo ideal es adaptar la alimentación a tus necesidades individuales, algunas recomendaciones generales son las siguientes:
- Aumentar la ingesta de agua.
- Consumir toda variedad de frutas y verduras.
- Comer cereales integrales, como avena, trigo, cebada.
- Evitar el consumo excesivo de azúcar, sal, cafeína y bebidas alcohólicas.
- Incluir fuentes de grasas saludables, como aguacate, frutos secos, semillas, aceite de oliva.
- Incrementar el consumo de frutos secos (almendras, nueces, cacahuetes) y semillas (chía, lino, girasol).
- Priorizar el consumo de proteínas magras, como carnes de aves y pescados, y reducir las carnes rojas.
Hacer ejercicio físico
El ejercicio físico con actividades moderadas, como caminar, nadar o cardiovasculares ligeros, ayuda a reducir los niveles de cortisol. Estimula la liberación de endorfinas, serotonina y otras hormonas que generan sensación de bienestar.
Al contrario, se recomienda evitar los ejercicios intensos en periodos de estrés crónico o fatiga acumulada. Ello puede generar un efecto no deseado al incrementar de forma temporal el cortisol.
Adoptar hábitos de cuidado facial
Aunque la implementación de hábitos de cuidado facial no reduce de forma directa los niveles de cortisol, sí es determinante para mitigar sus efectos en el rostro. Productos con retinol, vitamina C y ácido hialurónico contribuyen con la regeneración de la piel, la disminución de la hinchazón y un aumento de la elasticidad.
Además, es primordial utilizar productos suaves de limpieza, crema hidratante adecuada para tu tipo de piel y protector solar de un mínimo de 30 FPS.
Masajes faciales y drenaje linfático
Los masajes faciales y el drenaje linfático son técnicas que ganaron popularidad a la hora de combatir la hinchazón en el rostro. A través de movimientos suaves y controlados, se pretende estimular la circulación sanguínea y el flujo de la linfa para reducir la retención de líquidos y dar una apariencia más fresca al rostro.
Sin embargo, la evidencia que respalda su eficacia es escasa. A menudo, sus resultados son leves y pasajeros.
La mayoría de beneficios están basados solo en experiencias anecdóticas. Se recomiendan solo para casos de hinchazón leve, causada por una dieta alta en sodio o falta de sueño.
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¿Debería preocuparte la «cara de cortisol»?
Depende. En la mayoría de los casos, los síntomas asociados mejoran con la adopción de hábitos saludables y ajustes en la rutina de cuidado de la piel.
Sin embargo, si tienes hinchazón facial persistente, acumulación anormal de grasa en el rostro, adelgazamiento de la piel o signos secundarios, como debilidad muscular, fatiga o aumento de peso inexplicado, asegúrate de consultar al médico. El profesional descartará la llamada «cara de luna», que hace referencia a la hinchazón facial redondeada y notoria que se produce por la exposición prolongada a dosis altas de corticoides o por el síndrome de Cushing.
En una consulta, el profesional podrá evaluar tu situación particular. Además, te sugerirá pruebas complementarias para obtener un diagnóstico y tratamientos adecuados.
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