Contrarreloj, de Eugenio Fuentes #NovelaNegra 117
Roberto Cupido, el investigador creado por Eugenio Fuentes, es, no cabe duda, uno de mis preferidos. Compartimos pasión ciclista. Esta novela es, por supuesto, un buen ejemplo.
Retomamos la publicación de reseñas de nuestras lectura del género negro. Lo hacemos los martes, aunque habíamos faltado a la cita en las tres últimas semanas. No quiere decir que no hayamos leído. Más bien al contrario, han sido varias las novelas –no solo del género negro, por cierto– en las que he andado enfrascado. He descubierto la serie Harry McCoy del escocés Alan Parks, de la que he leído un par de novelas que me han encantado, ambientadas ambas en el Glasgow de los años 70. He leído un par de novelas de la galesa de adopción Claire Mackintsoh. También a Juan Tresdieciséis, otro particular investigador, esta vez del mexicano Hilario Peña. La Cataluña más negra me ha llevado a leer sobre dos casos reales: El celador de Olot, de Matías Crowder, y Le llamaban padre, de Carles Porta. Por último, para aligerar tanta negrura, he leído la divertida No cerramos en agosto, de Eduard Palomares.
Bueno, y no solo del género negro vive servidora. En fechas recientes he leído dos obras que os recomiendo desde lo más profundo de mi corazón: Distintas formas de mirar el agua, una conmovedora novela de Julio Llamazares, y un fantástico y entrañable recorrido por lo que supone sentirse parte del País de Gales: La casa de una escritora en Gales, de Jan Morris. En fin, pero vamos a lo nuestro, a lo que indica el título de esta reseña.
Quizá ya sepáis de mi pasión ciclista. Pues bien, si hay un detective que también sintoniza con esta pasión ese es Roberto Cupido, el personaje creado por Eugenio Fuentes. Creo que no hay novela (he leído cuatro de las nueve publicadas hasta la fecha) en la que no haya referencias a sus salidas en bici. El personaje nació nada más y nada menos que allá por 1993. O sea, que tiene solera. La última novela es de 2022.
Pues bien, si el mundo de la bicicleta está presente en todas las novelas que he leído hasta la fecha, desde luego que es Contrarreloj donde cobra especial sentido. Se nos presenta así:
En la cuarta etapa del Tour de Francia, Tobias Gros, el favorito e imbatible ganador de las cuatro últimas ediciones de esta carrera, muere asesinado mientras descansa en el hotel tras una jornada agotadora. La conmoción es enorme y pronto corren los rumores. Uno de los primeros sospechosos es Santi Mieses, corredor del equipo rival que habló con Gros poco antes de que éste fuera asesinado. Para atajar las habladurías, Luis Carrión, el director del equipo donde pedalea Mieses, contrata al detective Ricardo Cupido, mero espectador de una de las etapas reinas: el ascenso al Tourmalet.
La novela, por supuesto, es una delicia para quienes tenemos afición por la bici. De hecho, la novela a Cupido, al comienzo de la trama, en Argelès-Gazost. O sea, al pie de algunos de los grandes puertos pirenaicos. Cupido se enfrenta a una investigación en la que se encontrará, cómo no, ante el oscuro mundo del dopaje. Y ahí, dentro del libro, aparece esa permanente reflexión sobre la hipocresía que lo rodea. Queremos grandes gestas, ¿no? Pues quizá, desde fuera, la presión mediática y el mundo del espectáculo no representan sino el combustible que alimenta y alimentará, me temo, la tentación de cruzar los límites. Un deporte de superhéroes conduce a ese callejón sin salida.
No obstante, las loas a este deporte que tiene ganado el corazón de Cupido y, supongo, que de su creador, Eugenio Fuentes, son constantes:
Además de por su práctica, el ciclismo le gustaba tanto porque era el deporte más alejado del fanatismo y de la violencia. Hasta ahora nunca había sido un reducto de ultras ni de barras bravas ni de skins, ni había servido de pantalla para organizaciones nazis o racistas.
Además, hay una reflexión en el libro que me encanta porque me identifico con ella al cien por cien:
Quizás era cierto lo que ella había dicho, que el ciclismo es un deporte para gente solitaria y silenciosa que recorre grandes distancias sin hablar con nadie, rumiando pensamientos mientras sudan por los arcenes de las carreteras.
Otro detalle que me encanta de los libros de Fuentes es la referencia constante a su tierra. Breda es omnipresente. Montehermoso, su pueblo natal, es la referencia obligada. En fin, libros muy bien escritos los cuatro que he leído de Eugenio Fuentes con Cupido como protagonista. Está entre mis autores favoritos.