Nadie sabe a qué atenerse porque nada de lo que antes era seguro ahora tiene garantías de serlo. Esto es así no porque las cosas hayan cambiado, sino porque sin atender a ninguna razón lógica alguien ve en la demolición de algo inamovible, sea importante o no, la oportunidad de derribar al rival político, de abrir brecha, de confrontar. Ante lo incuestionable del beneficio de la denuncia de una mujer maltratada ahora, la premisa cambia porque desde la progresía se considera más importante poner en duda la fiabilidad de la judicatura que erradicar la violencia machista. El Gobierno presenta ante la sociedad un poder judicial facha y machista convirtiendo la anécdota en categoría para enjugar errores legislativos y otros intereses...
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