¿La bandera europea frente a Trump?

"La deriva en Europa ha regalado y está regalando continuamente un espacio político a los fascismos y a las derechas en general", opina el economista Fernando Luengo. La entrada ¿La bandera europea frente a Trump? se publicó primero en lamarea.com.

Ene 27, 2025 - 13:56
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¿La bandera europea frente a Trump?

Estamos asistiendo al espectacular y hasta ahora imparable ascenso de los fascismos en todas sus variantes. El último acto de este drama lo encontramos en Estados Unidos, con la clara victoria en las últimas elecciones del partido republicano liderado por Donald Trump, con un programa que, más allá de la demagogia y de las declaraciones grandilocuentes, no ocultaba sus intenciones, que de hecho ya se están materializando.

Anulación de derechos sociales básicos en lo que concierne a las mujeres, ocupación de las instituciones, persecución y expulsión de las personas migrantes, ataque a las políticas que enfrentan el cambio climático y apoyo sin restricciones a los combustibles fósiles, supresión de garantías constitucionales básicas, bajadas de impuestos a los ricos y a las corporaciones y masiva movilización de recursos hacia las oligarquías empresariales, retirada de las organizaciones multilaterales y pretensiones imperiales (Groenlandia, Canal de Panamá, Canadá), intención de aplicar duras políticas proteccionistas… Una ofensiva en toda regla protagonizada por la potencia capitalista más importante, que no sólo tendrá consecuencias en ese país, sino también a escala global.

El presidente estadounidense ha contado con el apoyo sin reservas de los jefes de las grandes empresas (no sólo de las grandes tecnológicas), que le han proporcionado un apoyo financiero y mediático sin límites, fue acusado de instigar un golpe de estado para impedir el acceso de Biden a la presidencia del país, tiene varias condenas judiciales firmes por falsificación de documentos y por diferentes agresiones sexuales.

Un delincuente al frente de Estados Unidos que no ha escondido sus intenciones; por el contrario, las ha aireado sin ningún pudor. Pues bien, este personaje repite presidencia (este es su segundo mandato), y un dato muy importante, del que las izquierdas deben tomar nota, lo hace con un amplio respaldo electoral de una parte sustancial de los trabajadores más castigados por las crisis y la globalización de los mercados y de los grupos de población más vulnerables, que, con toda seguridad, experimentarán un empeoramiento en sus condiciones de vida con la aplicación de las políticas trumpistas.

Algunos gobiernos europeos –como los de Italia, Hungría y Polonia– han celebrado con entusiasmo la elección de Trump, pues supone un apoyo enorme a sus políticas. Mientras que otros, como el español, y las instituciones comunitarias, con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen a la cabeza, invitan a la prudencia y se declaran dispuestos a colaborar con la nueva administración estadounidense, al mismo tiempo que defienden la idea de Europa, como realidad y como proyecto. 

La Europa «alternativa» a Trump

Pero, ¿qué Europa se proclama como alternativa al trumpismo y a las denominadas democracias iliberales?

Podemos agarrarnos a un clavo ardiendo, ya estamos acostumbrados, ante el imparable ascenso de los fascismos, pero tengo el convencimiento de que apelar a la Europa que realmente existe o a más Europa (un punto y seguido de la que ya conocemos) es el camino equivocado; de hecho ese alineamiento, que no es nuevo, no está impidiendo que las derechas extremas reciban un apoyo electoral cada vez más amplio y que, en algunos casos, como los citados anteriormente, ya hayan entrado en los gobiernos.

La Europa realmente existente, donde habría que poner el foco, no puede haber otro punto de partida, está muy alejada de ese sueño europeísta (ingenuo, deformado e interesado) que nos habla de progreso, igualdad, convergencia y derechos humanos

El creciente poder de los oligopolios, la renuncia a aplicar políticas fiscales progresivas, la ocupación de los espacios públicos por las élites empresariales, el fracaso en la lucha contra el cambio climático, el aumento de la desigualdad en la distribución de la renta y la riqueza, el crecimiento del gasto militar, la supeditación a la estrategia agresiva de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y de Estados Unidos, la vulneración de los derechos humanos en materia de inmigración, la indecente complacencia con la que se contempla el genocidio contra la población de Gaza. ¿Es esta la Europa que se reivindica?

Una realidad, la que acabo de apuntar en trazos gruesos, que nada tiene que ver con la bandera europeista que se defiende como contrapeso al trumpismo. Esta deriva ha regalado y está regalando continuamente un espacio político a los fascismos y a las derechas en general, generando entre amplios sectores de la población desafección y excepticismo, a lo que contribuye una manera de hacer política, en la forma y en los contenidos, que solo cuenta con la población en las consultas electorales. La guinda a esta situación la ponen la mayor parte de las organizaciones sindicales mayoritarias y los partidos de izquierda que supuestamente representan los intereses de los trabajadores y las clases populares. Anclados en el engranaje institucional de lo posible y del diálogo sin confrontación, han sido incapaces de revertir esas dinámicas. 

Si frente al ascenso de los fascismos la postura dominante es “defendamos esta Europa, la que encarnan las democracias liberales”, si no se apuesta con convicción por Otra Europa, otras políticas económicas sostenidas en la movilización de las clases populares, la batalla está perdida y la poderosa coalición de intereses –políticos, mediáticos, empresariales, financieros– comprometida con un capitalismo depredador sin restricciones se impondrá.

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