El retorno de Wallace y Gromit a Netflix es agridulce. Aunque la animación es mejor que nunca, han perdido aquello que les hacía especiales

Sobra decir que, a estas alturas, y como todo el mundo un poquito civilizado, soy un fan a ultranza de Wallace y Gromit (y de Aardman en general). ¿Quién podría no serlo después de ver obras maestras como 'Los pantalones equivocados' o 'La maldición de las verduras'? Su mezcla de acción, slapstick y comedia familiar -que no infantil- con el stop motion más fino de toda la historia del cine siempre es un lugar feliz al que volver. Con solo cuatro cortos y una película, era imposible que no tuviera ganas, 17 años después, de volver a encontrarme con una de mis parejas favoritas. Tristemente, 'La venganza se sirve con plumas' se queda un poquito a medias... Lo que no quiere decir que no haya disfrutado cada minuto de su retorno. Wallace y Gromit contra la IA Desconozco el motivo, pero Aardman, en su paso a Netflix -y más allá del fabuloso cortometraje 'Robin Robin' de 2020- parece hacer perdido gran parte de su alma, de aquello que les hacía especiales. 'Chicken Run: Amanecer de los nuggets' fallaba en una historia que se repetía a sí misma sin nada nuevo que contar, y aunque la nueva 'Wallace y Gromit' mejora mucho a aquella, lo cierto es que se sigue quedando lejos de otras obras maestras del estudio volviéndose mucho más rutinaria de lo esperado. Por supuesto, 'La venganza se sirve con plumas' tiene muchísimos momentos absolutamente brillantes, como la preparación mecánica de Wallace para un nuevo día, la frustración de Gromit al ver su jardín destrozado por Norbot (un gnomo mecánico especializado en jardinería), o toda la persecución final por la ciudad. Es una película ideal para ver en familia un día de fiesta: los más pequeños tendrán carcajadas a base de un humor físico fabuloso (aunque, como luego exploraremos, con un timing menos pulido que antaño) y los adultos podrán reflexionar con una historia que habla de la inteligencia artificial y explica por qué no deberíamos poner todas nuestras esperanzas en que las máquinas funcionen solas en nuestra sociedad. En Espinof 13 películas de animación que ver (al menos) una vez en la vida y que están disponibles en streaming Y es muy apropiado que una película absolutamente artesanal, con personalidad propia, en la que se ha trabajado manualmente para que cada escena creada íntegramente con plastilina se mueva igual de bien (mejor, incluso) que cualquier estreno repleto de CGI, decida señalarnos a la IA, aunque sea de manera sutil, y apuntar que puede traer más problemas de los que soluciona. Sobre todo si la metáfora de la IA son un grupo de enanos de jardín mecánicos psicópatas que están buscando la manera de liberar a un pingüino malhechor de la cárcel. Sinceramente, en tiempos de literalidad absoluta e intentar gustar a todos los segmentos demográficos, da gusto ver que Nick Park sigue siendo tan adorablemente excéntrico como siempre. Un pingüino en mi ascensor Vaya por delante: la animación de 'La venganza se sirve con plumas' es absolutamente increíble. La sublimación de la estética Aardman con una perfección abrumadora en su stop motion. Es, quizá, su obra más plagada de elementos moviéndose al mismo tiempo, un trabajo excelso y que demuestra por qué han sido capaces de dominar este arte donde otros simplemente se habrían rendido, haciendo la película con ordenador e imitando la plastilina. Es en todo momento fascinante, los nuevos diseños resultan al mismo tiempo continuistas e innovadores, y es imposible no quedarse fascinado con lo bien que fluye cada escena, sin excepción. Sí. Pero. El problema de 'La venganza se sirve con plumas' es otro: su tempo, algo vital para que el humor basado en gags visuales funcione y que lograron convertir en arte en 'Un afeitado apurado' o 'Los pantalones equivocados' y que aquí siempre llega un poco tarde, un poco desafinado, unos segundos después de cuando habría sido descacharrante. No es terrible, es cómicamente superior a la gran mayoría del cine de animación que nos ha llegado este año, pero la magia que hacía que cada plano, cada persecución y cada topetazo funcionara parece haberse evadido por los pelos todo el rato de una manera un tanto frustrante. Ocurre lo mismo con el guion, que trata de abarcar demasiado y no termina de afinar su propuesta. La parte de Norbot y el resto de los gnomos de jardín funciona de manera estupenda, pero al añadir a la mezcla a un antiguo villano del dúo, el pingüino Feathers McGrow (de 'Los pantalones equivocados', precisamente), la película no termina de hilar finamente su retorno, quedando como un simple añadido algo forzado y sin la épica que realmente necesitaría para emocionarnos. Esta indecisión ayuda a que 'La venganza se sirve con plumas' acabe por saber ligeramente a sucedáneo sin suficientes ideas como para justificar el regreso al largo de Wallace y Gromit. En Espinof De Tim Burton al estudio Aardman: 8 pelícu

Jan 19, 2025 - 22:00
El retorno de Wallace y Gromit a Netflix es agridulce. Aunque la animación es mejor que nunca, han perdido aquello que les hacía especiales

El retorno de Wallace y Gromit a Netflix es agridulce. Aunque la animación es mejor que nunca, han perdido aquello que les hacía especiales

Sobra decir que, a estas alturas, y como todo el mundo un poquito civilizado, soy un fan a ultranza de Wallace y Gromit (y de Aardman en general). ¿Quién podría no serlo después de ver obras maestras como 'Los pantalones equivocados' o 'La maldición de las verduras'? Su mezcla de acción, slapstick y comedia familiar -que no infantil- con el stop motion más fino de toda la historia del cine siempre es un lugar feliz al que volver. Con solo cuatro cortos y una película, era imposible que no tuviera ganas, 17 años después, de volver a encontrarme con una de mis parejas favoritas. Tristemente, 'La venganza se sirve con plumas' se queda un poquito a medias... Lo que no quiere decir que no haya disfrutado cada minuto de su retorno.

Wallace y Gromit contra la IA

Desconozco el motivo, pero Aardman, en su paso a Netflix -y más allá del fabuloso cortometraje 'Robin Robin' de 2020- parece hacer perdido gran parte de su alma, de aquello que les hacía especiales. 'Chicken Run: Amanecer de los nuggets' fallaba en una historia que se repetía a sí misma sin nada nuevo que contar, y aunque la nueva 'Wallace y Gromit' mejora mucho a aquella, lo cierto es que se sigue quedando lejos de otras obras maestras del estudio volviéndose mucho más rutinaria de lo esperado.

Por supuesto, 'La venganza se sirve con plumas' tiene muchísimos momentos absolutamente brillantes, como la preparación mecánica de Wallace para un nuevo día, la frustración de Gromit al ver su jardín destrozado por Norbot (un gnomo mecánico especializado en jardinería), o toda la persecución final por la ciudad. Es una película ideal para ver en familia un día de fiesta: los más pequeños tendrán carcajadas a base de un humor físico fabuloso (aunque, como luego exploraremos, con un timing menos pulido que antaño) y los adultos podrán reflexionar con una historia que habla de la inteligencia artificial y explica por qué no deberíamos poner todas nuestras esperanzas en que las máquinas funcionen solas en nuestra sociedad.

Y es muy apropiado que una película absolutamente artesanal, con personalidad propia, en la que se ha trabajado manualmente para que cada escena creada íntegramente con plastilina se mueva igual de bien (mejor, incluso) que cualquier estreno repleto de CGI, decida señalarnos a la IA, aunque sea de manera sutil, y apuntar que puede traer más problemas de los que soluciona. Sobre todo si la metáfora de la IA son un grupo de enanos de jardín mecánicos psicópatas que están buscando la manera de liberar a un pingüino malhechor de la cárcel. Sinceramente, en tiempos de literalidad absoluta e intentar gustar a todos los segmentos demográficos, da gusto ver que Nick Park sigue siendo tan adorablemente excéntrico como siempre.

Un pingüino en mi ascensor

Vaya por delante: la animación de 'La venganza se sirve con plumas' es absolutamente increíble. La sublimación de la estética Aardman con una perfección abrumadora en su stop motion. Es, quizá, su obra más plagada de elementos moviéndose al mismo tiempo, un trabajo excelso y que demuestra por qué han sido capaces de dominar este arte donde otros simplemente se habrían rendido, haciendo la película con ordenador e imitando la plastilina. Es en todo momento fascinante, los nuevos diseños resultan al mismo tiempo continuistas e innovadores, y es imposible no quedarse fascinado con lo bien que fluye cada escena, sin excepción. Sí. Pero.

El problema de 'La venganza se sirve con plumas' es otro: su tempo, algo vital para que el humor basado en gags visuales funcione y que lograron convertir en arte en 'Un afeitado apurado' o 'Los pantalones equivocados' y que aquí siempre llega un poco tarde, un poco desafinado, unos segundos después de cuando habría sido descacharrante. No es terrible, es cómicamente superior a la gran mayoría del cine de animación que nos ha llegado este año, pero la magia que hacía que cada plano, cada persecución y cada topetazo funcionara parece haberse evadido por los pelos todo el rato de una manera un tanto frustrante.

Ocurre lo mismo con el guion, que trata de abarcar demasiado y no termina de afinar su propuesta. La parte de Norbot y el resto de los gnomos de jardín funciona de manera estupenda, pero al añadir a la mezcla a un antiguo villano del dúo, el pingüino Feathers McGrow (de 'Los pantalones equivocados', precisamente), la película no termina de hilar finamente su retorno, quedando como un simple añadido algo forzado y sin la épica que realmente necesitaría para emocionarnos. Esta indecisión ayuda a que 'La venganza se sirve con plumas' acabe por saber ligeramente a sucedáneo sin suficientes ideas como para justificar el regreso al largo de Wallace y Gromit.

En última instancia, creo que habría disfrutado más de la cinta si se hubiera lanzado como mediometraje, con tiempo para mejorar los sketches, hilar bien la historia y no dar ni un minuto de respiro al espectador. Eso no significa, claro, que no quiera volver a ver a Wallace y Gromit: todo lo contrario. Si de algo ha servido 'La venganza se sirve con plumas' es para recordarnos (o, como poco, recordarme) por qué amamos su sentido del humor único, sus diseños cartoon que no piden perdón a nadie y sus historias sin ínfulas. De alguna manera, ambos son reales en nuestros corazones, y ya son -o deberían ser- inmortales... aunque no siempre den en el clavo y tengan algunas imperfecciones. Al fin y al cabo, la posibilidad de no ser perfectos es el riesgo al que nos enfrentamos cuando hacemos cosas con nuestras manos y nos distanciamos del idílico presente que nos prometen las máquinas. Y, francamente, lo prefiero así una y mil veces. Todos deberíamos.

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La noticia El retorno de Wallace y Gromit a Netflix es agridulce. Aunque la animación es mejor que nunca, han perdido aquello que les hacía especiales fue publicada originalmente en Espinof por Randy Meeks .