La vieja Europa y los viejos Estados Unidos
Si el mundo es, en gran parte, economía, Europa y Estados Unidos hace tiempo que van perdiendo. El sector de automoción es otro botón de muestra. Ojo con nuestro eurocentrismo.
Nací y crecí en un mundo en el que «Europa» fue avanzando progresivamente como concepto. La globalización exigía una estrategia común desde el viejo continente. Pienso en «viejo» como un adjetivo que se usa de vez en cuando para referirse a este continente. Pero, claro, es obvio que «viejos» son todos: los cinco, seis o siete que existen, según dónde leas. Y, además, si hay que hilar fino, parece que nuestros antepasados primero vivieron en África y luego en Asia. Después vendría lo de establecerse en Europa. Aún así, la «vieja» Europa puede tener sentido en la medida en que durante mucho tiempo el mundo lo vimos desde aquí. Sobre todo, si vives aquí, claro está. El eurocentrismo no es sino la «tendencia a considerar los valores culturales, sociales y políticos de tradición europea como modelos universales».
Dentro de un rato tengo una reunión con mi buen amigo Iván Marcos Peláez. Él, que vive en Singapur desde hace ya unos cuantos años, ha sido quien de forma más clara me ha ayudado a entender que la geopolítica mundial, que el poder de las diferentes potencias, es una cuestión que debe entenderse desde la historia. Dime en qué época histórica nos situamos y te diré quién manda en el mundo.
Iván siempre ha sido un voraz lector de autoras y autores que han puesto sobre la mesa esta cuestión. Por mi parte, de las (lo reconozco) pocas lecturas al respecto, Fanáticos insulsos, el libro del escrito indio Pankaj Mishra es quizá el que me marcó a la hora de poner un poco de lógica en mi visión eurocentrista. Allí el autor concluía:
La historia moralizante del mundo moderno escrita por sus primeros vencedores –todas esas narraciones sobre el florecimiento global de la democracia, el capitalismo liberal y los derechos humanos que trazan una línea desde la Grecia clásica a la OTAN– necesita desde hace mucho una revisión a fondo.
Escribo lo anterior porque, ahora que llevo cierto tiempo trabajando con una empresa del sector de automoción, es evidente que el tablero de los grandes fabricantes de vehículos ha cambiado drásticamente. Hace ya muchos años Japón lideró la transición desde Europa y Estados Unidos hacia Oriente. Pero detrás vinieron Corea del Sur e India. Pues bien, leía el jueves pasado que Volkswagen decidió cerrar fábricas en Alemania y ahora se las quiere quedar China para preparar su jaque mate a la industria de coches de Europa. Este sector es un un buen botón de muestra del desplazamiento del poder económico desde la vieja Europa y los «viejos» Estados Unidos hacia oriente. Entrecomillo el adjetivo «viejo» para referirme a Estados Unidos porque su pensamiento parece igual de anquilosado que el europeo.
Quiero pensar que las políticas públicas de Europa todavía tienen algo que decir en un mundo que hace tiempo que se vendió a la economía. Sí, lo quiero pensar. El mismo Pankaj Mishra decía en su libro, citando a Alexander Herzen, que:
«Igual que el caballero era el prototipo del mundo feudal», escribió, «el comerciante se ha convertido en el prototipo del nuevo mundo.» Por consiguiente «la vida se ha reducido a una lucha perpetua por el dinero».
Estados Unidos ha elegido a Donald Trump por segunda vez. Así pues, la primera no fue una casualidad o una extraña alineación de los astros. Elegir a semejante personaje para dirigir al país ha dejado de ser un misterio. Se explica simplemente con la cita anterior: cuestión de dinero. Ricos, megarricos, ultrarricos, magnates, multimillonarios. ¿O sea que era así de simple?
El sector de automoción ha dado un giro copernicano. El producto chino llega, por ejemplo, al consumidor europeo de a pie. Y es mucho más barato. Y es seguro: Oficialmente, este accesible SUV chino ya es ‘el coche eléctrico más seguro de 2024’, según Euro NCAP. Tres de cada diez vehículos los fabrican los chinos. Estados Unidos es el siguiente en la lista. Japón e India van después. Incluso si en vez de fabricación nos vamos a las ventas, China duplica las de Estados Unidos.
El mundo, ahora mismo, parece que sigue siendo cuestión de economía. ¿La vieja Europa se revuelve? Me temo que ya somos Europa, S.A. Ensalzamos a quienes emprenden. Pero en economía empezamos, Europa y Estados Unidos, a caer derrotados por goleada. Trump quiere aranceles y fronteras, quiere territorios, quiere combustible fósil a toda máquina. Europa no; pero en la práctica juega en la misma liga. Con otros valores. Vale, admitamos matices. Pero, sea como sea, «el comerciante», como nos indicaba Pankaj Mishra, manda. Pues ahí, China, con sus actuales momentos de incertidumbre, nos obliga a relativizar nuestro eurocentrismo.
Imagen destacada vía IA de Copilot.