El PP de Feijóo relanza su ofensiva contra el Gobierno ante la nueva Comisión Europea
Los populares retoman su estrategia de sembrar dudas sobre España ante las instituciones europeas después de haber fracasado en su plan contra Teresa Ribera, que sentó mal a parte de sus colegas europeosFeijóo arrastra al PP Europeo a apoyar a Mazón pese a su gestión de la DANA “Mañana los medios de toda Europa hablarán de esto”. La estrategia del PP español de internacionalizar su oposición contra el Gobierno de Pedro Sánchez alcanzó su punto álgido en el proceso de elección de Teresa Ribera como vicepresidenta primera de la Comisión Europea. La guerra de desgaste contra la aspirante socialista irritó a sus colegas europeos y supuso un nuevo hito en la guerra que el PP, primero con Pablo Casado y después con Alberto Núñez Feijóo, libra en Bruselas contra el Ejecutivo y en la que por ahora no ha ganado prácticamente ninguna batalla. Con Ribera como 'número dos' pese al 'no' de los de Feijóo, el PP español ha relanzado la ofensiva contra Sánchez ante la nueva Comisión Europea tratando de llevar los trapos sucios de la política nacional a la burbuja comunitaria, donde están ya acostumbrados a la táctica de los populares. Una de las primeras reuniones que solicitó la delegación que dirige Dolors Montserrat fue con el nuevo comisario de Justicia, Michael McGrath, el sucesor de Didier Reynders, al que PP y Ciudadanos trataron de atraer hacia sus posiciones sobre el bloqueo del Poder Judicial y la amnistía en el anterior mandato. Ante el irlandés, los representantes de Feijóo volvieron a sembrar dudas sobre el Estado de derecho en España por temas como los cambios en el delito de malversación o la propia amnistía, a pesar de que en los últimos años Bruselas siempre ha dejado claro que la preocupación tenía que ver con el bloqueo del Poder Judicial. De hecho, el último informe sobre el estado de derecho pasaba de puntillas por la amnistía y meses más tarde aún no se ha pronunciado, a pesar de la ofensiva de la derecha española. Mientras el PP destacaba que habían abordado esos temas, además de la “la ocupación partidista” de las instituciones, el comisario aludía exclusivamente al tema del Poder Judicial y la directiva de víctimas. Unos días antes, el PP se había quejado ante la Comisión Europea por la reforma planteada por el Gobierno para limitar la acusación popular en los procesos judiciales y dejar en manos de los fiscales la fase de instrucción, a pesar de que ambas propuestas fueron planteadas por el PP cuando gobernaba Mariano Rajoy. No fue la única vez que el nuevo gobierno comunitario recibió las quejas del PP español, que también preguntó por escrito acerca del cambio al frente de Telefónica, que definió como “operación a cara descubierta como parte de una exhibición de poder para poner a Telefónica de rodillas y someterla a los intereses del gobierno”. También interrogó a la Comisión Europea sobre el cierre de las nucleares en España. Venezuela, cuatro años después En los primeros compases de la legislatura europea, el PP también ha recuperado uno de los instrumentos que empleó el anterior mandato para atizar al Gobierno de España: la Comisión de Peticiones de la Eurocámara. Y lo hizo con un asunto que llevaba más de cuatro años en el cajón: el encuentro del exministro José Luis Ábalos con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez. La Comisión Europea les volvió a responder que no tiene nada que decir. Aun así, los populares y los grupos de la ultraderecha se aliaron para mantener el asunto vivo. Al día siguiente, llegó una petición de una estudiante sobre la DANA. La representante del PP Rosa Estarás hizo una primera intervención plana ante los evidentes errores de la gestión de Carlos Mazón el día de la catástrofe y fueron los eurodiputados del PSOE Sandra Gómez y Vox Jorge Buxadé los que pasaron a la carga. “No quiero entrar, la peticionaria no se lo merece”, dijo Estarás tras arremeter contra Teresa Ribera, la delegada del Gobierno e incluso asegurar que Sánchez no había acudido aún a las zonas afectadas. La instrumentalización por parte del PP de la Comisión de Peticiones fue una constante durante la pasada legislatura y las fuerzas progresistas llegaron a pedir amparo a la presidencia de la Eurocámara en dos ocasiones. También plantaron la misión a Catalunya para evaluar la inmersión lingüística al considerar que era una utilización por parte de la derecha. Otro de los caballos de batalla en esa comisión fue la reforma educativa conocida como 'ley Celáa' y la Comisión Europea aseguró que no veía “ninguna violación de ninguna norma de la UE”. Después fueron los fondos europeos, la amnistía e incluso ETA. Tampoco es nueva la ofensiva de cargar contra el Gobierno ante la Comisión Europea. En su momento, Pablo Casado sembró dudas sobre la ejecución de los fondos europeos, a pesar de que España era entonces el alumno aventajado en el plan de recuperación; lu
Los populares retoman su estrategia de sembrar dudas sobre España ante las instituciones europeas después de haber fracasado en su plan contra Teresa Ribera, que sentó mal a parte de sus colegas europeos
Feijóo arrastra al PP Europeo a apoyar a Mazón pese a su gestión de la DANA
“Mañana los medios de toda Europa hablarán de esto”. La estrategia del PP español de internacionalizar su oposición contra el Gobierno de Pedro Sánchez alcanzó su punto álgido en el proceso de elección de Teresa Ribera como vicepresidenta primera de la Comisión Europea. La guerra de desgaste contra la aspirante socialista irritó a sus colegas europeos y supuso un nuevo hito en la guerra que el PP, primero con Pablo Casado y después con Alberto Núñez Feijóo, libra en Bruselas contra el Ejecutivo y en la que por ahora no ha ganado prácticamente ninguna batalla.
Con Ribera como 'número dos' pese al 'no' de los de Feijóo, el PP español ha relanzado la ofensiva contra Sánchez ante la nueva Comisión Europea tratando de llevar los trapos sucios de la política nacional a la burbuja comunitaria, donde están ya acostumbrados a la táctica de los populares.
Una de las primeras reuniones que solicitó la delegación que dirige Dolors Montserrat fue con el nuevo comisario de Justicia, Michael McGrath, el sucesor de Didier Reynders, al que PP y Ciudadanos trataron de atraer hacia sus posiciones sobre el bloqueo del Poder Judicial y la amnistía en el anterior mandato. Ante el irlandés, los representantes de Feijóo volvieron a sembrar dudas sobre el Estado de derecho en España por temas como los cambios en el delito de malversación o la propia amnistía, a pesar de que en los últimos años Bruselas siempre ha dejado claro que la preocupación tenía que ver con el bloqueo del Poder Judicial.
De hecho, el último informe sobre el estado de derecho pasaba de puntillas por la amnistía y meses más tarde aún no se ha pronunciado, a pesar de la ofensiva de la derecha española. Mientras el PP destacaba que habían abordado esos temas, además de la “la ocupación partidista” de las instituciones, el comisario aludía exclusivamente al tema del Poder Judicial y la directiva de víctimas.
Unos días antes, el PP se había quejado ante la Comisión Europea por la reforma planteada por el Gobierno para limitar la acusación popular en los procesos judiciales y dejar en manos de los fiscales la fase de instrucción, a pesar de que ambas propuestas fueron planteadas por el PP cuando gobernaba Mariano Rajoy.
No fue la única vez que el nuevo gobierno comunitario recibió las quejas del PP español, que también preguntó por escrito acerca del cambio al frente de Telefónica, que definió como “operación a cara descubierta como parte de una exhibición de poder para poner a Telefónica de rodillas y someterla a los intereses del gobierno”. También interrogó a la Comisión Europea sobre el cierre de las nucleares en España.
Venezuela, cuatro años después
En los primeros compases de la legislatura europea, el PP también ha recuperado uno de los instrumentos que empleó el anterior mandato para atizar al Gobierno de España: la Comisión de Peticiones de la Eurocámara. Y lo hizo con un asunto que llevaba más de cuatro años en el cajón: el encuentro del exministro José Luis Ábalos con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez. La Comisión Europea les volvió a responder que no tiene nada que decir. Aun así, los populares y los grupos de la ultraderecha se aliaron para mantener el asunto vivo.
Al día siguiente, llegó una petición de una estudiante sobre la DANA. La representante del PP Rosa Estarás hizo una primera intervención plana ante los evidentes errores de la gestión de Carlos Mazón el día de la catástrofe y fueron los eurodiputados del PSOE Sandra Gómez y Vox Jorge Buxadé los que pasaron a la carga. “No quiero entrar, la peticionaria no se lo merece”, dijo Estarás tras arremeter contra Teresa Ribera, la delegada del Gobierno e incluso asegurar que Sánchez no había acudido aún a las zonas afectadas.
La instrumentalización por parte del PP de la Comisión de Peticiones fue una constante durante la pasada legislatura y las fuerzas progresistas llegaron a pedir amparo a la presidencia de la Eurocámara en dos ocasiones. También plantaron la misión a Catalunya para evaluar la inmersión lingüística al considerar que era una utilización por parte de la derecha.
Otro de los caballos de batalla en esa comisión fue la reforma educativa conocida como 'ley Celáa' y la Comisión Europea aseguró que no veía “ninguna violación de ninguna norma de la UE”. Después fueron los fondos europeos, la amnistía e incluso ETA.
Tampoco es nueva la ofensiva de cargar contra el Gobierno ante la Comisión Europea. En su momento, Pablo Casado sembró dudas sobre la ejecución de los fondos europeos, a pesar de que España era entonces el alumno aventajado en el plan de recuperación; luego tocaron otros temas como la amnistía o incluso Doñana, un asunto en el que la Junta de Andalucía se llevó un tirón de orejas de Bruselas y los populares contraatacaron asegurando que el entonces comisario de Medio Ambiente se había puesto la “camisa roja para hacer campaña por Pedro Sánchez”.
Han pasado cinco años y los actores son distintos, pero la estrategia del PP español sigue siendo la misma y el hartazgo tanto en la Eurocámara como en el edificio Berlaymont es cada vez más palpable.