Por qué nos gusta jugar a hacer los trabajos aburridos que detestaríamos en la vida real
Hacer que somos cajeros de supermercado, oficinistas, camioneros o taxistas, el auge de los videojuegos de simulación pasa por imitar la vida adulta, lavar cosas a presión o vagar siendo una cabra o una abeja: "Hay gente a la que le relaja conducir por la autopista”La investigación concluye que un cuadro comprado en un garaje de Minnesota por 50 dólares es obra de Van Gogh Convertido en un icono internacional, Ibai Llanos ahora se dedica a reponer productos en una tienda... más o menos, pues aunque esto ha formado parte de su trabajo reciente, ha sido tan solo un juego, inspirado en una actividad emulada. Hace unos meses Supermarket Simulator se convirtió gracias a populares streamers como él en un fenómeno efímero, capaz de tener pendientes a miles de personas de la gestión virtual de un supermercado. El éxito de sus aventuras online lo ha empujado a publicar un vídeo que le muestra trabajando de incógnito como cajero. Llanos reproducía las acciones que realizaba digitalmente de reponer, cobrar y supervisar la tienda en un entorno real. Puede parecer anecdótico, pero hay muchas personas que juegan a trabajar en su tiempo de ocio, lo cual lleva a cuestionar por qué, con todas las posibilidades que ofrece el videojuego, deciden enfocarse en sacar adelante negocios, conducir largas horas o administrar un terreno. En cierto grado, todos los videojuegos son de simulación, ya que hasta Pong reproducía el deporte de raqueta. La diferencia es que, como género, buscan experiencias lo más realistas posibles. De hecho, su origen reside en propuestas destinadas al entrenamiento profesional, como Microsoft Flight Simulator, que se lanzó en 1982 para enseñar a pilotar. Unos años después llegaría el Railroad Tycoon original, centrado en gestionar una red de ferrocarril, y desde entonces los títulos que giran alrededor de los vehículos no han dejado de sucederse, siendo este uno de los subgéneros más populares. Una imagen de 'Supermarket Simulator 2' La comunicadora de videojuegos Victoria Belver es una aficionada a los simuladores de conducción, aunque reconoce que en su vida real ni siquiera tiene carnet, en la virtual conduce taxis por Barcelona en Taxi life a city driving simulator o grandes camiones por Europa gracias al popular Euro Truck Simulator 2. “Conducir fijándote en las señales en otro idioma, poner la radio del país por el que estás conduciendo… es como viajar a ese lugar. Y creo que estos juegos triunfan precisamente porque hay mucha gente a la que le relaja conducir por la autopista”, expresa. Además, reconoce que desde que juega ha empezado a interesarse por los camiones, así que lo simulado se ha colado en su cotidianidad. La realidad es que la saga Euro Truck Simulator es bastante popular entre personas relacionadas con la industria del transporte, algo habitual con otros títulos como el famoso simulador de granjas Farming Simulator, cuya audiencia está formada en buena parte por granjeros. En otras ocasiones, dichas obras pueden dar ganas de dedicarse a oficios concretos, como le ocurre a Pol, jugador habitual del simulador de gestionar una tienda de coleccionismo de cartas TCG Card Shop Simulator, a quien le “parecería interesante tener una tienda en la vida real”, pese a que tiene “la sensación que sería muy diferente”.
Hacer que somos cajeros de supermercado, oficinistas, camioneros o taxistas, el auge de los videojuegos de simulación pasa por imitar la vida adulta, lavar cosas a presión o vagar siendo una cabra o una abeja: "Hay gente a la que le relaja conducir por la autopista”
La investigación concluye que un cuadro comprado en un garaje de Minnesota por 50 dólares es obra de Van Gogh
Convertido en un icono internacional, Ibai Llanos ahora se dedica a reponer productos en una tienda... más o menos, pues aunque esto ha formado parte de su trabajo reciente, ha sido tan solo un juego, inspirado en una actividad emulada. Hace unos meses Supermarket Simulator se convirtió gracias a populares streamers como él en un fenómeno efímero, capaz de tener pendientes a miles de personas de la gestión virtual de un supermercado.
El éxito de sus aventuras online lo ha empujado a publicar un vídeo que le muestra trabajando de incógnito como cajero. Llanos reproducía las acciones que realizaba digitalmente de reponer, cobrar y supervisar la tienda en un entorno real. Puede parecer anecdótico, pero hay muchas personas que juegan a trabajar en su tiempo de ocio, lo cual lleva a cuestionar por qué, con todas las posibilidades que ofrece el videojuego, deciden enfocarse en sacar adelante negocios, conducir largas horas o administrar un terreno.
En cierto grado, todos los videojuegos son de simulación, ya que hasta Pong reproducía el deporte de raqueta. La diferencia es que, como género, buscan experiencias lo más realistas posibles. De hecho, su origen reside en propuestas destinadas al entrenamiento profesional, como Microsoft Flight Simulator, que se lanzó en 1982 para enseñar a pilotar. Unos años después llegaría el Railroad Tycoon original, centrado en gestionar una red de ferrocarril, y desde entonces los títulos que giran alrededor de los vehículos no han dejado de sucederse, siendo este uno de los subgéneros más populares.
La comunicadora de videojuegos Victoria Belver es una aficionada a los simuladores de conducción, aunque reconoce que en su vida real ni siquiera tiene carnet, en la virtual conduce taxis por Barcelona en Taxi life a city driving simulator o grandes camiones por Europa gracias al popular Euro Truck Simulator 2. “Conducir fijándote en las señales en otro idioma, poner la radio del país por el que estás conduciendo… es como viajar a ese lugar. Y creo que estos juegos triunfan precisamente porque hay mucha gente a la que le relaja conducir por la autopista”, expresa. Además, reconoce que desde que juega ha empezado a interesarse por los camiones, así que lo simulado se ha colado en su cotidianidad.
La realidad es que la saga Euro Truck Simulator es bastante popular entre personas relacionadas con la industria del transporte, algo habitual con otros títulos como el famoso simulador de granjas Farming Simulator, cuya audiencia está formada en buena parte por granjeros. En otras ocasiones, dichas obras pueden dar ganas de dedicarse a oficios concretos, como le ocurre a Pol, jugador habitual del simulador de gestionar una tienda de coleccionismo de cartas TCG Card Shop Simulator, a quien le “parecería interesante tener una tienda en la vida real”, pese a que tiene “la sensación que sería muy diferente”.
En su caso, el interés por dicho videojuego deriva de su jugabilidad ligera, por eso, aunque este género no es su predilecto, se acerca a él de forma casual, en busca de una experiencia relajante concreta. Por este mismo motivo, muchas personas se han enganchado al viral PowerWash Simulator, centrado en lavar a presión distintos objetos, pues hay algo hipnótico en la realización virtual de tareas cotidianas.
¿Sueñan los androides con abejas eléctricas?
Es curioso que uno de los primeros videojuegos de esta clase naciera como broma. Advanced Lawnmower Simulator se publica en 1988 como una gracieta del Día de los Inocentes y, sin embargo, ha dado lugar a un enorme listado de simulators. Experiencias abiertamente humorísticas como Goat Simulator (consistente en hacer la cabra, de manera literal) o el surrealista I am bread (que sigue a una rebanada de pan que sueña con ser tostada), han llevado al extremo la sátira dentro del género, encontrando grandes picos de popularidad en la era del streaming.
También hay propuestas más serias, e Inés González es aficionada a ellas, pese a que reconoce que “mucha gente cree que solo juegan a ellos youtubers para enseñarlos en Twitch”. Ella ha simulado ser bombera, butanera y todo lo que se le ponga por delante, ya que en sus horas libres busca nuevas alternativas. Ahora está enganchada a Bee simulator, que le llamó la atención por “bonito y tranquilo”. Eso sí, confiesa entre risas que le dan “mucho asco las abejas y los insectos en la realidad”, pese a que le relaje convertirse en uno virtual.
Pero a muchas personas les entretiene ser alguien o algo más, el interés que despertó Little Computer People, que seguía a una persona en su hogar, ya lo demostró en 1985. En los últimos años, estas alternativas no han dejado de crecer, y han encontrado en Animal Crossing un nuevo tótem, que si bien alcanzó su cénit en el confinamiento, ahora también se puede disfrutar desde el bolsillo a través de la versión para móvil, Pocket Camp. “Me encanta la idea de tener tu propio espacio, construirlo desde cero, y poblarlo de animalitos monos. Además, le puedo dedicar un poquito de tiempo cada día sin necesidad de tener que quedarme a medias de la historia y lamentarme por no poder seguir”, aclara sobre esta franquicia la diseñadora gráfica Sara Barper, que se define como amante de los videojuegos de simulación social desde que su hermana la introdujo de pequeña a Los Sims.
Actualmente disfruta de la última entrega de Infinity Nikki, un videojuego chino de fantasía que le llamó la atención porque es “visualmente muy resultón”. Aunque se trata de un título con ciertos elementos de aventuras, uno de “sus puntos fuertes es que los trajes y accesorios que van sacando son tan chulos que dan ganas de conseguirlos todos”, de modo que el hacerse con nuevos disfraces es uno de sus grandes alicientes, en la línea de lo que ocurre en gigantes como Genshin Impact. Y es que la relación entre coleccionismo, relajación y simulación está muy presente en muchas de estas obras.
El placer de simular el trabajo
El éxito de la simulación reside en la autonomía que ofrecen a quien juega, que recibe una recompensa inmediata y bien medida. Lo explica el experto en videojuegos Jamie Madigan, quien también argumenta que esta posibilidad de tomar decisiones que no podrías en el mundo real es un aliciente, así como la ausencia de restricciones y burocracia. De ahí que a Ibai Llanos abogue por convertir la performance online en un juego de cámara oculta, pues no deja de ser un traslado lúdico de las tareas que realizaba en Supermarket Simulator, que tampoco tenían verdaderas consecuencias. Para Inés González, resulta entretenido no solo jugar a simuladores sino ver a streamers hacerlo, ya que “como normalmente te dan mucha capacidad de elección puedes cagarla”, le parece “más divertido ver qué puede salir mal a lo que ocurre en un juego de plataformas, donde simplemente pierdes una vida”.
Sobre la clave de los simuladores, Pol comenta que “generalmente emulan una parte muy pequeña de las actividades de una profesión, normalmente las más gamificables”, algo que para Victoria Belver lleva a idealizar en cierta medida dichos oficios: “Los romantizas, cuando por ejemplo la vida de un camionero es dura porque están todo el día viajando y sentados, lo cual es terrible para la espalda”. Es interesante, por tanto, que los simuladores hayan crecido tanto al amparo del streaming, con personas trabajando a jugar que tienen otros trabajos, sobre todo por cómo estas propuestas perpetúan lógicas productivas, ya que crean un estado de satisfacción basado en la obtención de logros.
Incluso se puede argumentar que en el capitalismo tardío la diversión se convierte en una prolongación del trabajo, como afirmaron los filósofos Adorno y Horkheimer. “Este es un debate que últimamente está sonando mucho, y sinceramente creo que depende de cada persona: no es lo mismo si te lo tomas como una obligación hasta el punto de sentirte mal si no cumples las tareas que si estos videojuegos te sirven para relajarte, desconectar y tener un rato divertido”, matiza Sara Barber, “al final eso puede pasar con cualquier otro hobby, y es que por desgracia nos han inculcado el tener que ser productivos siempre y obtener felicidad a través de un sistema de recompensas”.