Josef Fares es todo un valiente: le debía una desde hace mucho tiempo y me lo ha agradecido con su joya más imperfecta

En el caso de que llegue a tener delante alguna vez en mi vida a Josef Fares, tendré que resistir el enorme impulso de postrarme ante él. El desarrollador libanés no solo cuenta con un pequeño historial de joyas, sino que transmite una pasión por los videojuegos desmedida. No hace falta que me refiera a su mítica intervención en la gala de The Game Awards 2017, ya que cuenta con muchas otras declaraciones que muestran su carismática personalidad. Haber superado tanto A Way Out como It Takes Two ha supuesto un conjunto de experiencias fabulosas, las cuales reivindican un género un tanto olvidado como el cooperativo. Ni hablar de la fantástica iniciativa de que con una sola copia de sus títulos pueden jugar dos personas, lo cual me ha permitido disfrutar de un buen puñado de horas junto a amigos y familia. Sin embargo, todavía me faltaba por catar su obra primigenia. Brothers: A Tale of Two Sons me ha mirado desde hace mucho tiempo desde la cola de videojuegos pendientes y lo cierto es que le llegué a dar una oportunidad hace un par de años. Si bien no cometió ningún pecado en el primer intento, lo cierto es que no me conquistó la idea de controlar a ambos hermanos con los joysticks. Así pues, volvió a la fila con la cabeza gacha por no haber cumplido mis expectativas, pero decidí darle una segunda oportunidad. Quiero llegar hasta Split Fiction con todas las obras de Fares superadas y, para un caso en el que no se necesita compañía, el juego se presentaba como una opción irresistible. A riesgo de equivocarme, es posible que no exista ningún otro título en la historia que plantee su narrativa de la misma forma que Brothers: A Tale of Two Sons con los joysticks. La unión de los muchachos, la necesidad imprescindible de colaborar y la originalidad se dan la mano de una forma que demuestra la genialidad de Fares. A lo largo de sus diferentes aventuras siempre ha sabido darle una vuelta de tuerca a sus propias ideas, evitando acomodarse y buscando explotar su propia imaginación. En las escasas tres horas que dura el viaje de los jóvenes que quieren salvar a su padre de una muerte inminente, Fares demostró que esa vena de genialidad ya estaba presente. A todo ello ayuda que no estemos ante un mundo medieval convencional, sino que se apoya en criaturas de fantasía como orcos, trolls o pájaros gigantes para construir sus dinámicas. En Vida Extra Hogwarts Legacy es como mirarme en el espejo de Oesed: un escaparate de la auténtica ilusión que querría vivir Y es que los dos hermanos por su cuenta tampoco pueden salvar todos los obstáculos, sino que deben recurrir a toda la ayuda posible. Salvar a un trol de la jaula en la que está aprisionado para que luego te permita avanzar, deshacerse de una tribu de bárbaros que están a punto de acabar con la vida de una joven o evitar que un hombre se suicide tras la trágica pérdida de su familia en un incendio. Esta última tarea, que es opcional, es especialmente significativa por lo tremendamente cruda que es y la nula recompensa que hay por llevarla a cabo. Ni siquiera tienes que cruzarte necesariamente en el camino de esa persona y no existe una llamada al deber, ya que el objetivo del dúo es muy distinto. Aún con todo, se muestra un altruismo constante, incluso cuando una araña gigantesca intenta comérselos tras traicionarlos. No existen palabras, ni siquiera tienen un nombre, pero con sus actos los conocemos mejor que con cualquier diálogo escrito. La valentía del mayor es el espejo en el que se fija el pequeño y el primero lo sostiene en los momentos más difíciles, como los tramos en los que casi se ahoga en el agua. De hecho, el cierre de Brothers: A Tale of Two Sons gana mucha fuerza gracias al hecho de que el espíritu, la inspiración del hermano mayor sea la que impulse al pequeño para que consiga nadar para salvar a su padre. Una lección redonda de cómo entender que las mecánicas no tienen por qué ser simples herramientas con las que jugar, sino que pueden servir al propósito argumental. De hecho, valoro enormemente el final del videojuego. A pesar del sufrimiento y el horror que contemplan los muchachos, incluyendo los restos de una cruenta batalla entre gigantes, cualquiera pensaría que volverán sanos y salvos a su hogar con la medicina con la que curar su padre. La familia ya lo ha pasado lo suficientemente mal con la pérdida de una madre y esposa, por lo que solo un guionista malvado podría regodearse en su desgracia. Sin embargo, Brothers: A Tale of Two Sons no tiene un final malo, sino muy agridulce. Cuando el hermano mayor sufre la picadura de la araña, la esperanza de que la savia del árbol le curaría apareció. ¿Cómo no se va a salvar? No existía esa posibilidad en mi mente, pero sucedió. En ocasiones, más de las que nos gustaría, la vida no responde ante nuestras expectativas

Feb 1, 2025 - 06:36
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Josef Fares es todo un valiente: le debía una desde hace mucho tiempo y me lo ha agradecido con su joya más imperfecta

Josef Fares es todo un valiente: le debía una desde hace mucho tiempo y me lo ha agradecido con su joya más imperfecta

En el caso de que llegue a tener delante alguna vez en mi vida a Josef Fares, tendré que resistir el enorme impulso de postrarme ante él. El desarrollador libanés no solo cuenta con un pequeño historial de joyas, sino que transmite una pasión por los videojuegos desmedida. No hace falta que me refiera a su mítica intervención en la gala de The Game Awards 2017, ya que cuenta con muchas otras declaraciones que muestran su carismática personalidad.

Haber superado tanto A Way Out como It Takes Two ha supuesto un conjunto de experiencias fabulosas, las cuales reivindican un género un tanto olvidado como el cooperativo. Ni hablar de la fantástica iniciativa de que con una sola copia de sus títulos pueden jugar dos personas, lo cual me ha permitido disfrutar de un buen puñado de horas junto a amigos y familia. Sin embargo, todavía me faltaba por catar su obra primigenia.

Brothers: A Tale of Two Sons me ha mirado desde hace mucho tiempo desde la cola de videojuegos pendientes y lo cierto es que le llegué a dar una oportunidad hace un par de años. Si bien no cometió ningún pecado en el primer intento, lo cierto es que no me conquistó la idea de controlar a ambos hermanos con los joysticks. Así pues, volvió a la fila con la cabeza gacha por no haber cumplido mis expectativas, pero decidí darle una segunda oportunidad.

Quiero llegar hasta Split Fiction con todas las obras de Fares superadas y, para un caso en el que no se necesita compañía, el juego se presentaba como una opción irresistible. A riesgo de equivocarme, es posible que no exista ningún otro título en la historia que plantee su narrativa de la misma forma que Brothers: A Tale of Two Sons con los joysticks. La unión de los muchachos, la necesidad imprescindible de colaborar y la originalidad se dan la mano de una forma que demuestra la genialidad de Fares.

A lo largo de sus diferentes aventuras siempre ha sabido darle una vuelta de tuerca a sus propias ideas, evitando acomodarse y buscando explotar su propia imaginación. En las escasas tres horas que dura el viaje de los jóvenes que quieren salvar a su padre de una muerte inminente, Fares demostró que esa vena de genialidad ya estaba presente. A todo ello ayuda que no estemos ante un mundo medieval convencional, sino que se apoya en criaturas de fantasía como orcos, trolls o pájaros gigantes para construir sus dinámicas.

Brothers: A Tale of Two Sons

Y es que los dos hermanos por su cuenta tampoco pueden salvar todos los obstáculos, sino que deben recurrir a toda la ayuda posible. Salvar a un trol de la jaula en la que está aprisionado para que luego te permita avanzar, deshacerse de una tribu de bárbaros que están a punto de acabar con la vida de una joven o evitar que un hombre se suicide tras la trágica pérdida de su familia en un incendio. Esta última tarea, que es opcional, es especialmente significativa por lo tremendamente cruda que es y la nula recompensa que hay por llevarla a cabo.

Ni siquiera tienes que cruzarte necesariamente en el camino de esa persona y no existe una llamada al deber, ya que el objetivo del dúo es muy distinto. Aún con todo, se muestra un altruismo constante, incluso cuando una araña gigantesca intenta comérselos tras traicionarlos. No existen palabras, ni siquiera tienen un nombre, pero con sus actos los conocemos mejor que con cualquier diálogo escrito.

La valentía del mayor es el espejo en el que se fija el pequeño y el primero lo sostiene en los momentos más difíciles, como los tramos en los que casi se ahoga en el agua. De hecho, el cierre de Brothers: A Tale of Two Sons gana mucha fuerza gracias al hecho de que el espíritu, la inspiración del hermano mayor sea la que impulse al pequeño para que consiga nadar para salvar a su padre. Una lección redonda de cómo entender que las mecánicas no tienen por qué ser simples herramientas con las que jugar, sino que pueden servir al propósito argumental.

De hecho, valoro enormemente el final del videojuego. A pesar del sufrimiento y el horror que contemplan los muchachos, incluyendo los restos de una cruenta batalla entre gigantes, cualquiera pensaría que volverán sanos y salvos a su hogar con la medicina con la que curar su padre. La familia ya lo ha pasado lo suficientemente mal con la pérdida de una madre y esposa, por lo que solo un guionista malvado podría regodearse en su desgracia.

Brothers: A Tale of Two Sons

Sin embargo, Brothers: A Tale of Two Sons no tiene un final malo, sino muy agridulce. Cuando el hermano mayor sufre la picadura de la araña, la esperanza de que la savia del árbol le curaría apareció. ¿Cómo no se va a salvar? No existía esa posibilidad en mi mente, pero sucedió. En ocasiones, más de las que nos gustaría, la vida no responde ante nuestras expectativas y hay que levantarse ante las circunstancias. Arrastrar el cuerpo del hermano mayor para enterrarlo me parece una secuencia fascinante que sería difícilmente replicable hoy en día.

Como trabajo presentado en clase, la nota sería muy alta para Fares, pero lo cierto es que no se libra de errores de principiante. Él mismo confiesa en los comentarios del director que no tenía claro cómo abordar ciertas cuestiones técnicas y por ello se pueden entender los problemas con la cámara o que controlar a los hermanos puede resultar un tanto caótico. A pesar de su desconocimiento, el libanés supo entender qué es lo que realmente está por encima de cualquier dificultad de programación y eso es lo que lleva haciendo los últimos 12 años.

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La noticia Josef Fares es todo un valiente: le debía una desde hace mucho tiempo y me lo ha agradecido con su joya más imperfecta fue publicada originalmente en Vida Extra por Juan Sanmartín .