Escuchamos, no juzgamos y la paradoja de “Emilia Pérez”

El espacio seguro, ¿es una ilusión? En tiempos del tren “Escuchamos, no juzgamos” y de “Emilia Pérez”, una cosa no va con la otra

Feb 3, 2025 - 08:57
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Escuchamos, no juzgamos y la paradoja de “Emilia Pérez”

Carlos Andrés Mendiola

carlos.mendiola@tec.mx

@carlosamendiola

Escuchamos, no juzgamos…

El espacio seguro, ¿es una ilusión? En tiempos del tren “Escuchamos, no juzgamos” y de “Emilia Pérez”, una cosa no va con la otra.

“Emilia Pérez” debutó en cines mexicanos hace poco más de una semana (el 23 de enero para ser exactos) y la gente no fue a verla al cine.

La conversación en redes, el que sea el filme más comentado y con más hate no se tradujo en la compra de boletos. “Emilia Pérez” terminó el fin de semana en la posición número ocho, detrás de película que estrenaron una semana antes o varias como “Mufasa” y “Sonic 3”.

Vaya, el reestreno de “Interestelar”, que volvió a cines para celebrar una década, se hizo de la posición número uno. En realidad, “Emilia Pérez” ha hecho casi 12 millones de un presupuesto de alrededor de 26. Quizás no importe lo que haga en la taquilla porque no es una cinta distribuida para ello. Es un título de Netflix que no ha revelado números de vistas aún.

Todo lo que habla de “Emilia Pérez” también contrasta en otros sentidos. Lleva 84 premios y 223 nominaciones. Es una de las más reconocidas en la temporada de premios 2024-2025. En el meta sitio Rotten Tomatoes tiene un 74% de la crítica contra un 19% del público (que ha disminuido, antes era un 33%).

La película está, sin duda, en conversación, pero no está siendo vista o, al menos, no está siendo vista por medios oficiales o por completo. ¿Entonces…?

Al final ir al cine es un acto social y uno de voluntad. Implica, a diferencia de los servicios de streaming, un gasto adicional que muy seguramente no va únicamente del boleto, sino que incluye transporte y amenidades, sus palomitas, refresco, combo u otro. Implica también que se dedicó tiempo para salir, ver y regresar.

Por eso muchos antes leen, se enteran o tienen al menos una referencia sobre de qué va una cinta o tienen una cierta afinidad o confianza por el talento. Con todo lo que se ha dicho de “Emilia Pérez”, ¿por qué pagar para verla? Y quizás la respuesta sea así de simple, ¡por eso mismo!

¡¿Cómo es que el público en general opina y opina de una película que es claro que no se ha visto?! Y lo digo por experiencia propia.

La gente habla y comenta de “Emilia Pérez”. Es un tema de conversación, pero entre lo que comentan viene en un gran número de ocasiones “todavía no la veo”, “no la voy a ver” o “me voy a esperar a que llegue a Netflix”. Quieren hablar y quieren detonar conversación, máxime si el interlocutor sí la visto.  ¡¿Entonces…?!

No se trata de hablar a favor o en contra de “Emilia Pérez”.

Como producto mediático, más allá de si es o no es arte o el tipo que pudiera ser, está sujeto a opiniones. ¡Se trata de opinar porque se ha visto!

¿Cómo hacerlo de otra manera? Esto es como juzgar un platillo por un bocado o una comida sólo por el primer tiempo, un libro por su portada o apenas por el prólogo.

Cuando estrenó “Roma” en 2018 la gente podía decir que no la terminó por aburrida o que no le entendió, pero la vio o lo intentó.

Ya los críticos, expertos y académicos hacían sus análisis y el público podía “descubrir” algo, algo así como lo que pasa con el arte abstracto y de vanguardia.

De hecho, “Emilia Pérez” bien podría caer en el rubro de “arte conceptual” donde lo que importa y priva ante todo es el concepto y que está también diseñado en una experiencia que podrá o no ser comprendida o placentera, pero detona y causa algo. “Emilia Pérez” lo hace.

Es irónico que en tiempo de “escuchamos, no juzgamos” con “Emilia Pérez” se aplique justo lo contrario, “no escuchamos (o vemos, para el caso), sí juzgamos”. Y aquí puntualizo, al final, para hacer una crítica se necesita ver y se necesita ver por completo o puntualizar hasta dónde se vio en cuyo caso es una crítica de una observación parcial.

El “escuchamos, sí juzgamos” es por completo válido. ¡Es para lo que estamos! Los críticos de cine eso hacemos. ¡Pero! ¡Sí vemos y sí juzgamos! Es justo ésa la labor. Es por lo cual se recurre a un crítico. Los académicos también juzgan, aunque su labor está principalmente en estudiar y comprender.

Entonces, el “escuchamos, no juzgamos” está bien como una práctica. Está bien para otro tipo de contextos y mensajes. Para lo mediático, está el “no escuchamos, sí juzgamos” y con ello la hipocresía de hablar de lo que no se sabe porque no se conoce, porque no se ha visto, el hablar y participar “por convivir”.

No se tiene que ser un experto, un crítico, un académico o alguien de la industria, pero sí se tiene que ver; lo que se sintió o no es igual de válido que un análisis más formal. De otra forma son palabras que se lleva el viento o vehículos vacíos que sólo atizan el fuego. Son el eco que transporta el aire… así que, mejor “escuchamos (vemos) y juzgamos”.