Trucos para que nuestro perro se tome las pastillas sin que las escupa después
Existen otros formatos de medicamentos como jarabes, cremas o pomadas que tienen una aplicación distinta.
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Igual que nos ocurre a las personas, nuestros perros a veces se enferman y requieren de medicamentos y tratamientos para recuperarse aunque, no a todos nuestros compañeros de cuatro patas les gusta tomarse sus pastillas o jarabes. De hecho, a veces administrarle los medicamentos se convierte en una auténtica odisea para los tutores.
Para aquellos tutores que conviven con este tipo de perros que se resisten a tomar su medicación, existen trucos y consejos que pueden ayudar esta tarea sin tener que "pelear" con nuestros canes. Aunque, por supuesto, todo va a depender del tipo de medicamento que le necesitemos administrar.
Lo primero que debemos saber es que existen muchos formatos entre los que a veces podremos elegir a la hora de administrarle medicación a nuestro perro. Píldoras, cápsulas, líquidos, inyecciones, masticables... Lo ideal es optar por el que más le guste a nuestro peludo.
No obstante, de los más comunes que vamos a encontrarnos en el mundo de la medicina veterinaria son las famosas pastillas. Pero, ¿cuál es la mejor manera de ofrecérsela a nuestro perro sin que le cause rechazo y la termine escupiendo?
Pastillas a modo de premio y juegos
Aunque hay algunos perros que las consideran golosinas y que, por tanto, si se las ofreces como si de un premio se tratase, las devorarán sin pensárselo demasiado, otros serán capaces de encontrarlas incluso entre sus comidas preferidas.
No obstante, es aconsejable que, si es la primera vez que le damos una pastilla a nuestro perro, intentemos ofrecérsela de forma que sea ameno para él, por ejemplo, a través de un juego o pidiéndole que haga algo antes y dándosela entre premio y premio.
En este sentido, los juegos de obediencia pueden ser un gran aliado ya que, le estaremos ofreciendo premios de verdad, hasta que, en algún momento, tras haberle pedido algo que ha realizado (por ejemplo, un sentado), cambiemos ese premio por la pastilla que debe tomarse.
Si nuestro perro ya conoce el olor y el sabor de la mediación y no le logramos engañar así, lo mejor entonces será optar por camuflar la pastilla en algo que le guste de comer, aunque conviene que sea algo que podamos realmente mezclar o donde podamos introducir la pastilla.
Por ejemplo, en una bolita de carne picada o en un quesito, al esconderla dentro, nuestro perro no olerá el medicamento y se lo comerá del tirón, sin ni siquiera masticarlo. No obstante, si intentamos hacerlo con lonchas de jamón york o pavo cocido, es posible que nuestro peludo se coma todo y termine escupiendo la pastilla tan pronto la detecte.
Si ninguno de estos trucos funciona, entonces tendremos que optar por administrársela nosotros mismos a la fuerza, aunque esto no quiere decir que lo hagamos de cualquier manera y de forma bruta. De hecho, existe un procedimiento veterinario muy sencillo que podemos hacer en estas ocasiones.
Teniendo lista la pastilla que debemos proporcionarle, llamaremos al perro de forma calmada para que se siente junto a nosotros. Con la mano, agarramos el hocico del perro desde arriba y posicionamos la mano de manera que las puntas de tus dedos estén en la esquina de su boca, por un lado y que el pulgar esté en la otra, por el otro lado.
"Mientras inclinamos suavemente la cabeza de nuestro perro hacia atrás para que la barbilla apunta hacia arriba, apretamos detrás de los dientes caninos superiores con los dedos, lo que hará que la mandíbula inferior del perro se abra un poco", explican los expertos veterinarios de Purina. "Entonces colocaremos rápidamente el medicamento lo más atrás posible de la boca en la parte posterior de la lengua (sin meter demasiado la mano en su boca)".
En ese punto, tan solo tendremos que bajar suavemente la cabeza del perro, manteniendo la boca cerrada para que el animal se trague la pastilla mientras le acariciamos suavemente la garganta durante unos segundos, hasta que notemos cómo se la traga y ya le podemos dar muchos mimos e incluso un premio, para aliviar el mal rato.