La carne fresca de cerdo ibérico alimentado en la dehesa con pastos y bellotas es una joya nutricional con un valor gastronómico que poco a poco ha ido llegando a las mesas domésticas. Especialmente fuera de las zonas tradicionales de producción de ibéricos, en las que a inicios de año comienzan las matanzas de aquellos animales que han terminado su proceso de montanera. Durante la misma, cada cerdo puede llegar a ingerir cada día alrededor de un millar de bellotas –aproximadamente unos diez kilos–. Esta alimentación estrictamente natural empieza a finales de octubre y se puede prolongar hasta marzo dependiendo de la meteorología y de cuándo comienza la caída de los frutos de las encinas y los alcornoques. Las primeras...
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