Retirar al país de la OMS: una medida populista sin beneficios a la vista
“El presidente Javier Milei instruyó al canciller Gerardo Werthein para retirar a la Argentina de la OMS. La misma se sustenta en las profundas diferencias respecto a la gestión sanitaria durante la pandemia, que junto al Gobierno de Alberto Fernández nos llevaron al encierro más grande de la humanidad”, sostuvo el vocero presidencial, Manuel Adorni. Para muchos no fue sorpresa la decisión del gobierno nacional porque días atrás el flamante gobierno de Donald Trump en los Estados Unidos anticipó al mundo la misma determinación respecto a este organismo internacional y, teniendo en cuenta la admiración y pasión que proclama el presidente Javier Milei por Trump, era algo absolutamente esperable.La decisión de abandonar la pertenencia a la Organización Mundial de la Salud tomada abruptamente por el gobierno nacional va a traer conflictos legales, políticos y también en el área de salud pública. El abogado constitucionalista, Andrés Gil Domínguez fue muy claro al respecto, ofreció detalles de normas y convenios internacionales con valor de ley e incluso con obligaciones constitucionales, dijo: “en la medida que se interprete que la Constitución de la OMS habilita implícitamente el retiro, para que el Estado argentino pueda irse de la OMS se requiere la aprobación del Congreso con una mayoría simple y la denuncia surtiría efectos a partir del año de notificada”. Sencillo, ningún presidente puede sacar al país de organismos internacionales o de tratados incorporados en la reforma constitucional de 1994 por decisión unipersonal o “capricho político”, las normas dictadas y, sobre todo, la Carta Magna, están para ser respetadas y si al gobierno de turno no le gustan puede intentar modificarlas, pero jamás violar o no seguir sus mandatos.Algo similar sucedió en noviembre pasado cuando, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Argentina fue el único país en votar en contra de una resolución que promueve la intensificación de los esfuerzos para prevenir y eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. De los 184 países que participaron de la votación hubo 170 votos a favor y 13 abstenciones. Israel y Estados Unidos se posicionaron a favor de la iniciativa, mientras que Irán, Rusia, Nicaragua y Corea del Norte, entre otros, integraron la lista de los países que se mantuvieron en un lugar neutro respecto de la iniciativa. Inexplicablemente, la Argentina quedó posicionada más cerca de aquellos países autócratas o dictatoriales que de las democracias occidentales. De todos modos, Milei lo había anticipado en septiembre cuando en su discurso en la Asamblea General, donde plagió una disertación de un personaje de la serie de televisión The West Wing, había criticado la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible; al multilateralismo de la ONU y se apartó del Pacto del Futuro, un acuerdo multilateral.Horas después de dar a conocer esta decisión comenzaron a sonar los reclamos y críticas de sectores ligados a la salud pública criticando al gobierno. Según la Fundación Soberanía Sanitaria, la Argentina pierde la posibilidad de acceder al fondo rotatorio y estratégico que permite ahorros millonarios al país en la compra de tecnologías e insumos sanitarios, pero además, desaparecería el apoyo a programas de enfermedades transmisibles y no transmisibles, salud mental, materno infantil, vacunas, entre otros. La medida afectará también a los principales laboratorios y centros sanitarios como el Incucai, el Instituto Malbrán y la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) que perderían la posibilidad de trabajar en red con sus pares de otros países buscando mejorar los estándares de calidad. Pero también, según varios especialistas, Argentina pierde la posibilidad de trabajar en conjunto en el caso de una nueva pandemia, se anularía la cooperación en forma de apoyo. Lo remarcó Adolfo Rubinstein, Director del Centro de Implementación de Políticas de salud (CIIPS) y exministro de Salud de la Nación, al señalar que se trata de “una decisión lamentable, provocadora y profundamente equivocada, tomada sin mucho análisis, un tremendo error político y estratégico, es quedar afuera de un mundo cada vez más globalizado, donde ya no existen fronteras cuando se trata de cómo prepararse para responder a futuras epidemias o pandemias. Es una política performativa donde lo importante es el golpe mediático para imponer agenda política”, concluyó.Más allá de si los pronósticos pesimistas de organizaciones y profesionales de la salud que se oponen a esta decisión del gobierno se cumplen o no, aún resta saber cuál sería el beneficio para el país. El gobierno lo simplificó con un dogma muy utilizado por el kirchnerismo: “ganamos soberanía sanitaria”, sin explicar qué tanto significa eso, mucho más si tomamos en cuenta que la Argentina no es Estados Unidos, que cuenta con laboratorios líderes en el mundo, una inversión en salud pública infinitamente mayor y un desarrollo de la industria de fármacos y d
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“El presidente Javier Milei instruyó al canciller Gerardo Werthein para retirar a la Argentina de la OMS. La misma se sustenta en las profundas diferencias respecto a la gestión sanitaria durante la pandemia, que junto al Gobierno de Alberto Fernández nos llevaron al encierro más grande de la humanidad”, sostuvo el vocero presidencial, Manuel Adorni. Para muchos no fue sorpresa la decisión del gobierno nacional porque días atrás el flamante gobierno de Donald Trump en los Estados Unidos anticipó al mundo la misma determinación respecto a este organismo internacional y, teniendo en cuenta la admiración y pasión que proclama el presidente Javier Milei por Trump, era algo absolutamente esperable.
La decisión de abandonar la pertenencia a la Organización Mundial de la Salud tomada abruptamente por el gobierno nacional va a traer conflictos legales, políticos y también en el área de salud pública. El abogado constitucionalista, Andrés Gil Domínguez fue muy claro al respecto, ofreció detalles de normas y convenios internacionales con valor de ley e incluso con obligaciones constitucionales, dijo: “en la medida que se interprete que la Constitución de la OMS habilita implícitamente el retiro, para que el Estado argentino pueda irse de la OMS se requiere la aprobación del Congreso con una mayoría simple y la denuncia surtiría efectos a partir del año de notificada”. Sencillo, ningún presidente puede sacar al país de organismos internacionales o de tratados incorporados en la reforma constitucional de 1994 por decisión unipersonal o “capricho político”, las normas dictadas y, sobre todo, la Carta Magna, están para ser respetadas y si al gobierno de turno no le gustan puede intentar modificarlas, pero jamás violar o no seguir sus mandatos.
Algo similar sucedió en noviembre pasado cuando, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Argentina fue el único país en votar en contra de una resolución que promueve la intensificación de los esfuerzos para prevenir y eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas. De los 184 países que participaron de la votación hubo 170 votos a favor y 13 abstenciones. Israel y Estados Unidos se posicionaron a favor de la iniciativa, mientras que Irán, Rusia, Nicaragua y Corea del Norte, entre otros, integraron la lista de los países que se mantuvieron en un lugar neutro respecto de la iniciativa. Inexplicablemente, la Argentina quedó posicionada más cerca de aquellos países autócratas o dictatoriales que de las democracias occidentales. De todos modos, Milei lo había anticipado en septiembre cuando en su discurso en la Asamblea General, donde plagió una disertación de un personaje de la serie de televisión The West Wing, había criticado la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible; al multilateralismo de la ONU y se apartó del Pacto del Futuro, un acuerdo multilateral.
Horas después de dar a conocer esta decisión comenzaron a sonar los reclamos y críticas de sectores ligados a la salud pública criticando al gobierno. Según la Fundación Soberanía Sanitaria, la Argentina pierde la posibilidad de acceder al fondo rotatorio y estratégico que permite ahorros millonarios al país en la compra de tecnologías e insumos sanitarios, pero además, desaparecería el apoyo a programas de enfermedades transmisibles y no transmisibles, salud mental, materno infantil, vacunas, entre otros. La medida afectará también a los principales laboratorios y centros sanitarios como el Incucai, el Instituto Malbrán y la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) que perderían la posibilidad de trabajar en red con sus pares de otros países buscando mejorar los estándares de calidad. Pero también, según varios especialistas, Argentina pierde la posibilidad de trabajar en conjunto en el caso de una nueva pandemia, se anularía la cooperación en forma de apoyo. Lo remarcó Adolfo Rubinstein, Director del Centro de Implementación de Políticas de salud (CIIPS) y exministro de Salud de la Nación, al señalar que se trata de “una decisión lamentable, provocadora y profundamente equivocada, tomada sin mucho análisis, un tremendo error político y estratégico, es quedar afuera de un mundo cada vez más globalizado, donde ya no existen fronteras cuando se trata de cómo prepararse para responder a futuras epidemias o pandemias. Es una política performativa donde lo importante es el golpe mediático para imponer agenda política”, concluyó.
Más allá de si los pronósticos pesimistas de organizaciones y profesionales de la salud que se oponen a esta decisión del gobierno se cumplen o no, aún resta saber cuál sería el beneficio para el país. El gobierno lo simplificó con un dogma muy utilizado por el kirchnerismo: “ganamos soberanía sanitaria”, sin explicar qué tanto significa eso, mucho más si tomamos en cuenta que la Argentina no es Estados Unidos, que cuenta con laboratorios líderes en el mundo, una inversión en salud pública infinitamente mayor y un desarrollo de la industria de fármacos y de medicina preventiva que nos supera ampliamente. No es lo mismo, no tienen el mismo nivel de responsabilidad dicha decisión para Donald Trump que para Javier Milei, más allá de la devoción y seguimiento casi ciego de nuestro Presidente hacia el líder republicano.
Todo parece indicar que la medida busca un golpe de impacto político, de marcado tinte populista, apoyándose en el legítimo enojo de la sociedad contra el manejo de la pandemia de parte del gobierno de Alberto Fernández, que no solo incurrió en el error de sostener un encierro injustificado con la llamada “cuarentena eterna”, otra decisión marcada por una impronta populista, sino que también se enamoró de ella cuando las encuestas lo marearon por su alta popularidad que fue decayendo a medida que aparecían los problemas económicos, las violaciones a los derechos humanos y civiles cometidas en pos del control del tránsito social, la imposibilidad de trabajar, de moverse libremente, la falta de testeos y la irresponsable compra de vacunas, todo esto sumado al mayor hecho de corrupción de nuestra historia moderna como fue el “Vacunatorio Vip” y la mentira hermanada a la impunidad con la famosa “Fiesta de Olivos”. Quizás Milei encontró en su decisión una manera de representar el “enojo” de la sociedad con una medida que puede justificar lo dicho y congraciarse con el ciudadano fastidiado, dolido con ese pasado reciente, pero que no muestra ningún beneficio tangible a futuro.
Por otra parte, vale decirlo en medio de tanta confusión, países como Suecia jamás encerraron a la sociedad en cuarentenas eternas ni siquiera suspendieron las clases en sus escuelas, pero hoy no se van de la OMS porque la decisión de adoptar una cuarentena con encierro la tomó el gobierno de cada país, la OMS sugirió, pero no obligó a nadie a cumplirla. Las redes sociales, que son tan importantes para los libertarios, también suelen desnudar sus contradicciones. Los usuarios de encargaron de desarchivar hoy un posteo de Javier Milei donde insultaba al expresidente Mauricio Macri el 18 de agosto de 2020 cuando éste manifestaba su orgullo por la marcha de protesta del día anterior “para decirle basta al miedo y al atropello, y sí al trabajo, el respeto y la libertad”. Milei lo citó con sus modos habituales “No puede más de HDP…Vos estás ensuciando la palabra libertad”, parece que tan enojado con el gobierno de Alberto Fernández no estaba el Milei de ese entonces. De hecho todos lo recordamos -incluso lo hemos entrevistado- apoyando a viva voz la decisión del gobierno kirchnerista: “es brillante lo que hizo el gobierno, mostrarle a todos los irresponsables que ponen en riesgo al resto o que vienen de zonas de contagios, que les va a caer el código penal con toda la fuerza, entonces así se van a cuidar”, sostuvo.
Todo indica que los argentinos estamos condenados a que el gen populista se apodere de los presidentes que elegimos, quienes, en el afán de capitalizar el enojo de un sector de la población, toman medidas que despiertan complicidad y sirven para enardecer el debate político interno, pero que son incapaces de mostrarnos las virtudes o los beneficios que conllevan. Terminan así siendo un bálsamo para el enojo presente, pero abren la posibilidad enfrentarnos a un problema más grave en el futuro.