Varios. Nueva Dimension 81.

Dronte, 1976. 160 páginas. El contenido puede verse aquí: Nueva dimensión 81 Que son tres cuentos, Factor limitador sobre una gigantesca computadora, Orlado en negro sobre traiciones en el espacio y Marchantes de arte sobre las diferencias culturales en tono humorístico. El plato fuerte es la novela corta El que da forma, que ya había leído en otras antologías, muy new age sobre un aparato que permite curar a los pacientes introduciéndose en una especie de sueños lúcidos, muy bien escrito y que solo por este merece la pena el volumen. Se incluyen también tiras humorísticas de Johnny Hart, de la serie hoy clásica B.C. Muy bueno. Render la miró. Llevaba un vestido verde oscuro que parecía ser de terciopelo. Unos diez centímetros a la izquierda sobre el corpiño había un prendedor que tal vez era de oro. En el centro del prendedor había una piedra roja que podría haber sido un rubí, y alrededor de la piedra, la silueta tallada de una copa de oro. ¿O eran más bien dos perfiles que se miraban uno al otro a través de la piedra? A Render el diseño le pareció vagamente familiar, pero no logró ubicarlo en ese momento. La joya... The post Varios. Nueva Dimension 81. first appeared on Cuchitril Literario.

Jan 24, 2025 - 12:32
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Varios, Nueva Dimension 81
Dronte, 1976. 160 páginas.

El contenido puede verse aquí:

Nueva dimensión 81

Que son tres cuentos, Factor limitador sobre una gigantesca computadora, Orlado en negro sobre traiciones en el espacio y Marchantes de arte sobre las diferencias culturales en tono humorístico.

El plato fuerte es la novela corta El que da forma, que ya había leído en otras antologías, muy new age sobre un aparato que permite curar a los pacientes introduciéndose en una especie de sueños lúcidos, muy bien escrito y que solo por este merece la pena el volumen.

Se incluyen también tiras humorísticas de Johnny Hart, de la serie hoy clásica B.C.

Muy bueno.

Render la miró. Llevaba un vestido verde oscuro que parecía ser de terciopelo. Unos diez centímetros a la izquierda sobre el corpiño había un prendedor que tal vez era de oro. En el centro del prendedor había una piedra roja que podría haber sido un rubí, y alrededor de la piedra, la silueta tallada de una copa de oro. ¿O eran más bien dos perfiles que se miraban uno al otro a través de la piedra? A Render el diseño le pareció vagamente familiar, pero no logró ubicarlo en ese momento. La joya brillaba en la luz difusa.
Render aceptó la bebida que le traía el camarero.
—Quiero ser terapeuta neuroparticipativa —le dijo ella.
Y si hubiera tenido visión, Render habría pensado que lo estaba mirando muy fijamente para estudiar su reacción. Render no podía calcular qué deseaba ella en realidad que él le dijera.
—Me parece que su elección es valiente —dijo él—, y respeto su ambición, doctora. —Trató de poner una sonrisa en la voz—. No es una cuestión fácil, claro está, y no todos los requerimientos son académicos.
—Lo sé. Pero soy ciega de nacimiento y para mí no ha sido fácil llegar hasta aquí.
—¿De nacimiento? —repitió él—. Pensé que habría perdido la vista hacía poco. Entonces usted cursó sus estudios y pasó por la facultad de medicina, sin ver… Eso es… impresionante.
—Gracias. Pero no. En realidad, no. Oí hablar de los neuroparticipativos…, Bartelmetz y todos ellos…, cuando era niña y decidí que eso era lo que quería ser. Desde entonces, mi vida está al servicio de este deseo.
—¿Y qué hacía en los laboratorios? —preguntó él—. ¿Sin poder reconocer un espécimen, mirar en el microscopio…? ¿Y las lecturas?
—Contraté a otros para que me leyeran las tareas. Lo grabé todo. La facultad entendió que quería hacer psiquiatría y me permitieron arreglos especiales en los laboratorios. Los ayudantes de laboratorio me guiaron en la disección de cadáveres, y me lo describieron todo.
Puedo tocar las cosas…, y tengo una memoria como la que usted demostró con el menú. —Ella sonrió—. «La calidad de los fenómenos de psicoparticipación solamente puede ser medida por el mismo terapeuta, en ese momento fuera del tiempo y el espacio como los conocemos normalmente, cuando está en medio de la niebla construida a partir de la materia prima de los sueños de otro hombre. Ahí reconoce esa arquitectura no euclidiana de la aberración y lleva a su paciente de la mano a visitar el paisaje; si puede conducirlo de nuevo hacia la tierra normal, entonces lo que juzgó estaba bien pensado, lo que hizo era válido».

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