Quíntuple epidemia en España: ¿quintudemia?
Fernando Navarro Fernando Navarro Mar, 21/01/2025 - 09:08 | Dudas razonables Un invierno más, los virus patógenos han llevado a muchos hospitales españoles al borde del colapso. No solo por la tradicional epidemia gripal que flagela España cada año por estas fechas, sino por una combinación de cinco tipos de virus que están circulando a la vez: virus de la gripe, norovirus, rinovirus, virus respiratorio sincitial (o sincicial) y una nueva variante, menos virulenta, del SARS-CoV-2 o virus de la covid19.Muchos médicos, y la prensa con ellos, han empezado a usar, para referirse a esta quíntuple epidemia, el neologismo *quintudemia*. Se habrán fijado en que lo escribo entre asteriscos; y lo hago así por considerarlo poco respetuoso con las reglas tradicionales de formación de términos médicos.Las normas clásicas de la neología piden el recurso a los prefijos numéricos latinos (uni-, bi-, tri-, cuadr[i]-, quint[i]- ... multi-) para formar compuestos con raíces de origen latino, y a los prefijos numéricos griegos (mono-, di-, tri-, tetra-, penta- ... poli-) para formar compuestos con raíces de origen griego. A partir de cellula, por ejemplo, que es vocablo latino, decimos «unicelular, bicelular ... multicelular» (y a nadie medianamente culto se le ocurriría formar híbridos como *dicelular* o *policelular*). Con sáccharon, en cambio, que es griego, hemos formado «monosacárido, disacárido ... polisacárido» (y nadie osaría escribir *bisacárido* o *multisacárido*). Por eso nos suenan bien tanto «gemelos monocigóticos o univitelinos» como «gemelos dicigóticos o bivitelinos», pero nos sonaría a rayos si oyésemos a alguien decir *gemelos unicigóticos o monovitelinos* y *gemelos bicigóticos o divitelinos*.Eso dice la neología clásica, ciertamente, pero luego el uso se ha encargado de imponer en la práctica híbridos de lo más chocante. No es raro encontrar médicos que usan numerales griegos donde deberían ir los latinos (y escriben, por ejemplo, *vacuna monovalente* en lugar de ‘vacuna univalente’), o usan numerales latinos donde deberían ir los griegos (y llaman *cuadripléjico*, en lugar de ‘tetrapléjico’, al paciente con parálisis de las cuatro extremidades). O que mezclan numerales al buen tuntún, según les suena, y vemos así en los textos de farmacocinética ‘modelo monocompartimental’ (griego+latín, mal) junto a ‘modelo bicompartimental’ (latín+latín, bien); o, en los textos de traumatología, referido a un hueso, ‘perforación monocortical’ (griego+latín, mal) junto a ‘perforación bicortical’ (latín+latín, bien).¿Cómo deberíamos llamar, según eso, a la quíntuple epidemia que viene azotando España desde la vuelta de las Navidades? Lo ortodoxo, como digo, habría sido usar el prefijo numérico griego correspondiente, en lugar de latino: pentaepidemia, pues; o también pentademia, si damos por bueno el acortamiento que introdujo el antropólogo médico Merrill Singer en 1992, cuando acuñó el neologismo syndemic (sindemia) en referencia a una synergic epidemic o epidemia sinérgica; esto es, a la suma de dos o más epidemias concurrentes o secuenciales en una misma población.Conviene tenerlo en cuenta para el futuro, pues todo apunta a que en años venideros quizá tengamos que habérnoslas con poliepidemias o polidemias de todo tipo (mejor que *multidemias*): hexaepidemias o hexademias (mejor que *sextidemias*), heptaepidemias o heptademias (mejor que *septidemias*), etcétera. ‡‡ On Fernando A. Navarro Off
Un invierno más, los virus patógenos han llevado a muchos hospitales españoles al borde del colapso. No solo por la tradicional epidemia gripal que flagela España cada año por estas fechas, sino por una combinación de cinco tipos de virus que están circulando a la vez: virus de la gripe, norovirus, rinovirus, virus respiratorio sincitial (o sincicial) y una nueva variante, menos virulenta, del SARS-CoV-2 o virus de la covid19.
Muchos médicos, y la prensa con ellos, han empezado a usar, para referirse a esta quíntuple epidemia, el neologismo *quintudemia*. Se habrán fijado en que lo escribo entre asteriscos; y lo hago así por considerarlo poco respetuoso con las reglas tradicionales de formación de términos médicos.
Las normas clásicas de la neología piden el recurso a los prefijos numéricos latinos (uni-, bi-, tri-, cuadr[i]-, quint[i]- ... multi-) para formar compuestos con raíces de origen latino, y a los prefijos numéricos griegos (mono-, di-, tri-, tetra-, penta- ... poli-) para formar compuestos con raíces de origen griego. A partir de cellula, por ejemplo, que es vocablo latino, decimos «unicelular, bicelular ... multicelular» (y a nadie medianamente culto se le ocurriría formar híbridos como *dicelular* o *policelular*). Con sáccharon, en cambio, que es griego, hemos formado «monosacárido, disacárido ... polisacárido» (y nadie osaría escribir *bisacárido* o *multisacárido*). Por eso nos suenan bien tanto «gemelos monocigóticos o univitelinos» como «gemelos dicigóticos o bivitelinos», pero nos sonaría a rayos si oyésemos a alguien decir *gemelos unicigóticos o monovitelinos* y *gemelos bicigóticos o divitelinos*.
Eso dice la neología clásica, ciertamente, pero luego el uso se ha encargado de imponer en la práctica híbridos de lo más chocante. No es raro encontrar médicos que usan numerales griegos donde deberían ir los latinos (y escriben, por ejemplo, *vacuna monovalente* en lugar de ‘vacuna univalente’), o usan numerales latinos donde deberían ir los griegos (y llaman *cuadripléjico*, en lugar de ‘tetrapléjico’, al paciente con parálisis de las cuatro extremidades). O que mezclan numerales al buen tuntún, según les suena, y vemos así en los textos de farmacocinética ‘modelo monocompartimental’ (griego+latín, mal) junto a ‘modelo bicompartimental’ (latín+latín, bien); o, en los textos de traumatología, referido a un hueso, ‘perforación monocortical’ (griego+latín, mal) junto a ‘perforación bicortical’ (latín+latín, bien).
¿Cómo deberíamos llamar, según eso, a la quíntuple epidemia que viene azotando España desde la vuelta de las Navidades? Lo ortodoxo, como digo, habría sido usar el prefijo numérico griego correspondiente, en lugar de latino: pentaepidemia, pues; o también pentademia, si damos por bueno el acortamiento que introdujo el antropólogo médico Merrill Singer en 1992, cuando acuñó el neologismo syndemic (sindemia) en referencia a una synergic epidemic o epidemia sinérgica; esto es, a la suma de dos o más epidemias concurrentes o secuenciales en una misma población.
Conviene tenerlo en cuenta para el futuro, pues todo apunta a que en años venideros quizá tengamos que habérnoslas con poliepidemias o polidemias de todo tipo (mejor que *multidemias*): hexaepidemias o hexademias (mejor que *sextidemias*), heptaepidemias o heptademias (mejor que *septidemias*), etcétera. ‡‡
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