La encina de 50 años que protege nuestra casa

Protege nuestra casa, nos defiende del viento sur. No es un árbol más. Forma parte de la familia, de alguna forma.

Ene 26, 2025 - 13:18
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La encina de 50 años que protege nuestra casa

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A mis diez años la vida gira alrededor de casa. Claro que este año he empezado a ir al colegio a Barakaldo y eso amplía el horizonte. Aunque, en la práctica, es engañoso. Los tres años que he pasado en las escuelas de Urioste obligaban a la caminata diaria hasta allí. Tenía que cruzar todo San Antón, llegar hasta la casa de Rufina, cruzar la carretera que iba para Portugalete y subir hasta las escuelas. Era más entretenido. Cualquier persona con la que nos cruzáramos suponía un saludo obligatorio, incluidas las carantoñas, de mejor o peor gusto, que me dedicaban los mayores.

Sin embargo, el colegio de Barakaldo, de momento, es como una especie de isla que estuviera comunicada con nuestra casa a través de un puente: el autobús. Lo cojo aquí al lado y me deja a las puertas del colegio. De vuelta, más de lo mismo. De por medio, nada de saludar a nadie. Sencillamente se trata de sobrevivir en esa pequeña selva en que consiste cada viaje. Sí, puedo mirar por la ventana. Pero bastante tengo con salir indemne de semejante marabunta infantil.

Nuestra casa es la última antes del puente. Con ella se acaba el pueblo. Al otro lado ya estás en El Valle. En el balcón del camarote hay una placa que dice que se inauguró en 1927, pero mi abuelo dice que ya en 1925 estaba más o menos habitable. Él entonces era un joven veinteañero sin mucha cultura. Sabía justo leer y escribir. Pero tenía un tío que era muy listo, según cuenta. El tío Ino fue quien diseñó la casa. Era ingeniero. Con eso debía de bastar en aquella época para dirigir la obra de construcción.

Hace unos días mi abuelo me explicó por qué tenemos plantada una encina cerca. Queda al lado sur de la casa. Pues bien, de ahí proceden los vientos más fuertes. No es que sean los más habituales, pero cuando pega el sur lo suele hacer con bastante violencia. Así que la encina nos protege. No es solo que nosotros hayamos construido un pequeño refugio bajo ella, sino que el árbol en sí protege nuestra casa de los vientos fuertes. Siempre me había caído bien la encina. Ahora que sé esto de que nos protege del viento, voy a cogerle aún más cariño. Ahí es nada, tiene ya casi 50 años.

La imagen es de PhotoLanda en Flickr.