Ian Morris: «Los imperios se derrumban cuando su beneficio no compensa el coste de mantenerlos»

En una entrevista con Efe, Ian Morris señala que «los imperios se derrumban por razones muy diferentes, bien por la agresión de otro imperio, lo que le obligaría a recaudar más impuestos y eso lo acabaría arruinando, o en otros casos porque se dan cuenta de que el mundo ha cambiado y ya no es... Leer más La entrada Ian Morris: «Los imperios se derrumban cuando su beneficio no compensa el coste de mantenerlos» aparece primero en Zenda.

Feb 4, 2025 - 00:49
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Ian Morris: «Los imperios se derrumban cuando su beneficio no compensa el coste de mantenerlos»

El historiador británico Ian Morris traza una suerte de historia alternativa del Reino Unido en su último libro, Geografía y destino (Ático), y al hilo de su planteamiento piensa que «los imperios se derrumban cuando el beneficio que proporcionan no compensa el coste de mantenerlos».

En una entrevista con Efe, Ian Morris señala que «los imperios se derrumban por razones muy diferentes, bien por la agresión de otro imperio, lo que le obligaría a recaudar más impuestos y eso lo acabaría arruinando, o en otros casos porque se dan cuenta de que el mundo ha cambiado y ya no es válida la razón por la que construyeron ese imperio, como sería el caso británico justo después de la Segunda Guerra Mundial». Gran Bretaña, continúa el autor, no abandona India en 1947 ni por la acción de un ejército invasor, ni por una revolución, sino porque se dan cuenta de que «los beneficios que obtenían allí los pueden obtener de otros lugares y que los costes de mantener ese imperio británico no lo justifican». Si en 1945 Gran Bretaña seguía siendo la mayor potencia del mundo, en 1970, el imperio británico ya no existía prácticamente, más allá de algún pequeño territorio.

Para Morris, aunque «la geografía es crucial, al final la población es la que determina su propia historia». Las Islas Británicas, añade, son el ejemplo perfecto, pues eran «unas islas de tercer orden, lejos de los centros de innovación de China, de India, del Mediterráneo, de Oriente Medio, pero esa cierta marginalidad cambió en los últimos 500 años cuando se desarrolló una tecnología naval que permitió, por un lado, cruzar el norte del Atlántico y, por otro lado, mantener el control del Canal de la Mancha». La geografía es un factor capital, importante, que pone límites, pero «al final la geografía no determina exactamente lo que hace la gente, que son los que tienen que decidir qué es lo que quieren hacer, cómo quieren interpretar la geografía y actuar en consecuencia».

Historia y geografía van en paralelo, añade, pues aunque Gran Bretaña no estaba destinada a convertirse en una gran potencia global, al final «depende de cada pueblo labrar su destino, y el medio para lograrlo es la nueva tecnología naval de los galeones, algo muy parecido a lo que pasó con España, que construyó un imperio global mucho antes que los británicos«.

Sin embargo, España no consiguió «ni unificar Europa bajo su control ni el control del mundo, como acabaron haciendo luego los británicos», subraya Morris, que argumenta que en el caso español no se produjeron ambas cosas por las divisiones internas y porque «su aristocracia y su casa real eran muy ricas y poderosas y reacias a los cambios, al contrario que la nobleza inglesa, que veía oportunidad de beneficios en las nuevas redes comerciales».

También interviene su enfoque colonial diferente en el nuevo mundo, pues España, que obtuvo los territorios más ricos, como Perú o México, implanta una economía «básicamente extractiva» de oro y plata, mientras que el modelo británico de imperio «no consistía en extraer la riqueza de los granjeros de las trece colonias de Norteamérica, sino en recaudar impuestos de las mercancías que circulaban por el Atlántico». Al contrario de lo que se puede pensar, sostiene Morris, «a largo plazo este modelo benefició a Gran Bretaña, al establecer un mercado global».

Todos los imperios, resume Morris, se acaban en algún momento, y lo mismo pasará con el dominio global de Estados Unidos, que en definitiva es una nación que tiene 200-300 años, pero «la cuestión sobre el fin del imperio estadounidense no es si va a acabar, sino cuáles van a ser las circunstancias de su fin cuando llegue el momento». Morris cree que, por muchas voces que surjan, algunas de gente muy inteligente, que han anunciado desde los años 70 el inminente fin del imperio estadounidense, está por ver si será superada por China en veinte o treinta años.

Al final, una cuestión clave sobre las desapariciones de los imperios o sobre su mantenimiento en el tiempo es la capacidad que tienen de reinventarse, de afrontar nuevos desafíos: «No pienso que el fin de Estados Unidos esté cerca como imperio en los próximos años, quizá le queden aún cien años más frente a su competidor, China». Morris opina que, con los sorprendentes anuncios en relación al canal de Panamá, Groenlandia o Canadá, Donald Trump está «retomando una visión del mundo de otra época, del siglo XX, una visión afín a la del Brexit».

A juicio del historiador, posiciones de fuerza como la mantenida por Benjamin Netanyahu en los territorios palestinos, la de Putin en Ucrania o la posibilidad de que China recupere Taiwan por la fuerza «es una consecuencia de la retirada del poder de Estados Unidos del mundo, que al final tiene una capacidad reducida respecto a la que tenía antes, cuando imponía la pax americana«.

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