Es Miller no Marco Rubio
Marco Rubio tiene el honor de ocupar el puesto con mayor jerarquía en el nuevo gabinete; sin embargo, Miller es quien tiene el oído y el tema –la migración– que acapara la atención y la mayor sed de venganza de Trump 2.0.
“Si fuera por Stephen, en Estados Unidos sólo quedarían 100 millones de personas”. (Hay un total de 330 millones). Donald Trump, bromeando sobre el celo antimigratorio de Stephen Miller.
La exembajadora de México en Washington, Martha Bárcena, comenta que se pasaba mucho más tiempo gestionando asuntos con la secretaria de Seguridad Interna (Homeland Security Deparment) que con el Departamento de Estado. Seguridad Interna está encargada de la frontera y todo lo relacionado con migración.
La relación entre México y Estados Unidos tiene un carácter “interméstico”. Esta es una palabra que se utiliza en la academia para señalar que lo interno o doméstico (domestic, en inglés) es la esencia de nuestra relación con el vecino del norte.
En una relación tradicional, como la de México con Japón, las cancillerías son claramente quienes están a cargo. Pero en la relación con Estados Unidos, los temas internos son los más importantes: migración, procuración de justicia, manejo de la frontera, aranceles y disputas comerciales, entre otros.
Stephen Miller es el genio de política migratoria de Trump. Ya lo era en la administración Trump 1.0, pero en el gobierno de Trump 2.0 regresa con mayor poder y ascendente. Dos libros revelan su influencia en la primera administración, Border wars, de dos periodistas de The New York Times, y Hatemonger, de Gene Guerrero. El pódcast del NY Times, Stephen Miller, channeling Trump, has built more power than ever, nos permite entender cómo se ha colocado como el genio “tenebroso” que orienta al presidente en temas internos y particularmente migratorios.
Rubio tiene el honor de ocupar el puesto con mayor jerarquía en el nuevo gabinete –secretario de Estado–. Fue senador republicano de Florida durante 12 años. Es un halcón comecomunistas con experiencia y conocimiento en seguridad nacional y política exterior. Seguramente sigue ambicionando sentarse en la Oficina Oval y su legado añorado está en acabar con la tiranía de Nicolás Maduro en Venezuela y en reventar el régimen de los hermanos Castro en Cuba, su patria remota.
El secretario de Estado, Rubio, será, sin duda, una voz de moderación en la relación con México. Necesita de México para sus andanzas latinoamericanas.
Miller es, sin embargo, quien tiene el oído y el tema –la migración– que acapara la atención y la mayor sed de venganza de Trump 2.0.
Desde estudiante, Miller está obsesionado con los crímenes que comenten los migrantes indocumentados. Ha acumulado sigilosamente un archivo de esos crímenes, el cual es utilizado una y otra vez en los rallys políticos de Trump. Gracias a Miller se muestran escenas de cómo un pandillero salvatrucha descuartiza a una jovencita de preparatoria y los seguidores de Trump arden en cólera: “¡Fuera migrantes asesinos y violadores!”.
Durante los cuatro años de presidencia de Biden, Miller se aplicó en pavimentar el regreso de Trump a la Casa Blanca. Lejos de buscar un trabajo lucrativo, se metió de lleno a crear una fundación, America First Legal Foundation, con la que levantó muchos millones de dólares con que atacó despiadadamente la errática política migratoria de Biden y Harris.
Se presume que Miller, de familia adinerada californiana, es quien acercó a los billonarios de la tecnología Elon Musk y Mark Zuckerberg a la órbita de Trump.
Miller intentó, pero no logró, que Tom Homan, el funcionario con más experiencia en deportaciones, fuera el secretario de Seguridad Interna. Aterrizó como zar de la frontera.
Trump decidió nombrar la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, como la titular de la Secretaría de Seguridad Interna. De manera que Noem, con su enorme burocracia de cerca de 150 mil funcionarios, será la encargada de aterrizar las audaces ideas y programas para frenar la migración de la pareja Miller-Homan.
Nada despreciable es el contacto de la Cancillería mexicana con Marco Rubio. Pero el hombre fuerte de la política migratoria de Trump 2.0 es Stephen Miller.
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