Entendernos mejor en la web: el criterio de Información y Relaciones
Cuando usamos títulos claros, listas bien estructuradas o tablas correctamente organizadas, estamos creando un mapa para que cualquier persona pueda encontrar lo que busca sin perderse Imagina que estás en un supermercado buscando galletas. Las cajas están amontonadas, sin etiquetas ni estanterías organizadas. Todo parece un caos, y tienes que abrir cada paquete para saber si contiene las galletas que buscas. Ahora imagina que alguien entra en ese mismo supermercado, pero no puede ver las cajas ni leer las etiquetas: solo escucha un eco confuso que no le dice nada útil. ¿Te imaginas lo frustrante que sería? Eso es exactamente lo que sucede en una página web mal organizada para las personas que dependen de tecnologías de asistencia, como lectores de pantalla. Ahí es donde entra el criterio “Información y relaciones” de las WCAG 2.2. Su objetivo es garantizar que la información y las conexiones entre los elementos de una página sean claras, tanto para quienes las perciben visualmente como para quienes usan herramientas para navegar. Un supermercado ordenado: la importancia de las etiquetas Volvamos al ejemplo del supermercado, pero esta vez con estanterías organizadas: un pasillo para dulces, otro para cereales, cada paquete bien etiquetado. De pronto, todo es más fácil. Así es como funciona una página web bien diseñada. Cuando usamos títulos claros, listas bien estructuradas o tablas correctamente organizadas, estamos creando un mapa para que cualquier persona pueda encontrar lo que busca sin perderse. Pensemos en un formulario, por ejemplo, para apuntarse a un curso o solicitar una cita médica. Si cada campo está correctamente etiquetado, cualquier persona sabrá qué información debe introducir. Para quienes usan lectores de pantalla, esa claridad es crucial, ya que escuchan el propósito de cada campo, como “Nombre” o “Correo electrónico”. Sin esas etiquetas, el proceso puede convertirse en un camino lleno de obstáculos, donde la persona no sabe si está escribiendo su nombre o su número de teléfono. Las relaciones importan, también en la web Las páginas web no solo presentan información, también organizan relaciones: ¿este título pertenece a ese párrafo? ¿Esta celda de datos está conectada con esta columna? Sin estas conexiones claras, navegar por un sitio puede ser como intentar resolver un rompecabezas con las piezas revueltas y sin la imagen de referencia. Imagina que estás consultando los horarios de clases o de transporte público en una página web. Si los datos no están organizados de manera lógica, una persona con discapacidad visual puede no entender a qué hora empieza la clase o a qué línea de autobús corresponde un horario. Cuando esas relaciones están bien diseñadas, todo encaja: cada dato está relacionado con su título o encabezado, y la navegación se vuelve sencilla y directa. ¿Por qué importa tanto? Más allá de cumplir con estándares como los de las WCAG 2.2, hacer esto bien tiene un impacto directo en la vida de las personas. Para alguien que no puede ver la pantalla, una página bien estructurada no es solo una cuestión técnica: es la diferencia entre poder pedir una cita médica online o no lograrlo. Para alguien con dificultades cognitivas, un formulario claro y bien organizado no es solo un trámite más: es la posibilidad de acceder a servicios esenciales sin frustraciones. Hacer que una web sea accesible no se trata solo de estética o de cumplir normativas. Es una cuestión de inclusión, de garantizar que todos puedan participar en igualdad de condiciones en el entorno digital. Y esa inclusión no solo beneficia a las personas con discapacidades, sino también a cualquier usuario. Una página clara y organizada es más fácil de usar para todos. El poder de una buena estructura Cada vez que organizamos un contenido de manera lógica, ponemos un poquito de orden en ese caos digital. No hace falta ser un experto en tecnología para contribuir a esto. Los escritores pueden asegurarse de usar títulos claros que dividan el contenido en secciones. Los diseñadores pueden organizar la información visualmente de forma lógica. Y quienes gestionan páginas web pueden verificar que todo esté ordenado para que sea comprensible para cualquier persona, sin importar su forma de interactuar con la web. El criterio “Información y relaciones” nos recuerda algo esencial: la web no es solo para quienes ven, escuchan o comprenden fácilmente. Es para todos. Y al organizar mejor la información, no solo ayudamos a quienes necesitan esa estructura, sino que creamos espacios más claros, accesibles y acogedores para toda la comunidad.
Cuando usamos títulos claros, listas bien estructuradas o tablas correctamente organizadas, estamos creando un mapa para que cualquier persona pueda encontrar lo que busca sin perderse
Imagina que estás en un supermercado buscando galletas. Las cajas están amontonadas, sin etiquetas ni estanterías organizadas. Todo parece un caos, y tienes que abrir cada paquete para saber si contiene las galletas que buscas. Ahora imagina que alguien entra en ese mismo supermercado, pero no puede ver las cajas ni leer las etiquetas: solo escucha un eco confuso que no le dice nada útil. ¿Te imaginas lo frustrante que sería?
Eso es exactamente lo que sucede en una página web mal organizada para las personas que dependen de tecnologías de asistencia, como lectores de pantalla. Ahí es donde entra el criterio “Información y relaciones” de las WCAG 2.2. Su objetivo es garantizar que la información y las conexiones entre los elementos de una página sean claras, tanto para quienes las perciben visualmente como para quienes usan herramientas para navegar.
Un supermercado ordenado: la importancia de las etiquetas
Volvamos al ejemplo del supermercado, pero esta vez con estanterías organizadas: un pasillo para dulces, otro para cereales, cada paquete bien etiquetado. De pronto, todo es más fácil. Así es como funciona una página web bien diseñada. Cuando usamos títulos claros, listas bien estructuradas o tablas correctamente organizadas, estamos creando un mapa para que cualquier persona pueda encontrar lo que busca sin perderse.
Pensemos en un formulario, por ejemplo, para apuntarse a un curso o solicitar una cita médica. Si cada campo está correctamente etiquetado, cualquier persona sabrá qué información debe introducir. Para quienes usan lectores de pantalla, esa claridad es crucial, ya que escuchan el propósito de cada campo, como “Nombre” o “Correo electrónico”. Sin esas etiquetas, el proceso puede convertirse en un camino lleno de obstáculos, donde la persona no sabe si está escribiendo su nombre o su número de teléfono.
Las relaciones importan, también en la web
Las páginas web no solo presentan información, también organizan relaciones: ¿este título pertenece a ese párrafo? ¿Esta celda de datos está conectada con esta columna? Sin estas conexiones claras, navegar por un sitio puede ser como intentar resolver un rompecabezas con las piezas revueltas y sin la imagen de referencia.
Imagina que estás consultando los horarios de clases o de transporte público en una página web. Si los datos no están organizados de manera lógica, una persona con discapacidad visual puede no entender a qué hora empieza la clase o a qué línea de autobús corresponde un horario. Cuando esas relaciones están bien diseñadas, todo encaja: cada dato está relacionado con su título o encabezado, y la navegación se vuelve sencilla y directa.
¿Por qué importa tanto?
Más allá de cumplir con estándares como los de las WCAG 2.2, hacer esto bien tiene un impacto directo en la vida de las personas. Para alguien que no puede ver la pantalla, una página bien estructurada no es solo una cuestión técnica: es la diferencia entre poder pedir una cita médica online o no lograrlo. Para alguien con dificultades cognitivas, un formulario claro y bien organizado no es solo un trámite más: es la posibilidad de acceder a servicios esenciales sin frustraciones.
Hacer que una web sea accesible no se trata solo de estética o de cumplir normativas. Es una cuestión de inclusión, de garantizar que todos puedan participar en igualdad de condiciones en el entorno digital. Y esa inclusión no solo beneficia a las personas con discapacidades, sino también a cualquier usuario. Una página clara y organizada es más fácil de usar para todos.
El poder de una buena estructura
Cada vez que organizamos un contenido de manera lógica, ponemos un poquito de orden en ese caos digital. No hace falta ser un experto en tecnología para contribuir a esto. Los escritores pueden asegurarse de usar títulos claros que dividan el contenido en secciones. Los diseñadores pueden organizar la información visualmente de forma lógica. Y quienes gestionan páginas web pueden verificar que todo esté ordenado para que sea comprensible para cualquier persona, sin importar su forma de interactuar con la web.
El criterio “Información y relaciones” nos recuerda algo esencial: la web no es solo para quienes ven, escuchan o comprenden fácilmente. Es para todos. Y al organizar mejor la información, no solo ayudamos a quienes necesitan esa estructura, sino que creamos espacios más claros, accesibles y acogedores para toda la comunidad.