El resurgimiento del Destino Manifiesto: de McKinley a Trump y la expansión de la influencia estadounidense

Forbes México. El resurgimiento del Destino Manifiesto: de McKinley a Trump y la expansión de la influencia estadounidense El Destino Manifiesto justificó la anexión de vastos territorios y la intervención en asuntos de otras naciones, cimentando una mentalidad expansionista que ha perdurado en la política estadounidense. El resurgimiento del Destino Manifiesto: de McKinley a Trump y la expansión de la influencia estadounidense Arlene Ramírez Uresti

Ene 29, 2025 - 15:40
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El resurgimiento del Destino Manifiesto: de McKinley a Trump y la expansión de la influencia estadounidense

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El resurgimiento del Destino Manifiesto: de McKinley a Trump y la expansión de la influencia estadounidense

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El Destino Manifiesto ha sido una piedra angular en la formación de la identidad y la política exterior de Estados Unidos desde el siglo XIX. Esta doctrina, acuñada en 1845 por el periodista John L. O’Sullivan, sostenía que la nación estadounidense estaba destinada por la Providencia a expandirse por todo el continente norteamericano, llevando consigo sus instituciones y valores. Este ideario justificó la anexión de vastos territorios y la intervención en asuntos de otras naciones, cimentando una mentalidad expansionista que ha perdurado en la política estadounidense.

Durante la presidencia de William McKinley (1897-1901), el Destino Manifiesto se tradujo en acciones concretas de expansión imperialista. McKinley, ferviente defensor del proteccionismo económico, implementó aranceles elevados para proteger la industria nacional y promovió una política exterior agresiva. Bajo su liderazgo, Estados Unidos emergió como potencia imperial tras la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898, adquiriendo territorios como Puerto Rico, Guam y Filipinas. Estas acciones no solo ampliaron el territorio estadounidense, sino que también marcaron su entrada en la arena internacional como actor dominante.

El presidente Donald Trump ha mostrado una admiración explícita por McKinley y ha resucitado elementos del Destino Manifiesto en su retórica y políticas. En su discurso inaugural de su segundo mandato, Trump elogió a McKinley por enriquecer al país mediante aranceles y habilidades comerciales, y anunció su intención de restaurar el nombre del Monte McKinley en Alaska, revertiendo la decisión de 2015 que lo renombró como Denali. Estas referencias no son meramente simbólicas; reflejan una visión expansionista y proteccionista que busca reposicionar a Estados Unidos en el escenario global.

Las políticas de Trump han incluido propuestas para adquirir territorios estratégicos, como Groenlandia, y recuperar el control del Canal de Panamá. Estas iniciativas evocan el espíritu del Destino Manifiesto y la doctrina Monroe (América para los americanos), sugiriendo una misión casi divina de Estados Unidos para expandir su influencia y proteger sus intereses. Sin embargo, estas propuestas han generado tensiones internacionales. Por ejemplo, la intención de adquirir Groenlandia fue rechazada por Dinamarca, y la sugerencia de retomar el Canal de Panamá ha suscitado preocupaciones sobre la soberanía panameña y el respeto al derecho internacional.

La comparación entre McKinley y Trump revela similitudes en sus enfoques proteccionistas y expansionistas. Ambos presidentes han defendido aranceles elevados para proteger la industria nacional y han mostrado disposición a expandir el territorio estadounidense. Sin embargo, mientras que McKinley operaba en una era de colonialismo abierto, las acciones de Trump se desarrollan en un contexto globalizado donde el imperialismo territorial es ampliamente cuestionado. Además, las dinámicas geopolíticas actuales, con la creciente influencia de potencias como China y Rusia, presentan desafíos que difieren significativamente de los enfrentados en la época de McKinley.

Es crucial analizar críticamente la resurrección del Destino Manifiesto en la política contemporánea. Si bien la expansión y la protección de los intereses nacionales son objetivos legítimos, deben equilibrarse con el respeto al derecho internacional, la soberanía de otras naciones y las complejidades de un mundo interconectado. El unilateralismo y el proteccionismo pueden conducir al aislamiento y a conflictos innecesarios. La historia ofrece lecciones valiosas sobre los costos del expansionismo desenfrenado y la importancia de la diplomacia y la cooperación internacional.

El Destino Manifiesto ha dejado una marca indeleble en la psique estadounidense, justificando en su momento la expansión territorial y la proyección de poder. Sin embargo, en el contexto actual, es imperativo reevaluar esta visión a la luz de los principios democráticos y las realidades globales. Las políticas que emulan el expansionismo del pasado deben ser cuidadosamente consideradas para evitar repetir errores históricos y para promover un orden mundial basado en la colaboración y el respeto mutuo.

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Correo: arleneru@me.com

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