El necio Gran Dictador
Al despertar cada día, comprobamos que no es una pesadilla: el dinosaurio de piel naranja y su cohorte de desaprensivos siguen ahí y están cambiando las normas de la convivencia mundial. Allí y aquí, la variante decisiva son los idiotas que llevan a sus iguales al poder. Sin excluir altas dosis de malignidad. Parece una pesadilla pero es el sueño dorado de millones de imbéciles sin escrúpulos. Han conseguido colocar en un puesto muy importante de poder a uno de los suyos. A un anciano corrupto y rencoroso que ya juega con el mundo como lo hacía El Gran Dictador de Chaplin en 1940. La historia se repite con los ingredientes que ha añadido este tiempo de idiotización permanente de grandes sectores de la sociedad. Los nuevos hallazgos han diluido su consciencia y su conciencia en lugar de incrementarlas. Donald Trump ha sido reelegido para la presidencia de los Estados Unidos por 77 millones de seres para que les represente en la guía de los asuntos más importantes del país. Con sus 32 condenas por delitos varios y la incitación del asalto al Capitolio (el Parlamento, el Poder legislativo) que ahora materializa a lo grande pretendiendo hacerse con la propiedad del mundo. Sin culpa alguna, el resto del planeta sufrirá las consecuencias de la dañina elección. Además de su gobierno de desechos éticos y profesionales, cuenta como asesor principal con este individuo que no cabe en sí de gozo por haber conseguido ya ese sueño dorado, pesadilla para millones de personas. Ha entrado ya a saco en las cuentas del Estado y de todos sus contribuyentes robando –de momento– sus datos, un gran botín actualmente. Su arma de difusión básica, su red de propaganda X, puede utilizarse para mostrarle tal cual es y el estado de embriaguez de felicidad en el que ahora se encuentra. Al despertar cada día comprobamos que no es una pesadilla en realidad, que el dinosaurio de piel naranja y su cohorte de desaprensivos siguen ahí y están cambiando ya las normas de la convivencia mundial. En poco más de dos semanas desde su acceso al poder de Estados Unidos, no del mundo aunque así lo crea, ha liberado a sus secuaces en el intento de golpe de Estado de 2021: 1.600 fanáticos violentos, culpables de aquello, han sido excarcelados. Ha sacado a EEUU de la OMS y, con la retirada de la subvención, al mundo del acceso a normas y tratamientos especializados, ha nombrado a un antivacunas y anticiencia en Sanidad, ¿para que diezme la población estadounidense? A otro tipo para anular las medidas de protección al medio ambiente que también repercutirá en los pueblos del planeta. Se ha cargado todas las medidas sociales. A la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), a la que acusa Musk de “criminal” por ser “izquierdista”. Está purgando a cuantos desde el Estado y la Justicia persiguieron sus delitos. Sanciona a la Corte Penal Internacional y le anuncia mayores males –a sus miembros y sus familias– si encausan a ciudadanos norteamericanos o sus aliados, a Netanyahu. Ambos mandatarios, juntos en Whashington, han ratificado su amistad y acordado terminar la limpieza étnica de Gaza para establecer allí un enclave de lujo internacional a modo de la Riviera francesa, sobre los cadáveres de miles personas que ha dejado el genocidio de Netanyahu, precisamente. Es como si Hitler sancionara a los jueces de Nuremberg por procesar a los nazis, según he leído, y además se montara un resort en pura provocación. Y los emigrantes. Delicuentes todos en el nuevo modelo supremacista de raza color naranja. El relato del terror de ciudadanos que osan querer desarrollar su vida en el infierno trumpista, perseguidos en redadas por policías armados, que pueden terminar en Guantánamo o en las cárceles de Bukele. Mientras ciudadanos culpables cobran por denunciar a migrantes, hasta en las universidades. Y un par de Estados, Misisipi y Misuri, proponen penas de “cadena perpetua” para los culpables de “invasión ilegal”. Es de no creer y está ocurriendo. Y aun se atreve Trump a ordenar a la Fiscal General que cree un grupo de trabajo para perseguir el “sesgo anticristiano” en la sociedad, como si algo de lo que hace fuera “cristiano” e incluso humano. Y sucede mientras en países como el nuestro la involución tramposa sigue sus campañas, ajena al gran peligro mundial. Continúan los juicios sin base aireados por la propaganda que desde muchos medios pervierte el periodismo. Ese Megáfono averíado descrito por Esther Palomera, que a la vez pone sordinas nauseabundas a los desmanes y delitos de la derecha. Mazón distribuye el maná de la Dana y sus dos centenares de muertos, con total impunidad. Feijoo suelta sus vergonzosos bulos. Y Ayuso distrae con sus graves acusaciones -impunes- el embrollo en el que está metida y da el cartel taurino de las Fiestas de San Isidro a la nieta borbona de las tarjetas black. Y hasta la prensa asociada en Madrid, la que premia como mejor periodista del
Al despertar cada día, comprobamos que no es una pesadilla: el dinosaurio de piel naranja y su cohorte de desaprensivos siguen ahí y están cambiando las normas de la convivencia mundial. Allí y aquí, la variante decisiva son los idiotas que llevan a sus iguales al poder. Sin excluir altas dosis de malignidad.
Parece una pesadilla pero es el sueño dorado de millones de imbéciles sin escrúpulos. Han conseguido colocar en un puesto muy importante de poder a uno de los suyos. A un anciano corrupto y rencoroso que ya juega con el mundo como lo hacía El Gran Dictador de Chaplin en 1940. La historia se repite con los ingredientes que ha añadido este tiempo de idiotización permanente de grandes sectores de la sociedad. Los nuevos hallazgos han diluido su consciencia y su conciencia en lugar de incrementarlas.
Donald Trump ha sido reelegido para la presidencia de los Estados Unidos por 77 millones de seres para que les represente en la guía de los asuntos más importantes del país. Con sus 32 condenas por delitos varios y la incitación del asalto al Capitolio (el Parlamento, el Poder legislativo) que ahora materializa a lo grande pretendiendo hacerse con la propiedad del mundo. Sin culpa alguna, el resto del planeta sufrirá las consecuencias de la dañina elección.
Además de su gobierno de desechos éticos y profesionales, cuenta como asesor principal con este individuo que no cabe en sí de gozo por haber conseguido ya ese sueño dorado, pesadilla para millones de personas. Ha entrado ya a saco en las cuentas del Estado y de todos sus contribuyentes robando –de momento– sus datos, un gran botín actualmente. Su arma de difusión básica, su red de propaganda X, puede utilizarse para mostrarle tal cual es y el estado de embriaguez de felicidad en el que ahora se encuentra.
Al despertar cada día comprobamos que no es una pesadilla en realidad, que el dinosaurio de piel naranja y su cohorte de desaprensivos siguen ahí y están cambiando ya las normas de la convivencia mundial. En poco más de dos semanas desde su acceso al poder de Estados Unidos, no del mundo aunque así lo crea, ha liberado a sus secuaces en el intento de golpe de Estado de 2021: 1.600 fanáticos violentos, culpables de aquello, han sido excarcelados. Ha sacado a EEUU de la OMS y, con la retirada de la subvención, al mundo del acceso a normas y tratamientos especializados, ha nombrado a un antivacunas y anticiencia en Sanidad, ¿para que diezme la población estadounidense? A otro tipo para anular las medidas de protección al medio ambiente que también repercutirá en los pueblos del planeta. Se ha cargado todas las medidas sociales. A la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), a la que acusa Musk de “criminal” por ser “izquierdista”. Está purgando a cuantos desde el Estado y la Justicia persiguieron sus delitos. Sanciona a la Corte Penal Internacional y le anuncia mayores males –a sus miembros y sus familias– si encausan a ciudadanos norteamericanos o sus aliados, a Netanyahu. Ambos mandatarios, juntos en Whashington, han ratificado su amistad y acordado terminar la limpieza étnica de Gaza para establecer allí un enclave de lujo internacional a modo de la Riviera francesa, sobre los cadáveres de miles personas que ha dejado el genocidio de Netanyahu, precisamente. Es como si Hitler sancionara a los jueces de Nuremberg por procesar a los nazis, según he leído, y además se montara un resort en pura provocación.
Y los emigrantes. Delicuentes todos en el nuevo modelo supremacista de raza color naranja. El relato del terror de ciudadanos que osan querer desarrollar su vida en el infierno trumpista, perseguidos en redadas por policías armados, que pueden terminar en Guantánamo o en las cárceles de Bukele. Mientras ciudadanos culpables cobran por denunciar a migrantes, hasta en las universidades. Y un par de Estados, Misisipi y Misuri, proponen penas de “cadena perpetua” para los culpables de “invasión ilegal”. Es de no creer y está ocurriendo. Y aun se atreve Trump a ordenar a la Fiscal General que cree un grupo de trabajo para perseguir el “sesgo anticristiano” en la sociedad, como si algo de lo que hace fuera “cristiano” e incluso humano.
Y sucede mientras en países como el nuestro la involución tramposa sigue sus campañas, ajena al gran peligro mundial. Continúan los juicios sin base aireados por la propaganda que desde muchos medios pervierte el periodismo. Ese Megáfono averíado descrito por Esther Palomera, que a la vez pone sordinas nauseabundas a los desmanes y delitos de la derecha.
Mazón distribuye el maná de la Dana y sus dos centenares de muertos, con total impunidad. Feijoo suelta sus vergonzosos bulos. Y Ayuso distrae con sus graves acusaciones -impunes- el embrollo en el que está metida y da el cartel taurino de las Fiestas de San Isidro a la nieta borbona de las tarjetas black. Y hasta la prensa asociada en Madrid, la que premia como mejor periodista del año a Vicente Vallés, se apunta a su corrida patrocinada que -si me permiten el chiste fácil- no es a gorrazos.
Y Abascal se trae a Madrid a la turba de la ultraderecha que está infectando las instituciones europeas. Todos hombres prácticamente. Tan ejemplares como Trump.
Y hay quien no quiere ver lo que ocurre y eluden su propia responsabilidad. Llevo décadas diciendo que los idiotas, sin perdón, son la variable decisiva que lleva al poder a sus iguales, ayuda a los tramposos a disuadir las políticas del bien común y enmaraña la vida social al punto de desnortarla. Idiotas y desaprensivos que sustentan a dirigentes idiotas con altas dosis de malignidad. No son términos excluyentes, se puede ser tonto y malo al mismo tiempo.
La Corte Penal Internacional pide a los 125 países que reconocen su jurisdicción que la apoyen frente a la ofensiva de Trump. La UE de Von der Leyen y la otanista jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, solo piensan en comprarle armas a Trump a ver si calman a la fiera. Habilitando incluso presupuestos especiales que detraerán de servicios públicos. No lo calmarán por ese método, da hasta vergüenza ajena que sea lo que quieren intentar.
Pero también hay brotes de resistencia. Hasta en el FBI, donde un jefe en funciones con alto espíritu de servicio a la sociedad, rechaza órdenes injustas como se le pide, con el riesgo que en el régimen del terror trumpista se asume. El agente especial Brian Driscoll, director en funciones de la policía federal, se niega a identificar a quienes investigaron el asalto al Capitolio destinados a una purga como la que han sufrido en otras instituiones en la venganza de Trump. Y van surgiendo jueces y juezas allí, y empresarios alemanes que no quieren ultraderecha neonazi y lo explicitan ante las próximas elecciones –para vergüenza de los españoles que nunca se han pronunciado precisamente en ese sentido–. Bien es verdad que tampoco hay muchos jueces y juezas en España que combatan las desviaciones judiciales con apariencia de trabajos políticos. Hay voces contra la tiranía pero aun no las suficientes.
Infinitas veces hemos ido recuperando al Chaplin, barbero judío resistente al fascismo que en 1940 avisó de lo que hoy se reencarna. Su discurso final. Las máquinas actuales son hasta más sutiles, instrumentos de poder pareciera en todo caso. Espejismos de los auténticos daños. Y así decía:
“Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano. El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá”.
¿Será pues esta vez así también?, al menos hasta la próxima.