Había pocos alumnos en el edificio porque la mayoría había terminado sus exámenes y apenas quedaban grupos en las aulas. Tras los primeros disparos, el director del centro ordenó evacuar buena parte del colegio. Solamente un grupo de alumnos y profesores en cuyo camino se interponía el sonido de los disparos prefirieron encerrarse en dos de las clases. A través de las ventanas siguieron escuchando disparos y enviaron a sus familias vídeos que los coches de patrulla de la policía recibieron de camino. Una vez llegaron al colegio de la ciudad de Örebro, a unos 200 kilómetros al oeste de Estocolmo, comenzaron a registrar el edificio, habitación por habitación, mientras un portavoz policial ofrecía una información sumamente conservadora sobre el...
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