Construyó sin ayuda un castillo con bloques de coral para reconquistar a una novia que lo dejó antes de la boda
Coral Castle, en el sur de Miami, levantado hace cien años por Edward Leedskalnin, es un misterio arquitectónico, ideal para visitar en días frescos
A veces no alcanza con cruzar los mares y construir maravillas para torcer el destino. Así fue la cruel experiencia que tuvo Edward Leedskalnin, un hombre bajito y taciturno que dedicó buena parte de su vida a curarse de un desengaño amoroso construyendo un imponente castillo de coral. Edward vivió solo en un minúsculo cuarto de la torre de su obra, sobreviviendo con lo que le dejaban los vecinos que aceptaban pagar unos pocos dólares para visitar su extraña morada.
El Coral Castle, o Castillo de Coral, es ahora un atractivo turístico, sobre todo por su arquitectura insólita, donde un esoterismo variopinto se entremezcla con influencias diversas. Es tan difícil describirlo como tratar de explicar de qué manera fue posible construirlo. Un muro de más de siete metros rodea la propiedad y está formado, como todo lo demás, por bloques ciclópeos de coral. La torre que domina el conjunto tiene dos pisos y sobresale al igual que una luna creciente. Dentro del predio todo está hecho de rocas talladas, incluyendo la mesa, el pozo de agua y sillas mecedoras. Para agregar una cuota adicional de misterio a este conjunto de por sí bizarro, hay un reloj solar muy preciso, un telescopio y un obelisco, todo con bloques de coral tallados que se encastran a la perfección, como supieron hacerlo los antiguos egipcios y los incas en Cuzco.
Susana Giménez cumplió 81: los hábitos saludables de la diva para mantenerse en forma
El Castillo de Coral fue construido entre 1923 y 1951, cuando Leedskalnin se instaló definitivamente en Homestead, una localidad que en aquellos años estaba lejos de formar parte de la inmensa aglomeración urbana de Miami (hoy es la puerta de entrada al Parque de las Everglades y el punto de partida de la Ruta de los Cayos).
Fue el final de un largo camino que lo llevó desde su Letonia natal hasta Canadá, California y Texas. En eso no fue distinto a miles de aventureros que recorrieron la América en aquellos tiempos. Pero en su caso no buscaba oro o riquezas, sino el olvido. Quería sobrellevar el dolor de haber sido abandonado por su novia el día antes de su casamiento. Y pensaba que realizando algo único, solo para ella, la joven volvería a él.
En la puerta de entrada del castillo figura la frase You will be seeing unusual accomplishment (Verás logros fuera de lo común). Más que a los visitantes (abre de jueves a domingo, de 9 a 18) se dirigía a Agnes Skuvst, que vivía a unos 8500 kilómetros de la tropical Florida, en Riga, la capital de Letonia.
En ese lejano país Leedskanin se enamoró de aquella adolescente, diez años menor, cuando él tenía 26 años.
Enigmas que perduran
Aún perduran los misterios de la construcción del castillo. Con el tiempo se intensificaron, e incluso tuvieron un alcance internacional, convirtiendo al sitio en una de las mayores atracciones del sur de la Florida y uno de los grandes enigmas de la arquitectura del siglo XX.
Si algunos visitantes se sienten atraídos por las raras formas de la construcción, la gran mayoría quiere tratar de entender cómo una persona que medía 1,50 metros y que pesaba menos de 50 kilos pudo mover solo más de 1100 toneladas de corales fosilizados, tallarlas, transportarlas, erguirlas y construir el castillo que encerraba sus sueños de amor.
¿Tomar agua caliente con limón tiene beneficios para la salud?
Es el logro “fuera de lo común” que se anuncia desde la entrada. Y el misterio nunca fue develado. Leedskalnin trabajaba de noche y nunca habló de sus labores a sus escasos vecinos. Se lo llevó todo a la tumba; las bibliografías y los ensayos publicados sobre él y su obra solo aportan conjeturas. Se lee que Edward nació en el seno de una familia de picapedreros, un oficio que logró dominar a la perfección. También se descubre que se interesó en ciencias parafísicas y en el magnetismo. Dejó algunos escritos herméticos e incomprensibles, que despistan aún más.
Si hubiera que formular una sola pregunta, sería cómo pudo ese hombre solo trabajar, transportar y colocar con rudimentarias herramientas y sin máquinas el bloque principal de su castillo. Tiene un peso estimado en 30 toneladas. Al igual que el resto del castillo, no se movió ni una pizca durante el paso del huracán Andrew que arrasó Homestead en 1992.
El amor lo puede todo, sin duda. Leedskalnin falleció solo y abandonado, como en la víspera de su boda. Ingresó al hospital de Homestead en diciembre de 1951, tres días después de haber franqueado por última vez la puerta de su castillo, un bloque de piedra de nueve toneladas que se podía empujar con un solo golpecito de los dedos. El mecanismo se gastó y fue arreglado, pero nunca recobró su precisión original y ningún ingeniero entendió cómo funcionaba.