La novela que hoy reseño tiene como protagonista a Eliza Touchet, prima y ama de llaves de un escritor de cierto renombre en la Inglaterra del siglo XIX, que vive tiempos alejados de los éxitos literarios y la compañía que mantuvo con grandes escritores años atrás. Eliza se ocupa de cuidar al escritor, quien años después de perder a su esposa se ha vuelto a desposar con una joven de baja ralea y menos bagaje cultural. Sin embargo, a ambas mujeres les atrae y une el caso de un famoso juicio mediático que tiene en vela a todo el país. Años después de darle por muerto, reaparece en el país el supuesto sir Roger Tichborne, quien reclama una herencia sumamente sustanciosa. Lo que sucede es que las pruebas no precisan claramente que sea el verdadero heredero.
A lo largo de casi quinientas páginas, un buen número de flashbacks, la genealogía y los dimes y diretes acontecidos a los protagonistas de esta novela, la escritora Zadie Smith sobrevuela la sociedad británica, desde el año 1830 hasta finales del los años setenta, en una visión amplia, dramática, por momentos cómica y especialmente analítica, de unos años convulsos y, especialmente relevantes, respecto a la prevalencia de la esclavitud y la situación de la colonia de Jamaica. En ese camino narrativo en el que aquel universo victoriano se estremece con las revoluciones sociales y la lucha por los derechos de los trabajadores en un país poderoso en su industria y rancio abolengo, la autora desarrolla, con empeño y cierta crítica, los vericuetos problemas que surgen en una sociedad basada en los derechos adquiridos, las familias nobiliarias, las herencias y la pobre y esquiva situación de la mujer, además de mil y un detalles de una sociedad rica en literatos y genios de la elocuencia y el pensamiento.
Zadie Smith juega con gran inteligencia en la ambivalencia de lo que les sucede a los protagonistas, tanto en la privacidad de su hogar, como en su vida pública, situaciones derivadas de una sociedad en la que la posición social y el éxito, muchas veces camina de manera paralelamente, a la riqueza y la pobreza de manera indistinta. Las envidias, los celos, los rumores y los malos entendidos colman el día a día de Eliza y sus compañeros de viaje, alternando la visión más humana y sentida de quien desarrolla su vida conforme a lo que deviene el destino, y la notoriedad recibida de los eventos que se van cruzando en su camino. Tanto la novela de éxito del siglo XIX en Reino Unido y sus autores, como los lejanos ecos de la masacre de Peterloo, pasando por el tratamiento y la ejecución de la justicia, o el desarrollo y consecuencias del abolicionismo, comparten protagonismo en una novela que ofrece el escenario perfecto para desarrollar algunos estos los grandes temas tan británicos, por su historia, transcendencia y vida cultura y social propia del país.
La novela se divide en dos grandes partes no claramente diferenciadas, que se reconocen de alguna manera conforme se adentra el lector en ella. Por un lado, se desarrolla y explica con no poco detalle, la vida y obra de Eliza y su primo Ainsworth y todas las ramas familiares y de amistades que surgen a su alrededor en un mare magnum de intereses, desencuentros y aspiraciones sociales y familiares. Por otro, va aconteciendo el ya nombrado y famoso juicio por la herencia de Tichborne, ocupando en gran manera, la segunda mitad del libro, sin perder de vista en absoluto, los enredos y las situaciones que comparten los personajes, cada uno de ellos volcado en su propios intereses. Es aquí cuando aparece una tercera figura especialmente importante para Eliza y el devenir de la novela. Se trata de un negro de Jamaica llamado Bogle y testigo principal del juicio. La autora cuenta al lector la terrible y sorprendente vida de este personaje ligado a la familia titular de la herencia en cuestión. Esta relación ampliará aún más el escenario que la autora muestra al lector sobre la esclavitud y los intereses británicos localizados en la isla colonial y sus plantaciones.
Zadie Smith basa su novela en personajes y hechos verídicos e históricos, aportando la necesaria y enriquecedora ficción a su alrededor para mostrarnos una magnífica obra que muestra el fascinante universo victoriano. En base a su amplia exploración dramática, realizada a golpe de sesudos golpes de trama, análisis y crítica de la sociedad del momento y la exploración de los engaños y sueños de la condición humana personificada en los ricos personajes presentados, logra construir con gran calidad y realismo, la realidad y los problemas de sucedidos en aquel escenario. Y para ello se nutre de no poco dramatismo, un tanto de humor y la sagaz inclusión de ideas, sentimientos y moral que acaparaban a aquella sociedad tradicional en su enfrentamiento con el inevitable avance de los tiempos. Si bien es cierto, la parte dedicada al juicio quizás se alargue un tanto, entiendo que la autora necesite hacer uso de la trama judicial para desarrollar y exprimir a su protagonista, un personaje cargado de ficción, como bien anota la autora en el epílogo, pero que en definitiva, soporta con total brillantez, el peso y la gloria de una espléndida novela.
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Zadie Smith.
La impostura, traducción de Eugenia Vázquez Nacarino. Narrativa Salamandra, 2024, 480 páginas.