Jennifer Hermoso denuncia coacciones tras el beso y niega que Rubiales le pidiera permiso: "Me cogió la cabeza con fuerza"
El proceso judicial contra el expresidente de la RFEF por el beso a la delantera española ha comenzado este lunes.
"Nos abrazamos, le dije 'la que hemos liado' y fue cuando él pegó el brinco y me dijo 'hemos ganado este Mundial gracias a ti'. Lo siguiente fueron sus manos en mis orejas y lo siguiente el beso". Así ha relatado Jenni Hermoso el momento en el que Luis Rubiales la besó sin su consentimiento tras la final del Mundial en Sídney, en la primera sesión del juicio al expresidente de la RFEF, en la que también ha puesto de manifiesto que se sintió "desprotegidísima" por el organismo.
Con gesto muy serio, vistiendo de negro impoluto y acompañada por su representante, ha llegado la máxima goleadora de la historia de la Roja para testificar en el juicio contra Rubiales, sentado a su izquierda en la sala 1 de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares, a menos de un metro, escuchando atentamente las dos horas y 20 minutos que ha durado la declaración de la futbolista.
Hermoso ha respondido, sin titubeos y manteniendo las manos entrelazadas sobre la mesa, a todas las preguntas que le han planteado Fiscalía, AFE, su abogado y las defensas de Luis Rubiales, que se enfrenta a dos años y medio de prisión, y Jorge Vilda, Albert Luque y Rubén Rivera, para los que la Fiscalía reclama un año de cárcel. Lo ha hecho, además, insistiendo siempre en la misma idea: el expresidente no le pidió permiso para besarla y, si lo hubiera hecho, no hubiera estado conforme.
"Ni sentí ni vi gestualizar ningún tipo de pregunta con su boca", ha aseverado, recordando que tampoco tuvo "capacidad de reacción" ni "posibilidad para reaccionar". "Sentí que estaba fuera de contexto totalmente. Sabía que me estaba besando mi jefe y eso no debe de ocurrir en ningún ámbito laboral o social", ha subrayado, revelando que "desde el primer momento" quiso denunciar los hechos.
La ex del Barça, que durante un momento del juicio se ha quejado al juez de la actitud de Rubiales, hablando con su abogada mientras declaraba la jugadora, ha querido dejar claro en todo momento que se sintió "poco respetada", pero intentó dejar lo ocurrido al margen de la celebración porque su deseo era "poder disfrutar" y no quedarse con "ningún ápice de remordimiento de no haber podido disfrutar de ese momento".
"Seguía bebiendo, seguía comiendo, quería emborracharme, quería hacer lo que una futbolista o un futbolista hace con una alegría tan grande de haber sido campeona de un Mundial", ha explicado. En este sentido, y respecto los vídeos en los que aparece celebrando, la futbolista ha querido dejar claro que su actitud no era reflejo de lo que estaba sintiendo en ese momento, pues ha explicado que no tenía por qué estar "llorando ni sentada en el último asiento" para demostrar lo que sentía.
Hermoso también ha revelado una conversación con Rubiales en el túnel de vestuarios poco después de lo ocurrido: "Él me dijo que se estaba hablando mucho por redes sociales y que podíamos pararlo ya. Le dije: 'Te va a caer porque sabes que esto no esta bien'. 'Ya sabes que lo he hecho con efusividad, que es el momento'. Yo le dije: 'Ya sabes lo que has hecho'", ha referido.
Las presiones en el estadio y en el vuelo a España
El beso no ha sido lo único que se ha tratado este lunes en la vista, sino también las coacciones a las que fue sometida la futbolista para salir al paso de la polémica, desde unas supuestas declaraciones suyas antes de salir del estadio hasta las presiones en el avión a ella y su familia.
En primer lugar, la jugadora del Tigres ha relatado que miembros de la Federación le pidieron que bajase del autobús para enseñarle y publicar un comunicado escrito supuestamente por ella: "Yo ya bajé, la verdad, que bastante como un poco atosigada. Ahí ya dije que no, que yo no iba a hablar, que yo no iba a hacer nada. Que no quería hacer nada más, y en un momento de hartazgo dije: 'Haced lo que queráis'. Y me volví a por mis maletas".
Ya en el avión, Hermoso ha contado que empezó "a notar mucho movimiento" y continuas reuniones de Rubiales y otros trabajadores de la Federación, entre ellos Jorge Vilda. En un momento dado fue al baño y se encontró con Rubiales, que le pidió "por favor" grabar un vídeo juntos.
"Me pidió por sus hijas, que estaban llorando, yo le dije que lo sentía, pero que no iba a hacerlo. Me comentó que tenía una novia y que a ella no le había molestado. Y también me dijo una cosa, que sí que me dolió un poco: 'A ti y a mí nos gusta lo mismo'. Dando a entender como que no tenía más importancia", ha narrado.
La presión para hacer una declaración junto al expresidente de la RFEF, además, también se extendió a su hermano, Rafael Hermoso, que mantuvo una conversación con Jorge Vilda, en unos momentos en los que la jugadora ha desvelado que se sintió "desprotegidísima" y "nadie" de la Federación se acercó para preguntarle cómo estaba.
El viaje a Ibiza
Jenni Hermoso también ha recordado los mensajes y acercamientos de Rubén Rivera y Albert Luque durante su estancia en Ibiza, así como que su amiga Ana Ecube recibió mensajes e incluso llegó a verse con Luque en la isla. Ante la negativa de la jugadora de ver a Luque, el directivo de la RFEF le reprochó no haberle ayudado a "quitarle el mayor marrón de su vida" y asegura que le deseó "lo peor en la vida".
Además, la delantera ha relatado el infierno que vivió en su llegada a España tras lo ocurrido: "Me tengo que ir de Madrid con toda mi familia, porque por un momento sentí miedo de ir por la calle. Recibí amenazas de muerte, era insostenible la situación. Mi vida cambió desde ese momento".
Las declaraciones de Ana Álvarez y Patricia Pérez
Después de la declaración de Jenni Hermoso, han ofrecido su testimonio ante el juez Ana Álvarez, directora de fútbol femenino de la RFEF durante el Mundial, y Patricia Pérez, jefa de prensa de la selección. "Estaba preocupada. No le gustaba la situación, estaba incómoda y me contó las palabras que había tenido con el presidente. La decisión la tenía tomada y así me lo hizo saber", ha señalado la primera, al ser preguntada por el estado anímico en el que se encontraba la futbolista.
Álvarez, además, ha confesado que recibió "una fuerte reprimenda del presidente" después de que esta no hablase con Hermoso, como él le había pedido, así como que ella no tuvo nada que ver en la elaboración del comunicado que se le atribuyó a Jenni Hermoso.
La jefa de prensa de la selección femenina, por su parte, ha confirmado la actitud de hartazgo de la futbolista al bajar del autobús, y ha revelado que se sintió en una "encerrona" al ir a declarar ante el departamento de integridad, pues se encontró en una habitación con ocho personas: Rubiales, su padre, su jefe de gabinete y "un amigo íntimo de la infancia"; el exjefe de Comunicación Pablo García Cuervo; Enrique Yunta, psicólogo de la selección femenina y Luis de la Fuente, seleccionador masculino.
En este sentido, Pérez ha asegurado que el expresidente de la RFEF le pidió incluir en su declaración que había sido Jenni Hermoso quien lo había levantado a él durante la entrega de medallas y que ella le habí dado dos palmadas en el costado, algo a lo que ella se negó porque era "imposible" que hubiese visto eso desde la zona del campo en la que se encontraba.
Después de tres horas y algunos cambios, Pérez ha admitido que terminó firmando la declaración que creía que más se ajustaba a la realidad, y ha asegurado que ella era "un mero peón y era García Cuervo quien tomaba las decisiones", atribuyendo al máximo responsable de Comunicación la redacción del comunicado que enseñaron a Jenni Hermoso en el autobús.