El charal y la ballena
Hace 35 años, cerrar un TLC con Estados Unidos era una osadía, casi como un charal queriendo comerse a una ballena, pero no era algo nuevo.
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El 3 de febrero de 1990, el presidente Carlos Salinas registraba en su libreta de notas: “a lo largo de mi viaje sentí una vez más cómo México suscita el respeto de la comunidad internacional. Esto me llena de orgullo. Pero tenemos una nueva y más grande responsabilidad. Hay oportunidades y peligros para nosotros, debido a los cambios que ocurren a nivel mundial. Me preocupa que Europa del Este atraiga un gran monto de los recursos de inversión y que, por lo tanto, no quede nada para México. La competencia por el capital se acelera”.
Así lo cuenta el exmandatario en su libro ‘Aliados y adversarios’.
Si todo ocurrió también como lo cuentan Maxwell Cameron y Brian Tomlin en su obra ‘The making of NAFTA’, en un día como hoy de hace 35 años, el vuelo transatlántico con el gabinete mexicano a pleno, aterrizaba en el país con una meta y confidencial: cerrar un TLC con Estados Unidos.
La semilla se colocó en una reunión privada en Davos entre Jaime Serra Puche, por entonces secretario de Comercio y Fomento Industrial (Secofi), y su par estadounidense, Carla Anderson Hills. Era una osadía, casi como un charal queriendo comerse a una ballena, pero no era algo nuevo. De hecho, había sido una propuesta que tanto Ronald Reagan como el propio Georges Bush habían intentado en el pasado.
Hace 35 años, en ese febrero de 1990, cada reunión del gabinete económico incluía el tema del TLC: que si se tenían que privatizar antes más empresas públicas (como la industria telefónica y siderurgia) cómo reducir la deuda interna, la privatización de la banca.
Hasta ese momento, solo Pedro Aspe, Jaime Serra, Guillermo Ortiz y Herminio Blanco conocían de este proyecto para convertir a los países vecinos en un bloque comercial.
El nombre ‘cifrado’ era ABC (Acuerdo Bilateral de Comercio). Ya habían trazado el camino de cómo debería ser la negociación, se armaron escenarios favorables y de resistencias, se comenzaron a mover fichas en el Poder Legislativo y se organizó un viaje confidencial a Washington. Antes de que terminara ‘ese’ mes histórico, Serra y José Córdoba, el poderoso jefe de la Oficina de Presidencia, llegaron directamente a reunirse con el secretario de Estado, James Baker, para conseguir más funcionarios que apoyaran esta iniciativa.
En ese momento, el PIB de Estados Unidos era 20 veces el de México y 10 veces el de Canadá. El charal y la ballena.
Hace 35 años, la IED era de 2 mil 900 millones de dólares (mdd) al año; el año pasado fue de 35 mil mdd.
Hace 35 años exportábamos 100 mdd por día a Estados Unidos; hoy son 2 mil 300 mdd cada 24 horas.
Tenemos un stand by de 30 días para saber si finalmente Donald Trump aplica los aranceles.
Tenemos un mes para saber qué pasará con el charal y la ballena.