Eduardo Angulo, un biólogo entre monstruos, pucheros y ciencia ficción

«Soy un científico. Como tal escribo este libro aunque trate de una disciplina tan poco científica como la criptozoología», explicaba Eduardo Angulo (Bilbao, 1952) al principio de Monstruos (451 Editores, 2007). No era su primer libro. Dos años antes había publicado Julio Verne y la cocina. La vuelta al mundo en 80 recetas (Edaf). Tampoco […]

Jan 14, 2025 - 13:39
Eduardo Angulo, un biólogo entre monstruos, pucheros y ciencia ficción
Eduardo Angulo, con uno de sus libros en la cocina del colegio mayor Miguel de Unamuno, en Bilbao. Foto: Ignacio Pérez / 'El Correo'.
Eduardo Angulo, con uno de sus libros en la cocina del colegio mayor Miguel de Unamuno, en Bilbao. Foto: Ignacio Pérez / ‘El Correo’.

«Soy un científico. Como tal escribo este libro aunque trate de una disciplina tan poco científica como la criptozoología», explicaba Eduardo Angulo (Bilbao, 1952) al principio de Monstruos (451 Editores, 2007). No era su primer libro. Dos años antes había publicado Julio Verne y la cocina. La vuelta al mundo en 80 recetas (Edaf). Tampoco fue el último. Desgraciadamente, ese honor le cabe a El animal que cocina. Gastronomía para homínidos (451 Editores, 2009), porque Eduardo nos dejó huérfanos el jueves, cuando nadie se lo esperaba. 

El biólogo y divulgador Juan Ignacio Pérez me dio la triste noticia a la mañana siguiente. Él se había hecho eco de ella minutos antes en Bluesky: «Ha fallecido mi profesor, colega de facultad, compañero divulgador y colaborador de la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco, Eduardo Angulo Pinedo. Excelente persona y científico. Pocos como él han sabido transmitir un conocimiento tan vasto como el suyo con la distancia y el sano escepticismo que lo caracterizaba», escribió. Siempre preciso, Juan Ignacio retrataba en tres frases al Eduardo del que disfrutamos muchos, un hombre afable, sonriente, dialogante y generoso con su saber. 

Le conocí en la primavera de 2004, en una comida de la Tertulia de Ciencia-Ficción de Bilbao (TerBi). Eduardo era el invitado de honor. Dirigía en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) un curso de doctorado, titulado Ciencia ficción y biología, que aunaba dos de sus pasiones. Usaba películas y cuentos de ciencia ficción como catalizadores de debates sobre la evolución, el calentamiento global, la manipulación genética, la vida extraterrestre… Quería que los futuros investigadores asumieran que «la ciencia no puede estar por encima de la sociedad» y que el porvenir estaba ya aquí o iba a llegar muy pronto, me explicó en su despacho del colegio mayor Miguel de Unamuno, que dirigía, cuando le entrevisté para El Correo pocos días después. 1

El mejor profesor de la carrera para todos los que asistieron a sus clases de biología en la UPV/EHU, Eduardo era una mina para un periodista. Además, fue mi biólogo de referencia. Aquel a quien llamaba cuando el tema lo requería. ¿Y saben una cosa? Nunca me dijo que no. Siempre estaba dispuesto a guiarte y, como curioso impenitente, bastaba que le preguntaras algo para que se lanzara a bucear en la literatura científica, encontrara la respuesta y, encima, detectara inesperadas consecuencias en el hallazgo en cuestión. Nunca dejó de sorprenderme. Por eso, nuestros encuentros profesionales en su despacho del colegio mayor se prolongaban siempre más allá de lo planeado por ambos. Entre aquellas cuatro paredes, hablamos de sus tres libros, sus intereses y los proyectos del Círculo Escéptico, al que se unió en cuanto nació. Le apasionaban la ciencia ficción -sentía devoción por Frankenstein–, la cocina y los monstruos.

Juan Luis Arsuaga, con el biólogo Eduardo Angulo y Luis Alfonso Gámez, antes de su conferencia en Bilbao con motivo del bicentenario del nacimiento de Charles Darwin.
Juan Luis Arsuaga, con el biólogo Eduardo Angulo y Luis Alfonso Gámez, antes de su conferencia en Bilbao con motivo del bicentenario del nacimiento de Charles Darwin.

En la España de hace veinte años, un biólogo que hablara de monstruos era tan políticamente incorrecto como un astrónomo que hablara de platillos volantes. Cuando en 2006, el Círculo Escéptico organizó en Bilbao con la UPV/EHU y gracias a Juan Ignacio, entonces rector, la jornada Misterios, a la luz de la ciencia, allí estuvo Eduardo con sus criaturas maravillosas, como llamaba a las de la criptozoología. El libro que recoge aquellas charlas es una rara avis en la producción editorial de las universidades españolas, con investigadores de prestigio hablando de visitas extraterrestres, monstruos y témporas, y advirtiendo del riesgo del pensamiento mágico y de la necesidad de promover el pensamiento crítico.2 Un año después, salió a la venta Monstruos, que, como escribí en su momento, no solo es un ejemplo de magnífica divulgación científica -es un libro bien escrito e interesante-, sino que además es una obra primorosamente editada, con ilustraciones y detalles que enriquecen el original. Lo presentó en sociedad Juan Ignacio, su antiguo alumno y amigo.

Eduardo también estuvo ahí cuando organizamos en Bilbao en 2007 la jornada 60 años de platillos volantes, en la que le acompañamos Fernando L. Frías, Ricardo Campo y yo. En 2009, presentó en los actos del Día de Darwin a Juan Luis Arsuaga y siete días después, el 12 de febrero, se sumó a la celebración del bicentenario del nacimiento de naturalista inglés en una cena presidida nada menos que por Francisco J. Ayala. El que había reservado el restaurante había pasado por alto los problemas de movilidad de Eduardo, derivados de la polio: cuatro escalones se levantaban como un muro infranqueable entre él y la mesa del banquete. Ni cortos ni perezosos, le obligamos a sentarse en una silla y entre cuatro le subimos en volandas.

Eduardo participó en febrero de 2011 en los actos del Día de Darwin con su charla De la carroña al ‘delicatessen’: la humanidad se humaniza. En noviembre de 2017, nos ilustró sobre Los mitos. Cómo ganar el debate al cuñado en un encuentro Enigmas y Birras en Bilbao. Habló de sus queridos monstruos en octubre de 2022 en el ciclo Seres fantásticos, organizado por el Círculo Escéptico para la Biblioteca Foral de Bizkaia. Y además, durante todos esos años, no dejó de escribir para su blog, La Biología Estupenda, y para el Cuaderno de Cutlura Científica; divulgó la ciencia en Radio Euskadi, con su amiga Almudena Cacho; y fue uno de los tres columnistas del desaparecido suplemento Ciencia de El Correo, que tuve el placer de coordinar y en el que le acompañaban Juan Ignacio Pérez y José Antonio Pérez Ledo. ¡Vaya trío!

Eduardo nos ha dejado. Le vamos a echar mucho de menos. Sin su sonrisa, sin su bonhomía y sin su saber, somos hoy mucho más pobres que ayer. Parece fácil escribir esas frases sencillas y claras propias de sus artículos y libros, pero no lo es. Parece fácil contagiar el entusiasmo por el saber, pero tampoco lo es. Con más Eduardos, nos iría mucho mejor porque la ciencia y la cultura llegarían a más gente. Y, sobre todo, nos divertiríamos más.

  1. Gámez, Luis Alfonso [2004: «El porvenir ya está aquí». El Correo (Bilbao). 14 de junio. ↩
  2. Gámez, Luis Alfonso (Ed.) [2008]: Misterios a la luz de la ciencia. Universidad del País Vasco. 226 páginas. ↩

Obituario publicado en Magonia el 10 de diciembre de 2024.