Todo el poder, ¿para qué?

Hace mucho que yo no veía un proyecto tan ambicioso en términos de inversión y crecimiento para el país como el Plan México de Claudia Sheinbaum, con una confianza tan grande en los mecanismos de política industrial

Feb 7, 2025 - 10:41
 0
Todo el poder, ¿para qué?

Dice el dicho que uno propone y la vida dispone.

Esto aplica a la vida privada, pero también a la corporativa o la pública. Pienso en los presidentes que iniciaron su mandato con planes grandiosos y terminaron lidiando con crisis económicas, asesinatos políticos, hostilidades externas o inestabilidad interna. Sobre la presidenta Sheinbaum pende una amenaza de cataclismo. No importa si ésta se materializa o no, porque ya afectó el devenir de su administración. Me refiero a la amenaza de Trump en sus distintas aristas: la migratoria, la comercial, la de seguridad. Todas son temerarias para el país e imponen retos formidables para la presidenta. Pienso que se tiene que ser muy audaz para lidiar con una situación de esta complejidad.

No es la primera vez que situaciones “extraordinarias” cambian el rumbo de una administración. Al hacer un recuento de situaciones así en el pasado, encuentro de todo. Pero se distinguen quienes aprovecharon la crisis para cambiar paradigmas. Para la presidenta, el contexto puede ser una oportunidad para definir una prioridad de gobierno y llevarla a sus últimas consecuencias. Puede servir para convocar a sus correligionarios y a los mexicanos tras una causa común. También para tomar el poder que le ha sido regateado. No me gusta nada el lugar común de transformar la crisis en oportunidad, porque definitivamente hubiera sido mejor no tener las amenazas de Trump pendiendo sobre nuestra cabeza, pero sí se puede mitigar el daño y… algo más.

Pongo el contexto.

Hace poco menos de un mes, la presidenta presentó el Plan México. Hace mucho que yo no veía un proyecto tan ambicioso en términos de inversión y crecimiento para el país y también una confianza tan grande en los mecanismos de política industrial que propone. Esta es la arista económica del proyecto de Claudia Sheinbaum.

Antes, como los primeros anuncios de su gobierno, se presentaron las acciones en materia de seguridad. Una combinación de instrumentos y de visión en la que caben algunas piezas del relato (no estrategia) del gobierno anterior, pero también un viraje prudente en la propuesta para no desmarcarse de más de lo que aconteció con su predecesor. Pero es evidente que la presidenta tiene una concepción del problema distinta y que su experiencia en la Ciudad de México le da elementos para confiar en el acierto de ella.

Al Plan México Trump lo hace tambalear. Es casi imposible lograr incrementos en la inversión extranjera directa si a nuestras exportaciones se les pone una barrera del 25% de arancel. Habrá que hacer los cálculos precisos por sector, pero el hecho es tan disruptivo que hace del Plan México un gran documento sobre una gran aspiración que no pudo trascender ese estatus. Es posible que la amenaza no se concrete; no obstante, contrarrestar dicha amenaza requerirá de un antídoto todopoderoso que puede ser un tratado comercial renovado o una reforma a la reforma de la justicia de tal magnitud que dé certezas y asideros necesarios para que la inversión no encuentre un entorno de protección débil que la desincentive.

Ante el nuevo contexto, el tema de seguridad se convierte en el factótum. Por malas y buenas razones. Las malas porque es el argumento para amagarnos. Es la expansión y arraigo de los grupos criminales, bajo el amparo de la impunidad y la complicidad, lo que está matando a un número creciente de estadounidenses. El tema es perfecto para usarlo políticamente, como lo ha hecho el presidente de nuestro país vecino. Y ciertamente el impacto del crimen es brutal sobre nuestros vecinos y sobre nosotros mismos. Hemos normalizado el daño, pero no por eso deja de ser brutal e inhumano.

No creo que en una administración podamos darle vuelta al problema; sí creo que un periodo de gobierno de desdén e indiferencia puede provocar un daño irreparable.

En el tema de crimen y seguridad también se pueden hacer planteamientos ambiciosos. Un plan México paralelo para atender zonas prioritarias de conflicto, para recuperar territorios, para construir capacidades, para hacer la combinación necesaria de reacción, contención y prevención. El Plan México en lo económico muestra confianza en la potencia del Estado, y puede hacerse un argumento espejo para el tema de la violencia y el crimen. Pero no hay que caer en la ilusión de las capacidades que no existen.

Hay que desmenuzar el problema de gobernanza que nos atora en la construcción de una solución. Hay que medir qué pueden y qué no nuestras instituciones de seguridad y justicia en un corte actual. Hay que construir un proyecto de fortalecimiento del Estado, de la gobernanza de la seguridad, de los componentes de reacción, contención y prevención que necesitamos.

Hace mucho que un presidente mexicano no tenía tanto poder: alineación del partido en el gobierno con las mayorías en el Legislativo, influencia en la mayor parte del territorio nacional, aprobación y popularidad. Alineación de poder para usarlo en beneficio del país, no en bagatelas. Todo el poder, ¿para qué?