Por cada panadería que muere en un pueblo, un multiservicios nace como último recurso de supervivencia
La de Fuentes Claras, en Teruel, ha cerrado, pero Beatriz Sánchez en Tardienta (Huesca) lucha para que su despacho de pan sobreviva. Los hermanos Monesma, panaderos de tradición, gestionan un multiservicios en Frula para 500 habitantes. En Teruel, de 110 multiservicios disponibles, solo quedan dos en busca de quién se ponga al frenteDos tercios de los negocios de pueblos turolenses no tienen relevo: “Cuando cerremos nos quedamos sin tienda” La localidad turolense de Fuentes Claras se queda sin panadería. El día 1 de enero, este establecimiento cerró sus puertas tras intentar sobrevivir en uno de los 541 municipios aragoneses con menos de 500 habitantes (Aragón suma en todo su territorio 731 localidades). “Desaparecerá el primer encuentro de los más madrugadores y se perderá el evocador olor a pan y a magdalenas, que, como le sucedía a Marcel Proust, ilumina las primeras horas del día. Será otro autónomo que tira la toalla en los municipios de menos de 500 habitantes de la provincia de Teruel”, cuenta el periodista Plácido Díez en su artículo de opinión “Memorias de diciembre” publicado en este medio. Sin embargo, hay emprendedores que siguen luchando en otros puntos de la comunidad. Es el caso de Beatriz Sánchez, que se quedó al frente de un pequeño despacho de pan y repostería en la localidad oscense de Tardienta. “Cuando vi el cartel de que iban a cerrar me decidí a continuar con el negocio, siempre me había llamado la atención y sabía que el pan es un artículo de primera necesidad”, cuenta esta emprendedora que cumple ahora dos años con una puerta abierta justo cuando celebra su 50 cumpleaños. “No me jubilaré en este despacho de pan, pero me gustaría poder alargarlo todo lo posible”, confiesa Beatriz, que pidió una excedencia en la residencia de personas mayores de Tardienta, donde había trabajado siete años y medio, para comenzar su nueva andadura como emprendedora “si no me iba bien, siempre tenía un trabajo al que volver”, añade, porque cuando empiezas un negocio, hay que tener los pies en la tierra. Las cuentas, al igual que le sucedió a los propietarios de la panadería de Fuentes Claras, también a Beatriz le resultan difíciles de sacar: “Son los 300 euros de autónoma, más el alquiler del local, la luz, el agua, los seguros… Hay que vender mucho pan para hacer ese desembolso cada mes”. Y estas cifras se vuelven más duras cuando el negocio está ubicado en una población con menos de 500 habitantes. Si al despacho de pan no le salen las cuentas, el panadero también hace su magia A Beatriz le sirven el pan los Hermanos Monesma desde Almuniente, una pequeña localidad de la comarca de Los Monegros que ronda los 500 habitantes habituales, aunque suma cerca de 570 censados. Este pueblo histórico de la zona tenía un panadero “de los de toda la vida” que dejaba la panadería, y llamó a un tractorista, joven, venido de otro pueblo, que sabía que había sido panadero para ofrecerle continuar con el negocio. Así, en el año 1969, Encarna Delgado Osuna, que por entonces tenía 16 años, y su marido, se pusieron al frente de la panadería de Almuniente. Hoy, son sus hijos, “el segundo y el cuarto, de 53 y 47 años” los que siguen el negocio familiar. Una empresa, la de ser panaderos que “nunca ha sido fácil”, confiesa Encarna, y su hijo Javier, le da la razón: “Los tiempos han cambiado, pero no para mejor, si antes repartíamos en siete u ocho sitios, ahora lo hacemos en cuatro, la llegada de las grandes cadenas de supermercados ha cambiado el sistema”. Los hermanos Monesma sirven una vez a la semana sus productos de panadería artesanal a localidades como Biescas, Tramacastilla de Tena, Panticosa, Escarrilla y Sallént, además de las grandes; Jaca y Sabiñánigo. Desde Los Monegros, reparten el producto de su negocio familiar principalmente en el Valle de Tena a pequeños negocios que resisten, entre temporada y temporada, intentando dar servicio a las personas que viven en sus pueblos todo el año. Nada de lo que no se vende se tira: “Somos el único gremio que recogemos lo que se ha quedado sin vender”, apunta entre risa y resignación el panadero. Ese pan se convierte en pan rallado o en migas, y las sirven una vez a la semana a uno de sus más conocidos clientes, el restaurante Casa Antonio en Ontinar, famoso precisamente en el mundo de la gastronomía aragonesa por sus sabrosos platos de migas. A pesar del cambio en los hábitos de compra de la sociedad, Javier Monesma reconoce que siguen llevando sus productos a los pequeños establecimientos, pero que “el turismo y las grandes superficies han influido mucho en este cambio, los pueblos pequeños no pueden abastecer en temporada alta, y en temporada baja todo sobra; es complicado, mucho”, admite el panadero, que recuerda como antes llevaban pan y repostería con su furgoneta hasta la frontera del Portalet. Pan, café y papel higiénico: los maridajes de la supervivencia del
La de Fuentes Claras, en Teruel, ha cerrado, pero Beatriz Sánchez en Tardienta (Huesca) lucha para que su despacho de pan sobreviva. Los hermanos Monesma, panaderos de tradición, gestionan un multiservicios en Frula para 500 habitantes. En Teruel, de 110 multiservicios disponibles, solo quedan dos en busca de quién se ponga al frente
Dos tercios de los negocios de pueblos turolenses no tienen relevo: “Cuando cerremos nos quedamos sin tienda”
La localidad turolense de Fuentes Claras se queda sin panadería. El día 1 de enero, este establecimiento cerró sus puertas tras intentar sobrevivir en uno de los 541 municipios aragoneses con menos de 500 habitantes (Aragón suma en todo su territorio 731 localidades). “Desaparecerá el primer encuentro de los más madrugadores y se perderá el evocador olor a pan y a magdalenas, que, como le sucedía a Marcel Proust, ilumina las primeras horas del día. Será otro autónomo que tira la toalla en los municipios de menos de 500 habitantes de la provincia de Teruel”, cuenta el periodista Plácido Díez en su artículo de opinión “Memorias de diciembre” publicado en este medio.
Sin embargo, hay emprendedores que siguen luchando en otros puntos de la comunidad. Es el caso de Beatriz Sánchez, que se quedó al frente de un pequeño despacho de pan y repostería en la localidad oscense de Tardienta. “Cuando vi el cartel de que iban a cerrar me decidí a continuar con el negocio, siempre me había llamado la atención y sabía que el pan es un artículo de primera necesidad”, cuenta esta emprendedora que cumple ahora dos años con una puerta abierta justo cuando celebra su 50 cumpleaños.
“No me jubilaré en este despacho de pan, pero me gustaría poder alargarlo todo lo posible”, confiesa Beatriz, que pidió una excedencia en la residencia de personas mayores de Tardienta, donde había trabajado siete años y medio, para comenzar su nueva andadura como emprendedora “si no me iba bien, siempre tenía un trabajo al que volver”, añade, porque cuando empiezas un negocio, hay que tener los pies en la tierra.
Las cuentas, al igual que le sucedió a los propietarios de la panadería de Fuentes Claras, también a Beatriz le resultan difíciles de sacar: “Son los 300 euros de autónoma, más el alquiler del local, la luz, el agua, los seguros… Hay que vender mucho pan para hacer ese desembolso cada mes”. Y estas cifras se vuelven más duras cuando el negocio está ubicado en una población con menos de 500 habitantes.
Si al despacho de pan no le salen las cuentas, el panadero también hace su magia
A Beatriz le sirven el pan los Hermanos Monesma desde Almuniente, una pequeña localidad de la comarca de Los Monegros que ronda los 500 habitantes habituales, aunque suma cerca de 570 censados. Este pueblo histórico de la zona tenía un panadero “de los de toda la vida” que dejaba la panadería, y llamó a un tractorista, joven, venido de otro pueblo, que sabía que había sido panadero para ofrecerle continuar con el negocio. Así, en el año 1969, Encarna Delgado Osuna, que por entonces tenía 16 años, y su marido, se pusieron al frente de la panadería de Almuniente. Hoy, son sus hijos, “el segundo y el cuarto, de 53 y 47 años” los que siguen el negocio familiar. Una empresa, la de ser panaderos que “nunca ha sido fácil”, confiesa Encarna, y su hijo Javier, le da la razón: “Los tiempos han cambiado, pero no para mejor, si antes repartíamos en siete u ocho sitios, ahora lo hacemos en cuatro, la llegada de las grandes cadenas de supermercados ha cambiado el sistema”.
Los hermanos Monesma sirven una vez a la semana sus productos de panadería artesanal a localidades como Biescas, Tramacastilla de Tena, Panticosa, Escarrilla y Sallént, además de las grandes; Jaca y Sabiñánigo. Desde Los Monegros, reparten el producto de su negocio familiar principalmente en el Valle de Tena a pequeños negocios que resisten, entre temporada y temporada, intentando dar servicio a las personas que viven en sus pueblos todo el año.
Nada de lo que no se vende se tira: “Somos el único gremio que recogemos lo que se ha quedado sin vender”, apunta entre risa y resignación el panadero. Ese pan se convierte en pan rallado o en migas, y las sirven una vez a la semana a uno de sus más conocidos clientes, el restaurante Casa Antonio en Ontinar, famoso precisamente en el mundo de la gastronomía aragonesa por sus sabrosos platos de migas.
A pesar del cambio en los hábitos de compra de la sociedad, Javier Monesma reconoce que siguen llevando sus productos a los pequeños establecimientos, pero que “el turismo y las grandes superficies han influido mucho en este cambio, los pueblos pequeños no pueden abastecer en temporada alta, y en temporada baja todo sobra; es complicado, mucho”, admite el panadero, que recuerda como antes llevaban pan y repostería con su furgoneta hasta la frontera del Portalet.
Pan, café y papel higiénico: los maridajes de la supervivencia del rural y de sus mujeres
Esta parte del negocio, la del reparto de pan y repostería a despechos en localidades pequeñas, se ha resentido en la última década, pero desde hace poco más de un año, los hermanos Monesma se han embarcado en la aventura de gestionar el establecimiento multiservicios de la localidad de Frula, el primero de los diez pueblos de colonización en poblarse en el año 1958. “Estamos contentos, es un municipio pequeño, pero tiene mucha vida, mucha gente joven que se ha quedado a vivir y que tienen niños”, apunta Javier. En esta tienda no solo venden pan, también tienen productos de limpieza, pasta, arroz, aceite, agua, papel higiénico, verduras y frutas, la carne llega por encargo dos días a la semana, y el pescado un día a la semana. “Abrimos de 8 de la mañana a cuatro de la tarde, y la vecindad se ha acostumbrado a este horario sin problema”, asegura el panadero.
Una forma de mantener abierto un servicio para el pueblo, adaptado para todos los habitantes y sus diferentes circunstancias: “lo usan tanto las personas mayores que no se pueden desplazar, como la gente más joven para cualquier cosa de primera necesidad, así no tienen que coger el coche y desplazarse a Huesca”, aclara Javier Monesma.
En el caso de Beatriz, la que intenta sobrevivir es ella misma. Aunque reconoce que la estabilidad económica era mayor cuando trabajaba en la residencia, desde que trabaja en su despacho de pan ha ganado en calidad de vida: “Durante años me perdí las actividades y la vida de mis hijos prácticamente todos los fines de semana, porque solo libraba uno al mes. Ahora cierro por las tardes todos los días y los domingos completos, y tengo tiempo para estar con mis hijos de 15 y 17 años”.
A sus cincuenta años, Beatriz volverá a la residencia “si no queda otra”, porque a partir de los cincuenta años, un trabajo como el que se lleva a cabo en las residencias con personas mayores exige una condición física que muchas mujeres a esa edad ya no pueden realizar sin que sea perjudicial para su propia salud. Consciente de esta situación, Beatriz reconoce que prefería seguir al frente de su pequeño despacho “todos los años que sean posibles”, aunque el pan no deja mucho margen, “porque no soy la única que lo vende en el pueblo, pero tengo repostería y tartas, también vendo productos de primera necesidad, aceite, pasta, azúcar, arroz, y ser un multiservicio es lo que me va salvando”, admite la emprendedora.
Las provincias de Huesca y Zaragoza subsisten; Teruel se pone manos a la obra
En la provincia de Teruel, el 64% de los negocios no encuentran con un relevo claro y hay más de 30 municipios en los que no se registra actividad económica alguna. Son dos de las claves en las que la Diputación Provincial de Teruel (DPT) a la Cámara de Comercio e Industria de Teruel han prometido ponerse a trabajar a través de un convenio, después de conocer la situación económica y comercial en la que se encuentra la provincia, y que se refleja en el informe solicitado por el área de Desarrollo Territorial de la DPT a la Cámara.
“Nos gustaría que los pequeños negocios que ya existen se mantuvieran y que se abrieran otros independientes, pero todo indica a que ahora los multiservicios parecen ser el futuro”, confiesa Rodrigo Villarroya, director de comercio y desarrollo territorial de la Cámara de Comercio e Industria de Teruel. Uno de los motivos del auge de este tipo de servicios combinados es que los establecimientos tradicionales suelen estar vinculados a la vivienda, y eso los hace más difíciles de traspasar, además, “no todos los emprendedores quieren asumir el riesgo de pagar un traspaso o de invertir en montar un negocio desde cero en el rural”, añade Villarroya.
En las provincias de Huesca y Zaragoza existen 31 multiservicios en cada una de ellas. En la provincia de Teruel son 110 los multiservicios que se ofrecen en zonas rurales. En el año 2023 había diez multiservicios sin gestores, actualmente solo hay dos que busquen quién se ponga al frente de ellos; en las localidades de Rubiales y Noguera de Albarracín. “Esta misma semana se ha llevado a cabo la selección para conceder dos nuevos, uno en Torrelacarcel y otro en La Cerollera”, explica el director de comercio y desarrollo territorial de la Cámara, entidad que ayuda a gestionar estas iniciativas junto con los ayuntamientos de las localidades en las que se encuentran.
Los multiservicios son propiedad del Ayuntamiento, los pliegos los saca cada consistorio y la persona que lo gestiona se da de alta como autónomo y asume los gastos que conlleva el negocio; por ejemplo, en Noguera de Albarracín se oferta el multiservicio por una renta de 50 euros al mes. La mayoría suelen llevar aparejada una vivienda con un alquiler, que puede ser un precio simbólico; en el multiservicio que se acaba de conceder en La Cerollera, una pareja gestionará el comercio, el bar y los alojamientos turísticos, por una mensualidad de 120 euros en la que va incluido el alquiler de su propia vivienda.
La cuota de autónomos, como decía desde Tardienta Beatriz, es uno de los principales escoyos para los nuevos emprendedores rurales. En este sentido, la Diputación de Teruel está ofreciendo ayudas para afrontar los 300 euros de cuota mensual de autónomos en los municipios de menos de 500 habitantes. “Se ofertan todos los años ayudas por valor de 1.600 euros anuales a los autónomos que gestionen un servicio, y que no haya otro igual en la misma localidad”, explica Villarroya, que recuerda que este importe se puede solicitar un año tras otro sin límites, y que es de 800 euros para profesionales que, aunque no vivan en estas localidades, les ofrezcan sus servicios de manera ambulante; peluquería, podología, fisioterapia, etcétera. Ayudas que se suman a otras de carácter local, puestas en marcha por los propios ayuntamientos, o comarcales, y que se enfocan en gastos derivados de los servicios de suministros, teléfono o internet, entre otros.
Además del apoyo económico, la parte humana también juega un papel vital en el triunfo de las nuevas iniciativas. “La rotación en la gestión de los multiservicios es más alta de lo que nos gustaría, pero al menos se mantienen abiertos”, confiesa Villarroya. Y es que adaptarse a la vida en un pueblo no resulta fácil para los emprendedores que vienen de fuera, y aunque quien lo gestione sea del pueblo, la concienciación de toda la comunidad es fundamental para que estas iniciativas funcionen, y en ello están también trabajando en Teruel: “Queremos que la gente entienda que, si tienes un multiservicio en tu localidad, pero haces toda la compra en la cabecera de comarca, el día que ese multiservicio cierre porque no sea viable para la persona que lo gestiona, también será responsabilidad tuya no haber aportado tu granito de arena para mantenerlo abierto”, advierte Rodrigo Villarroya.
Con el objetivo de dar respuesta a los municipios muy pequeños, “aquellos en los que no es viable abrir un establecimiento multiservicios propio” porque el número de habitantes no roza ya ni el medio centenar, están explorando copiar el modelo que se ha implantado en los municipios de la Val d'Onsella, en la comarca de Cinco Villas y que recibe el nombre de RedOnsella, aunque popularmente lo han bautizado Amazon Rural. Una plataforma de compra-venta online que incluye una aplicación, una tienda física; que se encuentra en la localidad de Urriés, y reparto semanal gratuito a los vecinos de los ocho municipios que de momento se han adherido a la iniciativa, que nace con la mirada puesta en crear una red de apoyo social y económico para municipios rurales, con una población altamente envejecida y que, además, no disponen de servicios cercanos.
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