Cruising virtual y nostalgia milenial en la mirada de Joan Porcel: “Queremos contar qué pasa en espacios estigmatizados”
El cineasta pone en marcha el rodaje de ‘La carn’, una biopic “en directo” que parte de una obra teatral del actor Lluís Garau y se adentra en la soledad de toda una generación que creció en el Internet de los chats y las ‘webcams’Una noche en una fiesta de 'swingers': “Más allá del sexo, es un juego que le da picante a la vida” Acostado en la cama, fumando y en albornoz. Es la imagen de un hombre, de unos cuarenta y pocos años, esperando conectar con alguien desde su ordenador. Tras volver a hacer click en el chat, aparecen en primer plano unos genitales anónimos en busca de placer. Son las primeras impresiones de una visita a una web de videollamadas aleatorias, comúnmente señalada desde la burla y el rechazo. Sin embargo, ¿qué relaciones se tejen en su mundo invisible, más allá de los prejuicios? Esa es una de las grandes preguntas a las que responde ‘La carn’, la nueva película de Joan Porcel que nace de la obra de teatro, con el mismo título, del coreógrafo Lluís Garau. Tras sus últimas películas, dedicadas a la influencer y activista española Samantha Hudson y la artista Júlia Colom, el cineasta mallorquín Joan Porcel (Palma, 1994) comienza a trabajar en el rodaje de una historia que habla sobre las relaciones sexoafectivas en plataformas digitales. A través del retrato del proceso creativo de Lluís Garau y la participación de diferentes personas anónimas de la web, la cinta explora los límites entre la ficción y el documental. El metraje, producido por Charli Bujosa Cortés, de Mansalva Films, “podría llegar a los cines entre finales de año y principios del siguiente”, según las previsiones del cineasta. Sobre la película, ¿qué otras colaboraciones tendrá, más allá de la del protagonista? Este documental es una historia coral que habla de Internet como tal, como concepto, como espacio físico y, en realidad, el único personaje que vehicula la película es Lluís. Todas las demás personas que aparecen son personas anónimas de Internet. Ahí tenemos la tarea de documentar lo que estamos haciendo, trabajando con personas reales en el mundo de Internet, con arquetipos de usuarios que deciden pasar un tiempo durante la obra y el tiempo libre del actor cuando se conectan al chat. Entonces, ¿los personajes anónimos de la película han sido contactados a través del chat? Es una búsqueda que se hace totalmente a través de Internet, esforzándonos por intentar conservar la máxima frescura de las interacciones, porque queremos relatar fielmente lo que pasa en ciertos espacios no visibilizados o estigmatizados. Por primera vez, podemos decir que toda una generación, que ahora ronda los treinta años, ha conformado su identidad personal a través de Internet. A lo largo de todo este proceso hicimos un casting en Instagram para abrirnos a personas que querían participar, pero, al final, todos los contactos se han hecho son a través de una aplicación que se llama Dirty Roulette, que viene a ser una evolución del Chat Roulette, donde no hay ningún tipo de verificación personal. Chat Roulette se ha convertido en una plataforma muy vigilada a nivel de normas en cuanto a lo que se puede hacer y lo que no, lo cual no nos ayudaba con el trabajo teatral. Todos los contactos se han hecho son a través de una aplicación que se llama Dirty Roulette, que viene a ser una evolución del Chat Roulette, donde no hay ningún tipo de verificación personal Después de investigar diferentes plataformas que funcionaban con este sistema de videollamadas aleatorias, Lluís encontró Dirty Roulette, que no monitoriza las llamadas. Por lo tanto, aunque de alguna manera se haya convertido en un far west sin normas, nos permitía encontrar todo un elenco de personas que daban conversación, que querían mantener sexo y charlar con Lluís. Entonces decidimos grabar la película con esta plataforma. Según el director de la película, el proyecto muestra cómo "toda una generación, que ahora ronda
El cineasta pone en marcha el rodaje de ‘La carn’, una biopic “en directo” que parte de una obra teatral del actor Lluís Garau y se adentra en la soledad de toda una generación que creció en el Internet de los chats y las ‘webcams’
Una noche en una fiesta de 'swingers': “Más allá del sexo, es un juego que le da picante a la vida”
Acostado en la cama, fumando y en albornoz. Es la imagen de un hombre, de unos cuarenta y pocos años, esperando conectar con alguien desde su ordenador. Tras volver a hacer click en el chat, aparecen en primer plano unos genitales anónimos en busca de placer. Son las primeras impresiones de una visita a una web de videollamadas aleatorias, comúnmente señalada desde la burla y el rechazo. Sin embargo, ¿qué relaciones se tejen en su mundo invisible, más allá de los prejuicios? Esa es una de las grandes preguntas a las que responde ‘La carn’, la nueva película de Joan Porcel que nace de la obra de teatro, con el mismo título, del coreógrafo Lluís Garau.
Tras sus últimas películas, dedicadas a la influencer y activista española Samantha Hudson y la artista Júlia Colom, el cineasta mallorquín Joan Porcel (Palma, 1994) comienza a trabajar en el rodaje de una historia que habla sobre las relaciones sexoafectivas en plataformas digitales. A través del retrato del proceso creativo de Lluís Garau y la participación de diferentes personas anónimas de la web, la cinta explora los límites entre la ficción y el documental. El metraje, producido por Charli Bujosa Cortés, de Mansalva Films, “podría llegar a los cines entre finales de año y principios del siguiente”, según las previsiones del cineasta.
Sobre la película, ¿qué otras colaboraciones tendrá, más allá de la del protagonista?
Este documental es una historia coral que habla de Internet como tal, como concepto, como espacio físico y, en realidad, el único personaje que vehicula la película es Lluís. Todas las demás personas que aparecen son personas anónimas de Internet. Ahí tenemos la tarea de documentar lo que estamos haciendo, trabajando con personas reales en el mundo de Internet, con arquetipos de usuarios que deciden pasar un tiempo durante la obra y el tiempo libre del actor cuando se conectan al chat.
Entonces, ¿los personajes anónimos de la película han sido contactados a través del chat?
Es una búsqueda que se hace totalmente a través de Internet, esforzándonos por intentar conservar la máxima frescura de las interacciones, porque queremos relatar fielmente lo que pasa en ciertos espacios no visibilizados o estigmatizados. Por primera vez, podemos decir que toda una generación, que ahora ronda los treinta años, ha conformado su identidad personal a través de Internet.
A lo largo de todo este proceso hicimos un casting en Instagram para abrirnos a personas que querían participar, pero, al final, todos los contactos se han hecho son a través de una aplicación que se llama Dirty Roulette, que viene a ser una evolución del Chat Roulette, donde no hay ningún tipo de verificación personal. Chat Roulette se ha convertido en una plataforma muy vigilada a nivel de normas en cuanto a lo que se puede hacer y lo que no, lo cual no nos ayudaba con el trabajo teatral.
Todos los contactos se han hecho son a través de una aplicación que se llama Dirty Roulette, que viene a ser una evolución del Chat Roulette, donde no hay ningún tipo de verificación personal
Después de investigar diferentes plataformas que funcionaban con este sistema de videollamadas aleatorias, Lluís encontró Dirty Roulette, que no monitoriza las llamadas. Por lo tanto, aunque de alguna manera se haya convertido en un far west sin normas, nos permitía encontrar todo un elenco de personas que daban conversación, que querían mantener sexo y charlar con Lluís. Entonces decidimos grabar la película con esta plataforma.
¿Se reflejará, de algún modo, esa búsqueda que escapa de la norma y la vigilancia?
Por una parte, hay secuencias enteras que hemos decidido grabar a través de la aplicación, algo que cuando hablamos de una película con cierto trabajo de producción siempre se tiene que evitar. Pero nosotros decidimos que gran parte de la película estará grabada a través de la webcam porque da un punto de vista que condiciona el modo de entender este tipo de conversaciones. Queremos que la persona que vea la película pueda entender perfectamente lo que supone conectarse, crear y mantener un vínculo humano con desconocidos que es emocional, sexual y vital. Más allá de esto, creo que toda la dirección de fotografía está muy planteada para entender cómo funciona el hecho de tener una cámara que nos vigila.
Con este proyecto hemos decidido transportarnos a la adolescencia, donde no había teléfonos inteligentes con Internet todo el día. Ahora mismo todo el mundo lleva una cámara que le está enfocando las veinticuatro horas del día y estamos seguros de que alguien está detrás de ella. Lo hemos normalizado y a lo mejor esta película nos puede sensibilizar de que lo que nos puede parecer raro, como pasar horas conectados con desconocidos, tal vez nos lo tendríamos que aplicar también con nuestros móviles.
Esta película nos puede sensibilizar de que lo que nos puede parecer raro, como pasar horas conectados con desconocidos, tal vez nos lo tendríamos que aplicar también con nuestros móviles
Parece que esa generación digital conecta mucho con su trabajo cinematográfico anterior, porque aquello que podríamos llamar biopics o narraciones identitarias, como se da en el caso de Samantha Hudson o Júlia Colom, tienen mucho que ver con las redes sociales, donde el uso principal suele ser el de contar historias personales. ¿Puede que esto le haya llevado a realizar este tipo concreto de cine?
No creo que todas las películas repitan un patrón, pero sí es cierto que son artistas coetáneos a mi generación y que he tenido la suerte de poder acompañar durante un tiempo. Con Samantha Hudson fue un año y medio, con Júlia Colom casi dos años y con Lluís Garau casi tres años. De alguna manera ha habido un momento muy paralelo, siempre desde dirección, con los artistas a los que retrato y con los que quiero hacer cine. Yo estoy haciendo biopics de momentos muy concretos de estos artistas, que son como biopics en directo y no aluden a un pasado. De hecho, creo que, seguramente, si me encargaran hacer una película sobre un artista consagrado, no tendría tantas herramientas. Una película en pasado es mucho más complicada que una película en presente.
Además, por eso mismo he elegido hacer una película con un equipo de gente joven, donde nos podemos permitir usar esta película como un aprendizaje de cómo hacer cine con iguales y no con un jefe de departamento que tiene setenta películas a sus espaldas, o con una productora nos está apretando continuamente. Siempre existe una estructura muy jerarquizada en la manera de hacer cine, pero en este rodaje nos lo podemos pasar bien desde la profesionalidad. Por primera vez en mucho tiempo he visto un equipo que lo estaba pasando bien trabajando y es que el nuevo cine no es sólo aquello que producimos, sino también hacer las cosas de una manera diferente.
‘La carn’ parece una película para salir de la zona de confort, como cineasta.
Totalmente. Mis otras películas con Samantha Hudson o Júlia Colom tienen una forma de hacer que tiene mucho que ver con el seguimiento y con el momento, ya que se rodaron en momentos muy concretos para los protagonistas. Por otro lado, en La carn ese momento ya lo hemos vivido durante estos dos años siguiendo la obra teatral de Lluís Garau. Y ahora estamos aquí, en un rodaje de quince días donde realmente hemos decidido jugar, crear espacios y recrear momentos de la vida del actor, ir un poco más allá.
Por un lado, grabamos momentos que tienen mucho que ver con la parte coreográfica de la pieza, es decir, centrados únicamente en el movimiento de la danza. Por otro lado, también hay otros momentos que tienen más que ver con la recreación de su adolescencia enfocados en el chat de encuentro con personas desconocidas de Internet y todo lo que tiene que ver con el despliegue y el crecimiento sexual que se produce a través de la red.
El proyecto contó el año pasado con el apoyo del D'A Film Lab, un programa de promoción del talento cinematográfico emergente. ¿Cómo fueron aquellos días?
Sí, fue algo que llegó en un momento en el que todavía estábamos buscando financiación y teníamos una primera versión del guion. Estuvimos en Barcelona tres días. Es un laboratorio muy enfocado en la preproducción de la película y la comunicación y el marketing de las películas. Allí trabajamos sobre el público objetivo al que debe llegar, cómo se haría una campaña de medios, cómo se trabajaría un posible estreno de la película, etcétera. También nos ayudaron mucho con el tema legal, los derechos y las necesidades burocráticas y legales que podía tener un proyecto como este. Fue menos creativo, pero muy interesante porque en aquel momento no habíamos pensado tanto en estas cuestiones.
Y justo antes de ese proceso, grabó un teaser promocional de la obra de teatro.
Todo comenzó hace años, cuando Lluís y yo nos conocimos. El embrión de ‘La carn’ nació de su trabajo final de carrera en la Escola Superior d'Art Dramàtic (ESAD) de Barcelona, donde presentó la primera versión de la obra, una performance de media hora que me dejó asombrado por su frescura e innovación. Después de esa primera representación, hicimos un vídeo para promocionarla, pero pronto me di cuenta de que podíamos ir más allá y convertirlo en un cortometraje documental. Poco después comencé a seguir la obra en ciudades como Madrid y Málaga, y todo acabó transformándose, tres años después, en un largometraje.
Además, cuando arrancamos no me habría podido imaginar el apoyo que estamos teniendo. Creo que es un hito porque, si bien venía de hacer películas muy pequeñas, con una financiación muy puntual y siempre con apoyo de IB3 y de Filmin, nunca habíamos llegado a conseguir las ayudas de todas las instituciones públicas que ofrecen financiación en Balears, y finalmente la del Ministerio, a través del ICAA [Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales]. Yo creo que esta película marcará un antes y un después en la manera de apostar por nuevos creadores y jóvenes cineastas que están buscando hacer un nuevo cine.
¿Por qué? Porque, cada vez más, en las listas de subvenciones en Balears, están siempre los mismos nombres y las mismas productoras y, por primera vez, hay un equipo joven que, prácticamente en su totalidad, estamos alrededor de los treinta años o menos haciendo una película de primer orden. Que esto se esté produciendo aquí, se esté rodando aquí y que esté revirtiendo en una nueva ola que nace aquí es sorprendente.
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