Las restricciones israelíes asfixian a Cisjordania

Según una encuesta realizada por OCHA en marzo de 2024, hasta esa fecha se han instalado 86 nuevos puestos de control israelíes en Cisjordania Desde el 7 de octubre de 2023, las autoridades israelíes han impuesto restricciones adicionales a la circulación de 3,3 millones de palestinos en Cisjordania, incluida Jerusalén Este.   Según una encuesta realizada por OCHA en marzo de 2024, hasta esa fecha se han instalado 86 nuevos puestos de control, además de aumentar las restricciones en 100 de los ya existentes. Estas medidas incluyen el cierre de puertas que estaban abiertas anteriormente o la reducción del horario de funcionamiento de algunos puestos de control. Junto con el muro de separación de 712 kilómetros de longitud, estos obstáculos profundizan la fragmentación geográfica y social, perturban la vida de los palestinos y palestinas y exacerban las condiciones humanitarias. El número total de obstáculos en la Cisjordania ocupada asciende a alrededor de 800 en todo el territorio. La mayor concentración de estos puestos de control se encuentra en Hebrón.   Mahmoud Jaradat, de Sa'ir, al norte de Hebrón, perdió a su hermana debido a estas restricciones. Mahmoud cuenta con dolor lo que le ocurrió: “Mi hermana Iman, de 44 años, sufrió un infarto severo en casa. Los médicos de la clínica local lograron reanimarla, pero tuvimos que llevarla rápidamente al hospital Al-Mizan en Hebrón. Fue entonces cuando empezó la verdadera lucha. El puesto de control en la Puerta de Beit Einun, que separa Sa'ir de Hebrón, estaba cerrado desde el 7 de octubre. Intentamos llevarla por encima de los bloques de hormigón, pero no pudimos. Al final, tuvimos que empujarla por debajo de la puerta de metal, pero ella acabó falleciendo. Los soldados israelíes nos retrasaron”.  Incluso su funeral se vio afectado: “No pudimos traerla de vuelta a Sa'ir para el entierro”.  Mahmoud describe su ciudad como una prisión, donde los residentes no pueden salir en coche y se ven obligados a caminar largas distancias entre los puestos de control para llegar al trabajo o la universidad. Además de estas barreras físicas, los palestinos también sufren abusos diarios: “Sufrimos golpes, insultos y somos sometidos a registros humillantes. Incluso revisan los teléfonos móviles y, si encuentran un grupo de WhatsApp relacionado con noticias palestinas, ¡atacan a la persona!”.  Shadi Abdullah, de 35 años, originario de Tulkarm viaja diariamente a Nablus para trabajar y se queja de los altos precios del transporte y los tiempos de viaje debido a los puestos de control. Lo que solía costar 22 shekels ahora cuesta 45, es decir, ha pasado de a casi 6€ a unos 12,21€. Y un viaje de 30 minutos se ha extendido a 75 minutos, cuando las carreteras no están completamente cerradas.  Pero su experiencia más angustiosa fue durante el parto de su esposa en medio del asedio a Tulkarem: “A las 3 de la mañana, mi esposa se puso de parto, pero Tulkarem estaba completamente acordonada, con explosiones y drones militares israelíes sobrevolando. Tuvimos que tomar caminos secundarios sin pavimentar llenos de baches para llegar al Hospital Thabet Thabet. Detuvieron nuestra ambulancia durante 15 minutos, nos registraron minuciosamente y finalmente nos dejaron pasar”.  Como no había incubadoras disponibles en el hospital, tuvieron que trasladar a su esposa a Nablus en otra ambulancia, con un coste de 600 shekels, unos 162,84€. En el camino, los soldados israelíes los detuvieron dos veces en los puestos de control de Anabta y Deir Sharaf, sometiéndolos a nuevos registros. Tras 11 horas de miedo y angustia, su esposa finalmente dio a luz a gemelos.   Para Aya Shabaneh, una estudiante de Hebrón de la Universidad de Birzeit, la vida ha cambiado por completo debido a estas restricciones. Antes de la ofensiva en Gaza, viajaba semanalmente entre Hebrón y Birzeit, un viaje de 90 minutos. Ahora, solo puede viajar una vez al mes y el viaje dura más de 4 horas debido a las carreteras bloqueadas y los peligrosos desvíos.  “Las carreteras entre las ciudades palestinas ya no se parecen a las carreteras normales; son como laberintos fangosos llenos de polvo y baches. Incluso llegar a un puesto de control significa soportar una espera aterradora, mientras los soldados inspeccionan los vehículos, los pasajeros y, a veces, detienen a las personas delante de nosotros”.  “En noviembre de 2023, volé de Barcelona a Jordania en cuatro horas y media (unos 3.000 km). Mi viaje de Jericó a Hebrón duró siete horas (menos de 100 km)”, recuerda la estudiante.   Los palestinos de Cisjordania se enfrentan al hostigamiento permanente. El movimiento diario entre ciudades y pueblos se ha convertido en una lucha implacable. Con el aumento de los puestos de control, las carreteras bloqueadas y las medidas de seguridad arbitrarias, el sufrimiento humanitario se profundiza. Ya

Feb 7, 2025 - 07:55
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Las restricciones israelíes asfixian a Cisjordania

Las restricciones israelíes asfixian a Cisjordania

Según una encuesta realizada por OCHA en marzo de 2024, hasta esa fecha se han instalado 86 nuevos puestos de control israelíes en Cisjordania

Desde el 7 de octubre de 2023, las autoridades israelíes han impuesto restricciones adicionales a la circulación de 3,3 millones de palestinos en Cisjordania, incluida Jerusalén Este.  

Según una encuesta realizada por OCHA en marzo de 2024, hasta esa fecha se han instalado 86 nuevos puestos de control, además de aumentar las restricciones en 100 de los ya existentes. Estas medidas incluyen el cierre de puertas que estaban abiertas anteriormente o la reducción del horario de funcionamiento de algunos puestos de control. Junto con el muro de separación de 712 kilómetros de longitud, estos obstáculos profundizan la fragmentación geográfica y social, perturban la vida de los palestinos y palestinas y exacerban las condiciones humanitarias. El número total de obstáculos en la Cisjordania ocupada asciende a alrededor de 800 en todo el territorio. La mayor concentración de estos puestos de control se encuentra en Hebrón.  

Mahmoud Jaradat, de Sa'ir, al norte de Hebrón, perdió a su hermana debido a estas restricciones. Mahmoud cuenta con dolor lo que le ocurrió: “Mi hermana Iman, de 44 años, sufrió un infarto severo en casa. Los médicos de la clínica local lograron reanimarla, pero tuvimos que llevarla rápidamente al hospital Al-Mizan en Hebrón. Fue entonces cuando empezó la verdadera lucha. El puesto de control en la Puerta de Beit Einun, que separa Sa'ir de Hebrón, estaba cerrado desde el 7 de octubre. Intentamos llevarla por encima de los bloques de hormigón, pero no pudimos. Al final, tuvimos que empujarla por debajo de la puerta de metal, pero ella acabó falleciendo. Los soldados israelíes nos retrasaron”. 

Incluso su funeral se vio afectado: “No pudimos traerla de vuelta a Sa'ir para el entierro”. 

Mahmoud describe su ciudad como una prisión, donde los residentes no pueden salir en coche y se ven obligados a caminar largas distancias entre los puestos de control para llegar al trabajo o la universidad. Además de estas barreras físicas, los palestinos también sufren abusos diarios: “Sufrimos golpes, insultos y somos sometidos a registros humillantes. Incluso revisan los teléfonos móviles y, si encuentran un grupo de WhatsApp relacionado con noticias palestinas, ¡atacan a la persona!”. 

Shadi Abdullah, de 35 años, originario de Tulkarm viaja diariamente a Nablus para trabajar y se queja de los altos precios del transporte y los tiempos de viaje debido a los puestos de control. Lo que solía costar 22 shekels ahora cuesta 45, es decir, ha pasado de a casi 6€ a unos 12,21€. Y un viaje de 30 minutos se ha extendido a 75 minutos, cuando las carreteras no están completamente cerradas. 

Pero su experiencia más angustiosa fue durante el parto de su esposa en medio del asedio a Tulkarem: “A las 3 de la mañana, mi esposa se puso de parto, pero Tulkarem estaba completamente acordonada, con explosiones y drones militares israelíes sobrevolando. Tuvimos que tomar caminos secundarios sin pavimentar llenos de baches para llegar al Hospital Thabet Thabet. Detuvieron nuestra ambulancia durante 15 minutos, nos registraron minuciosamente y finalmente nos dejaron pasar”. 

Como no había incubadoras disponibles en el hospital, tuvieron que trasladar a su esposa a Nablus en otra ambulancia, con un coste de 600 shekels, unos 162,84€. En el camino, los soldados israelíes los detuvieron dos veces en los puestos de control de Anabta y Deir Sharaf, sometiéndolos a nuevos registros. Tras 11 horas de miedo y angustia, su esposa finalmente dio a luz a gemelos.  

Para Aya Shabaneh, una estudiante de Hebrón de la Universidad de Birzeit, la vida ha cambiado por completo debido a estas restricciones. Antes de la ofensiva en Gaza, viajaba semanalmente entre Hebrón y Birzeit, un viaje de 90 minutos. Ahora, solo puede viajar una vez al mes y el viaje dura más de 4 horas debido a las carreteras bloqueadas y los peligrosos desvíos. 

“Las carreteras entre las ciudades palestinas ya no se parecen a las carreteras normales; son como laberintos fangosos llenos de polvo y baches. Incluso llegar a un puesto de control significa soportar una espera aterradora, mientras los soldados inspeccionan los vehículos, los pasajeros y, a veces, detienen a las personas delante de nosotros”. 

“En noviembre de 2023, volé de Barcelona a Jordania en cuatro horas y media (unos 3.000 km). Mi viaje de Jericó a Hebrón duró siete horas (menos de 100 km)”, recuerda la estudiante.  

Los palestinos de Cisjordania se enfrentan al hostigamiento permanente. El movimiento diario entre ciudades y pueblos se ha convertido en una lucha implacable. Con el aumento de los puestos de control, las carreteras bloqueadas y las medidas de seguridad arbitrarias, el sufrimiento humanitario se profundiza. Ya sea por la pérdida de seres queridos o por el maltrato diario, cada día se ponen en peligro sus vidas. 

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