Las investigaciones sobre los cables submarinos cortados en el Báltico han dado un giro: no fue Rusia, fue la inexperiencia

El año 2025 comenzaba prácticamente como terminó 2024: con otro cable submarino cortado, otro posible sabotaje. En ese sentido, el Báltico se ha llevado la palma de las sospechas con varias incursiones sospechosas. De hecho, lo último que sabíamos es que Finlandia se había adentrado en el barco sospechoso de cortar los cables eléctricos, un buque ruso. Un mes antes, en el mismo escenario, otro sabotaje cortó cables submarinos de comunicaciones y las miradas apuntaban a Rusia, de nuevo, y una bandera china.  Sin embargo, los casos han dado un giro. Un accidente, no un sabotaje. Al parecer y como ha publicado en exclusiva el Post, las recientes rupturas de cables submarinos que han afectado infraestructura crítica de Europa en los últimos meses apuntan a accidentes marítimos en lugar de un sabotaje ruso, según una evaluación de inteligencia de Estados Unidos y varios países europeos. Las investigaciones en curso, llevadas a cabo por agencias de seguridad occidentales, han determinado que los daños fueron causados por embarcaciones comerciales que arrastraron sus anclas de manera no intencionada debido a la inexperiencia de sus tripulaciones y el deficiente mantenimiento de los buques, y no como parte de una campaña de guerra híbrida por parte de Moscú, como se temía inicialmente. En Xataka En 1594 un jesuita describió un túnel secreto cerca de Machu Picchu. Acabamos de confirmar el laberinto subterráneo inca Resultados y hallazgos claves. De esta forma, las agencias de inteligencia han concluido, con base en comunicaciones interceptadas y otras fuentes de información clasificada, que no existen pruebas que sugieran una acción deliberada de sabotaje. Los incidentes en cuestión incluyen tres eventos en los últimos 18 meses: El petrolero Eagle S: Este buque, parte de la llamada “flota sombra” rusa dedicada a eludir sanciones internacionales, fue señalado por Finlandia tras dañar un cable eléctrico submarino que conecta el país con Estonia. La investigación finlandesa sugiere que el arrastre del ancla fue accidental. El Newnew Polar Bear: Un buque con bandera de Hong Kong cortó un gasoducto en el Golfo de Finlandia, generando alertas de seguridad y sospechas sobre una posible acción hostil. Sin embargo, la investigación concluyó que se trató de un error operacional. El Yi Peng 3: Un barco chino interrumpió dos cables de datos en aguas suecas. Las autoridades suecas consideran que no hay evidencia de intencionalidad en el incidente. En Xataka La ecuación imposible de Pallete: redujo la deuda de Telefónica a la mitad... mientras su valor bursátil se desplomaba No era lo que parecía. En todos estos casos, los funcionarios estadounidenses y europeos han citado “explicaciones claras y concisas” que sugieren accidentes fortuitos, y han descartado, al menos de momento, la implicación directa de Rusia. No obstante, algunos expertos insisten en que el patrón de incidentes es sospechoso, dados los antecedentes de operaciones rusas encubiertas en infraestructura submarina. La sospecha rusa. Pese a las conclusiones preliminares que apuntan a un giro de los acontecimientos, las rupturas de cables han generado una mayor percepción de vulnerabilidad en Europa, que ya enfrenta (o existe la amenaza latente) de una ola de ataques híbridos, en este caso atribuidos a Rusia. Estos incluyen desde intentos de contrabando de explosivos en aviones de carga hasta los posibles ataques de sabotaje en el mar. A este respecto, las autoridades europeas han sido reacias a aceptar la explicación de simples accidentes, especialmente considerando la larga trayectoria de Rusia en el uso de operaciones encubiertas para desestabilizar a Occidente. De hecho, el General Staff Main Directorate for Deep Sea Research, una unidad militar rusa especializada en infraestructura submarina, ha sido señalado durante años como una amenaza para las comunicaciones y el suministro energético europeo. Reacciones y medidas de la OTAN y Europa. Qué duda cabe, la serie de incidentes ha llevado a Europa a reforzar su vigilancia en el Mar Báltico. La OTAN anunció el despliegue de nuevas patrullas con fragatas, aviones de reconocimiento y drones submarinos para detectar cualquier actividad sospechosa en el lecho marino. Esta estrategia responde a las preocupaciones sobre la creciente vulnerabilidad de la infraestructura crítica, especialmente en un momento en que los países bálticos aceleran sus esfuerzos para desconectarse de la red eléctrica rusa. Las autoridades finlandesas, por su parte, adoptaron un enfoque más agresivo en el caso del petrolero Eagle S, interceptándolo en sus aguas territoriales y reteniendo a miembros de la tripulación sospechosos de estar en servicio durante el incidente. El estado de la embarcación ha sido descrito como extremadamente deficiente, lo que refuerza la hipó

Jan 21, 2025 - 12:02
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Las investigaciones sobre los cables submarinos cortados en el Báltico han dado un giro: no fue Rusia, fue la inexperiencia

Las investigaciones sobre los cables submarinos cortados en el Báltico han dado un giro: no fue Rusia, fue la inexperiencia

El año 2025 comenzaba prácticamente como terminó 2024: con otro cable submarino cortado, otro posible sabotaje. En ese sentido, el Báltico se ha llevado la palma de las sospechas con varias incursiones sospechosas. De hecho, lo último que sabíamos es que Finlandia se había adentrado en el barco sospechoso de cortar los cables eléctricos, un buque ruso. Un mes antes, en el mismo escenario, otro sabotaje cortó cables submarinos de comunicaciones y las miradas apuntaban a Rusia, de nuevo, y una bandera china.  Sin embargo, los casos han dado un giro.

Un accidente, no un sabotaje. Al parecer y como ha publicado en exclusiva el Post, las recientes rupturas de cables submarinos que han afectado infraestructura crítica de Europa en los últimos meses apuntan a accidentes marítimos en lugar de un sabotaje ruso, según una evaluación de inteligencia de Estados Unidos y varios países europeos.

Las investigaciones en curso, llevadas a cabo por agencias de seguridad occidentales, han determinado que los daños fueron causados por embarcaciones comerciales que arrastraron sus anclas de manera no intencionada debido a la inexperiencia de sus tripulaciones y el deficiente mantenimiento de los buques, y no como parte de una campaña de guerra híbrida por parte de Moscú, como se temía inicialmente.

Resultados y hallazgos claves. De esta forma, las agencias de inteligencia han concluido, con base en comunicaciones interceptadas y otras fuentes de información clasificada, que no existen pruebas que sugieran una acción deliberada de sabotaje. Los incidentes en cuestión incluyen tres eventos en los últimos 18 meses:

  • El petrolero Eagle S: Este buque, parte de la llamada “flota sombra” rusa dedicada a eludir sanciones internacionales, fue señalado por Finlandia tras dañar un cable eléctrico submarino que conecta el país con Estonia. La investigación finlandesa sugiere que el arrastre del ancla fue accidental.
  • El Newnew Polar Bear: Un buque con bandera de Hong Kong cortó un gasoducto en el Golfo de Finlandia, generando alertas de seguridad y sospechas sobre una posible acción hostil. Sin embargo, la investigación concluyó que se trató de un error operacional.
  • El Yi Peng 3: Un barco chino interrumpió dos cables de datos en aguas suecas. Las autoridades suecas consideran que no hay evidencia de intencionalidad en el incidente.

No era lo que parecía. En todos estos casos, los funcionarios estadounidenses y europeos han citado “explicaciones claras y concisas” que sugieren accidentes fortuitos, y han descartado, al menos de momento, la implicación directa de Rusia. No obstante, algunos expertos insisten en que el patrón de incidentes es sospechoso, dados los antecedentes de operaciones rusas encubiertas en infraestructura submarina.

La sospecha rusa. Pese a las conclusiones preliminares que apuntan a un giro de los acontecimientos, las rupturas de cables han generado una mayor percepción de vulnerabilidad en Europa, que ya enfrenta (o existe la amenaza latente) de una ola de ataques híbridos, en este caso atribuidos a Rusia. Estos incluyen desde intentos de contrabando de explosivos en aviones de carga hasta los posibles ataques de sabotaje en el mar.

A este respecto, las autoridades europeas han sido reacias a aceptar la explicación de simples accidentes, especialmente considerando la larga trayectoria de Rusia en el uso de operaciones encubiertas para desestabilizar a Occidente. De hecho, el General Staff Main Directorate for Deep Sea Research, una unidad militar rusa especializada en infraestructura submarina, ha sido señalado durante años como una amenaza para las comunicaciones y el suministro energético europeo.

Reacciones y medidas de la OTAN y Europa. Qué duda cabe, la serie de incidentes ha llevado a Europa a reforzar su vigilancia en el Mar Báltico. La OTAN anunció el despliegue de nuevas patrullas con fragatas, aviones de reconocimiento y drones submarinos para detectar cualquier actividad sospechosa en el lecho marino. Esta estrategia responde a las preocupaciones sobre la creciente vulnerabilidad de la infraestructura crítica, especialmente en un momento en que los países bálticos aceleran sus esfuerzos para desconectarse de la red eléctrica rusa.

Las autoridades finlandesas, por su parte, adoptaron un enfoque más agresivo en el caso del petrolero Eagle S, interceptándolo en sus aguas territoriales y reteniendo a miembros de la tripulación sospechosos de estar en servicio durante el incidente. El estado de la embarcación ha sido descrito como extremadamente deficiente, lo que refuerza la hipótesis de un accidente causado por negligencia.

Desafíos y perspectivas. A pesar de la postura oficial de los gobiernos occidentales, persisten dudas en algunos sectores sobre la veracidad de la narrativa de estos accidentes fortuitos. Críticos como Pekka Toveri, exjefe de inteligencia militar de Finlandia y actual miembro del Parlamento Europeo, sostienen que estos eventos son parte de una táctica (rusa) de negación plausible. Según Toveri, el hecho de que varios barcos hayan arrastrado sus anclas durante cientos de kilómetros sin corregir el rumbo es una anomalía difícil de aceptar como accidental.

Dicho esto, la falta de pruebas concluyentes que vinculen a Rusia con los incidentes pone de relieve la dificultad de atribuir responsabilidades en el entorno submarino, donde la recopilación de pruebas es, cuanto menos, compleja. Además, expertos en seguridad marítima señalan algo que no hay que olvidar apelando al sentido común. Y es que, si bien es posible que los incidentes sean fortuitos, la coincidencia de varios eventos en un corto periodo de tiempo es estadísticamente improbable, lo que deja abierta la posibilidad de una estrategia encubierta.

Imagen | NATO

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La noticia Las investigaciones sobre los cables submarinos cortados en el Báltico han dado un giro: no fue Rusia, fue la inexperiencia fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .

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