La 'maldición' del bus entre Colmenar de Oreja y Madrid: se presenta accesible pero desespera al usuario en silla de ruedas

Cada fin de semana recorre más de 60 kilómetros para ir desde Madrid hasta su pueblo, Colmenar de Oreja. Tiene una discapacidad física del 79% y acumula un largo registro de reclamaciones a La Veloz S.A., la empresa a cargo del trayecto. Aunque la ley obliga a instalar rampas accesibles, llegan inutilizables“No puedo ir en Metro con silla de ruedas, me gasto todo en taxis”: la inaccesibilidad del transporte público infringe la ley Para él fue la gota que colmó el vaso. El día que Juan se interpuso entre un autobús y su vía de salida admite que le pudo la rabia. “Y sin embargo, fue de las pocas veces que me hicieron caso”, rememora. Este domingo esperaba como cada fin de semana al interurbano que conecta su pueblo (Colmenar de Oreja) con Madrid, la ciudad en la que vive y trabaja de lunes a viernes. Cuando el vehículo llegó se repitió una historia que le era sobradamente conocida: no podría subir porque la rampa de acceso no funcionaba. Juan Díaz Riquelme padece una parálisis cerebral que afecta a sus funciones motoras, por lo que va en silla de ruedas y para entrar o salir necesita de una pendiente que los medios de transporte público están obligados a tener. De hecho, el propio portal web de la Comunidad de Madrid especifica que su flota de autobuses, tanto urbanos como interurbanos, son “100% accesibles”. Algo con lo que Juan se muestra totalmente en desacuerdo. “Me condiciona la vida no saber si llegaré pronto al pueblo aunque me organice, o si los domingos pasará algún bus que me lleve de vuelta para trabajar”, resume. Aunque goza de cierta independencia es habitual que, al acabar la semana, vuelva con su familia para tener cerca a alguien que le acueste, le levante o le atienda en caso de urgencia. El episodio del 2 de febrero fue la “enésima vez” que le ocurría algo parecido: o bien la rampa estaba estropeada, o demasiado desgastada como para aguantar el peso de una silla, o no había ni rastro del mando a distancia que permite desplegarla. Esa vez terminaron llamando a la Guardia Civil. En un informe sobre la actuación, al que ha accedido Somos Madrid, la Benemérita deja constancia de que Juan accedió “voluntariamente” a retirarse y dejar que el autobús continuara la ruta. También confirman que la rampa de acceso estaba “averiada” por una “pieza defectuosa de fábrica” –según la explicación que dio el conductor– y que “la empresa mandaría otro vehículo para recogerle”. Es lo que figura en el acta policial, con fecha del mismo día. De acuerdo con el testimonio de Juan, ese coche nunca llegó y tuvo que esperar al siguiente autobús. Uno de los autobuses de la línea 337 en los que Juan asegura que se estropeó la rampa, con una señal que indica ser apto para personas con problemas de movilidad Los interurbanos como este enlazan distintos puntos de la comunidad y están asociados al Consorcio Regional de Transportes de Madrid, una sociedad pública tutelada por el Gobierno autonómico. Es esta entidad la que, en última instancia, supervisa que las empresas privadas que ponen sus vehículos a disposición pública cumplen las normas de accesibilidad vigentes, reflejadas en leyes como la 8/1993 del 22 de junio (que promueve la accesibilidad en el transporte) o el decreto 79/1997 del 3 de julio, que lo adapta a un más reglamento específico para la Comunidad de Madrid y concreta las condiciones que deben tener, por ejemplo, las rampas tanto en empresas públicas como privadas. La respuesta de la empresa Más recientemente, en 2007, el Ministerio de Presidencia elaboró otro Real Decreto con las condiciones mínimas de accesibilidad en el transporte público que impone en su artículo 9 “establecer al menos un recorrido practicable para las personas con discapacidad [...] en los accesos a las instalaciones mediante rampas, elevadores u otros mecanismos similares”. En el caso de La Veloz S.A., también han de regirse por estos marcos normativos. La empresa, c

Feb 7, 2025 - 07:55
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La 'maldición' del bus entre Colmenar de Oreja y Madrid: se presenta accesible pero desespera al usuario en silla de ruedas

La 'maldición' del bus entre Colmenar de Oreja y Madrid: se presenta accesible pero desespera al usuario en silla de ruedas

Cada fin de semana recorre más de 60 kilómetros para ir desde Madrid hasta su pueblo, Colmenar de Oreja. Tiene una discapacidad física del 79% y acumula un largo registro de reclamaciones a La Veloz S.A., la empresa a cargo del trayecto. Aunque la ley obliga a instalar rampas accesibles, llegan inutilizables

“No puedo ir en Metro con silla de ruedas, me gasto todo en taxis”: la inaccesibilidad del transporte público infringe la ley

Para él fue la gota que colmó el vaso. El día que Juan se interpuso entre un autobús y su vía de salida admite que le pudo la rabia. “Y sin embargo, fue de las pocas veces que me hicieron caso”, rememora. Este domingo esperaba como cada fin de semana al interurbano que conecta su pueblo (Colmenar de Oreja) con Madrid, la ciudad en la que vive y trabaja de lunes a viernes. Cuando el vehículo llegó se repitió una historia que le era sobradamente conocida: no podría subir porque la rampa de acceso no funcionaba.

Juan Díaz Riquelme padece una parálisis cerebral que afecta a sus funciones motoras, por lo que va en silla de ruedas y para entrar o salir necesita de una pendiente que los medios de transporte público están obligados a tener. De hecho, el propio portal web de la Comunidad de Madrid especifica que su flota de autobuses, tanto urbanos como interurbanos, son “100% accesibles”. Algo con lo que Juan se muestra totalmente en desacuerdo.

“Me condiciona la vida no saber si llegaré pronto al pueblo aunque me organice, o si los domingos pasará algún bus que me lleve de vuelta para trabajar”, resume. Aunque goza de cierta independencia es habitual que, al acabar la semana, vuelva con su familia para tener cerca a alguien que le acueste, le levante o le atienda en caso de urgencia. El episodio del 2 de febrero fue la “enésima vez” que le ocurría algo parecido: o bien la rampa estaba estropeada, o demasiado desgastada como para aguantar el peso de una silla, o no había ni rastro del mando a distancia que permite desplegarla.

Esa vez terminaron llamando a la Guardia Civil. En un informe sobre la actuación, al que ha accedido Somos Madrid, la Benemérita deja constancia de que Juan accedió “voluntariamente” a retirarse y dejar que el autobús continuara la ruta. También confirman que la rampa de acceso estaba “averiada” por una “pieza defectuosa de fábrica” –según la explicación que dio el conductor– y que “la empresa mandaría otro vehículo para recogerle”. Es lo que figura en el acta policial, con fecha del mismo día. De acuerdo con el testimonio de Juan, ese coche nunca llegó y tuvo que esperar al siguiente autobús.

Uno de los autobuses de la línea 337 en los que Juan asegura que se estropeó la rampa, con una señal que indica ser apto para personas con problemas de movilidad

Los interurbanos como este enlazan distintos puntos de la comunidad y están asociados al Consorcio Regional de Transportes de Madrid, una sociedad pública tutelada por el Gobierno autonómico. Es esta entidad la que, en última instancia, supervisa que las empresas privadas que ponen sus vehículos a disposición pública cumplen las normas de accesibilidad vigentes, reflejadas en leyes como la 8/1993 del 22 de junio (que promueve la accesibilidad en el transporte) o el decreto 79/1997 del 3 de julio, que lo adapta a un más reglamento específico para la Comunidad de Madrid y concreta las condiciones que deben tener, por ejemplo, las rampas tanto en empresas públicas como privadas.

La respuesta de la empresa

Más recientemente, en 2007, el Ministerio de Presidencia elaboró otro Real Decreto con las condiciones mínimas de accesibilidad en el transporte público que impone en su artículo 9 “establecer al menos un recorrido practicable para las personas con discapacidad [...] en los accesos a las instalaciones mediante rampas, elevadores u otros mecanismos similares”. En el caso de La Veloz S.A., también han de regirse por estos marcos normativos. La empresa, consultada por Somos Madrid, confirma tener constancia del problema dado que Juan es “un pasajero habitual” de la línea 337.

Fuentes de la compañía corroboran, además, que este “llama muchas veces con antelación” para informar de la hora a la que tiene pensado coger un autobús y solicitar que acuda un vehículo adaptado a sus necesidades de accesibilidad. “Es algo a lo que ya estarían obligados, pero sé que si no lo recuerdo me arriesgo a quedarme en tierra”, considera, por otro lado, el pasajero. En La Veloz se muestran “dispuestos a todo” justifican este tipo de percances aludiendo al peso de la silla de ruedas, que en este caso es de tipo eléctrico. Lo consideran incompatible con algunas de sus rampas, de las que a fecha de publicarse este artículo no han especificado la capacidad de carga.

Las rampas que utiliza la línea 337 son del tipo PMR, una opción para las escaleras no aptas para ciertas discapacidades físicas ya que permite eliminar las barreras arquitectónicas. Están hechas de material resistente y facilitan la accesibilidad sin necesidad de establecer otro tipo de mecanismos más elaborados y costosos, como ascensores o sistemas electrónicos. Por lo general pueden soportar entre 200 y 300 kilos de peso, mientras que una silla de ruedas eléctrica (la que usa Juan) oscila entre 30 o 40 kilos más el peso de quien la utilice.

La historia de personas con problemas de movilidad en los interurbanos rara vez se remontan a un único episodio. Hace dos viernes, el 24 de enero, tuvo que intervenir una dotación de bomberos para sacar a Juan de un autobús en Colmenar de Oreja. El vehículo –numerado como 1692– salió a las 17.30 desde Conde de Casal (Madrid ciudad) y ya el pasajero, mientras se extendía la rampa, se percató de que la maniobra “iba más lenta que de costumbre y temblaba el material”. Aunque con cierta inconsistencia esa vez pudo subir. Pero bajar fue más difícil.

Una dotación de bomberos para bajarle del autobús

La pendiente no volvió a desplegarse cuando llegaron al pueblo y le era imposible aterrizar en su parada. Esto ralentizó la ruta y fue el propio usuario, según explica, quien tuvo que llamar a Bomberos para que pudieran liberarle. “Ellos fueron rápidos, pero tardamos entre media hora y 45 minutos en volver a salir”, relata Juan. Aunque destaca la intención e insistencia del conductor por revertir la situación llegando a “intentar arreglar la rampa por su cuenta sin ser el responsable de la situación”, no hubo manera sin recurrir a los efectivos, que llegaron desde Aranjuez. “Los autobuseros no tienen la culpa de su empresa negligente”, considera.

Imagen de una de las rampas PMR en el autobús que conecta Madrid y Colmenar de Oreja

Reclamaciones que quedan a la deriva

En una de las respuestas que La Veloz S.A. ofreció ante una de las reclamaciones interpuestas en enero, con fecha del día 22 aunque referente a una incidencia del 12, aseguran que la rampa del autobús funcionaba en el momento de los hechos. Dicen haberse puesto en contacto con el conductor de la línea, al que días después del incidente “no le consta o recuerda incidencia de funcionamiento irregular” de la pendiente. No obstante fue durante ese período, el 17 de enero, cuando los bomberos tuvieron que intervenir para bajar a Juan tras bloquearse la rampa.

“Es agotador poner reclamaciones, sobre todo porque las respuestas del Consorcio [Regional de Transportes de Madrid] tampoco indagan más allá de preguntar a la empresa si hubo problemas. Y si ellos dicen no, es que no”, concluye este usuario, que se siente dispuesto a iniciar una batalla por todas las vías que sean precisas para obtener una solución: “Sé que es un problema pequeño y no seremos muchos los afectados, pero es precisamente por eso por lo que hay que hacer ruido. No solo por mí, sino por todos los que vendrán después”.

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