La geopolítica de TikTok
El apagón de TikTok durante un fin de semana en Estados Unidos es el último gran titular de un tira y afloja que dura años. Las grandes potencias han comprendido que importa, y mucho, quién controla las redes sociales. La entrada La geopolítica de TikTok se publicó primero en Ethic.
Una de esas fotos buscadas de los invitados a la investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos era la que capturase a los máximos responsables de las principales tecnológicas. Se buscaba la de los consejeros delegados de las compañías estadounidenses, los que empiezan a ser llamados la broligarquía, pero también la del CEO de TikTok, Shou Zi Chew, la compañía de social media en el epicentro de la batalla por el control de la geopolítica de las redes sociales.
El lunes 20 de enero de 2025, el día que Trump juraba el cargo, TikTok se encontraba en la jornada de resaca tras un fin de semana de infarto, en el que desapareció y volvió a Estados Unidos. La sección de reels de Instagram –la que parecía el refugio esperado para los usuarios que se quedaron sin TikTok, aunque no lo fue– estaba llena de vídeos humorísticos de usuarios que se despedían de su «espía chino» o que señalaban cómo los estadounidenses estaban migrando a una red social china, RedNote. RedNote es el Instagram chino, una red social pensada para los internautas de ese país, como explica la instagramer Mad4Yu. De hecho, los términos de uso que los «refugiados de TikTok» estaban aceptando solo se pueden leer en mandarín. Y, aun así, era ahí a donde estaban fluyendo los estadounidenses que se quedaban sin TikTok.
En una semana en la que los titulares que llegaban de Estados Unidos se sucedían a velocidades endiabladas, la caída y resurrección de TikTok se quedó como una noticia casi efímera y ya medio resuelta. En realidad, es un tema candente que lleva dando vueltas desde hace años y que está lejos de ser solventado.
Aunque la ley que ahora amenaza la pervivencia de TikTok en Estados Unidos se aprobó durante el mandato de Joe Biden, los problemas de la red social arrancan en realidad en el primer mandato de Donald Trump, que ya intentó en el verano de 2020 forzar a ByteDance (la matriz china) a venderla. Entonces, Trump firmó una orden ejecutiva, acusando a la red social de ser un problema de seguridad nacional. En esa idea está la base de las tensiones: la administración estadounidense acusa a esta red social de ser un potencial agujero por el que el gobierno chino podría acceder a información sensible sobre su ciudadanía.
Ya en su primer mandato, Trump acusó a TikTok de ser un problema de seguridad nacional
Desde ese primer movimiento se han sucedido la aprobación de la norma que bloquea a TikTok en EEUU (aprobada con el apoyo tanto de demócratas como republicanos), una denuncia de TikTok que consideraba que esa ley era anticonstitucional, una batalla legal y, finalmente, el apagón de un fin de semana cuando la norma entró en vigor. TikTok desapareció entre el 18 y el 19 de enero de las tiendas de apps para los usuarios que accedían desde EEUU y dejó de ofrecer servicio a los internautas estadounidenses que ya tenían la aplicación en sus móviles. Sin embargo, el domingo volvió a operar en el país tras firmar Donald Trump una orden ejecutiva que daba una prórroga de 75 días a la red social.
En resumidas cuentas, el apagón duró unas 13 horas. Pero que el fundido a negro no llegase ni a las 24 horas no implica el final de la historia. En realidad, los problemas de TikTok en el mercado estadounidense están lejos de haberse terminado. Tiene 75 días de gracia, pero necesita maniobrar antes de que se alcance esa fecha límite. Trump sigue hablando de la venta o una joint venture con un socio estadounidense. En los medios estadounidenses, ya se menciona a los posibles compradores, incluidos la propia administración estadounidense o Elon Musk, tan cercano al recién investido presidente.
Pero TikTok no es en realidad más que una pieza en un tablero de juego mucho más complejo, en el que entran en juego la geopolítica, la lucha por la influencia o los intereses económicos (al final, a quien ha desplazado la red social china es a las hasta ahora dominantes redes sociales estadounidenses). Así, y por un lado, es una más de las fichas en la batalla por el poder entre Estados Unidos y China, en la que también entran los chips o los coches eléctricos. Como le dice a la CNN el director de Wedbush Securities, Dan Ives, «TikTok es una moneda de cambio en una partida de póker de altas apuestas entre China y Estados Unidos».
El director de Wedbush Securities define TikTok como «una moneda de cambio entre China y Estados Unidos»
Por otro, está la cuestión de los efectos de los social media y su influencia. Al fin y al cabo, las redes sociales impactan en cómo vemos el mundo, definen conversaciones o influencian (como ya se ha demostrado en múltiples ocasiones) toda clase de decisiones, desde a dónde vas de vacaciones hasta a quién votas en las elecciones. Tener el control del algoritmo que ordena esos mensajes no es una cuestión baladí. Así que incluso cabría preguntarse: ¿es la batalla por TikTok solo una cuestión de seguridad, o acaso es que está comiendo terreno a las redes sociales estadounidenses?
Esto lleva, igualmente, a que la cuestión de la geopolítica de las redes sociales sea mucho más compleja que simplemente el tira y afloja entre Estados Unidos y TikTok. La compra de Twitter –ahora X– por parte de Elon Musk ha sido otra muestra de esto. También lo son las crecientes presiones de la Unión Europea para lograr más transparencia en cómo funcionan los feeds de los social media y más control sobre las consecuencias de permitir que circulen por los fake news y desinformación. El viraje de los responsables de las redes sociales a posiciones más extremas despierta todavía más dudas desde Europa. Mark Zuckerberg acaba de hacerse viral por unas declaraciones sobre la remasculinización y Meta ha cancelado su servicio de fact checking en EEUU, en lo que los analistas han visto como un guiño a la administración Trump, por ejemplo.
El presidente español, Pedro Sánchez, habló del tema en su intervención en Davos, reconociendo que las redes han traído cosas positivas, pero puntualizando que han concentrado poder y riqueza en manos de unos pocos «a costa de nuestra cohesión social, nuestra salud mental y nuestras democracias». «Las grandes redes sociales de comunicación están dañando el orden liberal y el sistema democrático», dijo.
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