El contador de whiskies y el barman viajero

Todo comenzó hace una década. Cuando Juan tenía 24 años, probó su primer Jack Daniel’s en una reunión con amigos. Atraído por la publicidad y el carácter de la marca, pronto descubrió que existían ediciones especiales y exclusivas que no llegaban a Perú, su país. Su curiosidad lo llevó a investigar, contactar a otros aficionados […] The post El contador de whiskies y el barman viajero appeared first on 7 Caníbales.

Feb 4, 2025 - 16:12
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El contador de whiskies y el barman viajero

Todo comenzó hace una década. Cuando Juan tenía 24 años, probó su primer Jack Daniel’s en una reunión con amigos. Atraído por la publicidad y el carácter de la marca, pronto descubrió que existían ediciones especiales y exclusivas que no llegaban a Perú, su país. Su curiosidad lo llevó a investigar, contactar a otros aficionados y, eventualmente, a conocer a Luis Castro, embajador de Jack Daniel’s en Perú. A partir de ahí, su interés se convirtió en algo más que una afición.

 

«Empecé con Jack Daniel’s, que es un Whisky de Tennessee, pero después me interesaron los bourbons y poco a poco me fui metiendo más en este mundo. Quería probar y coleccionar botellas que no se encontraban aquí», cuenta Juan. Esa búsqueda lo llevó a conocer bares especializados, bartenders y coleccionistas que lo ayudaron a ampliar su conocimiento y su colección.

 

Con el tiempo, su interés se diversificó y comenzó a adquirir botellas de distintas partes del mundo. Internet hace que las cosas sean más fáciles o, al menos, posibles para un coleccionista. Uno de sus contactos más valiosos es un especialista en whiskies japoneses, quien le ha conseguido varias piezas únicas. Como por ejemplo The Hakushu, un whisky de una sola malta, de veinticinco años. Esa botella, la más valiosa de su colección, es de la casa Suntory, la empresa productora de whisky más antigua de Japón, fundada en 1899 por Torii Shinjiro.

 

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El coleccionista de whisky Juan Huisa posa sentado a una mesa de Booze Bar disfrutando uno de los exclusivos y raros whiskys que ha conseguido añadir a su muestrario.

La botella se distingue no solo por su sabor, sino por el cuidado y la artesanía de su presentación. Tiene un empaque de madera, hecho a mano y sellado con un nudo Mizuhiki de cinco cordones, que simboliza unir las manos y el corazón del donante y el destinatario. Este nudo representa la esencia de la hospitalidad japonesa. El Mizuhiki es un arte tradicional japonés que utiliza cordones de papel trenzado y endurecido para hacer nudos con diferentes significados. Se usan especialmente en sobres de regalos, bodas y celebraciones. Se considera un símbolo de buenos deseos, unión y prosperidad. «Los whiskies japoneses tienen algo especial. No solo por el líquido en sí, sino por todo el ritual que los rodea«, explica Juan.

 

Otra de sus joyas más preciadas es una botella de Jack Daniel’s de una serie limitada de la que solo existen 320 botellas  en el mundo. «La tenía el coleccionista más grande de Jack Daniel’s en Reino Unido y me obsesioné con conseguirla. Cuando finalmente lo logré, fue un momento de gran felicidad», recuerda. La Barrel Strenght-Dolphin Inn 19’ viene en una caja de madera negra y trae dos copas para catar whisky, un tapón de barril original y un tapón de peltre para botellas. “Si tuviera que salvar una sola botella en caso de incendio, elegiría esa”, detalla.  No porque sea la más cara, sino por lo que representa en su recorrido como coleccionista.

 

El bar soñado

 

A pesar de que colecciona whiskies, Juan no se considera un mero acumulador. Ha probado muchas de sus botellas y disfruta compartir su conocimiento con otros aficionados. «Para mí, el whisky es más que una bebida: es historia, tradición y arte. Cada botella tiene algo que contar, y eso es lo que me apasiona«, concluye. En busca de otros whiskies llegó a Hidden Bar, una barra de coctelería experimental liderada por el reconocido bartender Gerson Arteaga.

 

Luego de volverse amigos, decidieron abrir juntos un espacio nuevo que combinara los intereses de ambos. Un lugar en el que Juan pudiera coleccionar y ofrecer los mejores whiskies del mundo con una barra en donde Gerson tuviera total libertad para crear sus cocteles. Así nació Booze Bar, un espacio en el barrio limeño de Miraflores donde conviven las mejores etiquetas de whisky, una carta de cocteles que se renueva constantemente y que tiene como requisito que cada trago cuente siempre una historia, y una cocina que responde a las bebidas que se sirven y no al revés.

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A la izquierda, el bartender Gerson Arteaga, y a la derecha, su socio en Booze Bar, el coleccionista de whisky Juan Huisa.

Juntos diseñaron un bar a media luz, con banquetas aterciopeladas, que invita a disfrutar su experiencias whiskeras.  Aquí se organizan catas en las que se explican los matices de cada whisky y la historia de su origen, con el objetivo de difundir la cultura del whisky y ayudar a otros a descubrir su riqueza. Booze Bar ha sido reconocido como uno de los diez mejores bares nuevos de Latinoamérica, según la organización Tales of the Cocktail y la revista Forbes.

 

Más allá de un vaso de whisky

 

Además de raras etiquetas y un servicio impecable, Booze Bar ofrece experiencias completas alrededor el whisky. Por ejemplo, The Macallan nos ofrece la oportunidad de probar diferentes variedades de esta marca, con un maridaje creado para cada paso y una cata en las rocas con hielo hecho en una prensa de cobre, que permite crear esferas perfectas de hielo mediante el uso de la presión y el calor. Gracias a la conductividad térmica del cobre, el hielo se derrite solo en las áreas de contacto, moldeándolo rápidamente sin necesidad de fuerza mecánica.

 

También tienen una experiencia que se llama Suntory Time, en alusión a la película Lost in Translation. En la cinta, el personaje Bob Harris, interpretado por  Bill Murray, va a Tokio a filmar un comercial de Whisky.  La frase icónica que Bob dice en el comercial es «For relaxing times, make it Suntory time.» Esta experiencia ofrece una cata de tres whiskies japoneses de las dos principales destilerías: Nikka y Suntory y un coctel hecho con Roku Gin, una ginebra premium japonesa elaborada por Suntory, que incorpora en su preparación flor de cerezo, té sencha, pimienta sansho y cáscara de yuzu.

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El encanto de Booze Bar reside en poder probar whiskies raros de la colección de Juan Huisa y cócteles de autor de Gerson Arteaga como el de la imagen.

La experiencia Jack Daniel´s comparte tres de los tesoros de la colección de Juan y un coctel elaborado con whiskey. Es cambiante, pues van llegando nuevas botellas al bar. Una de las experiencias más pedidas es la del Black Whiskey, elaborado en Los Andes peruanos con maíz morado. De hecho, muchos extranjeros llegan a Booze Bar para probarlo. Esta experiencia incluye dos ediciones de este whiskey y un coctel añejado en barrica por 45 días.

 

Una carta viajera

 

Booze bar se anuncia en las redes como un espacio sin happy hour, sin mala música, solo con buenos tragos. Un lugar íntimo y cálido en el corazón de Miraflores  y un servicio esmerado que trasluce la pasión y el conocimiento. Todos los que atienden son bartenders, así que las recomendaciones son acertadas y precisas. Si uno va indeciso, es casi como ir a un buen médico, que luego de hacer algunas preguntas,  dará con la receta exacta de lo que uno necesita beber.

 

Aunque se puede pedir cualquier coctel clásico que será ejecutado a la perfección, Arteaga tiene una carta de tragos de autor con una poderosa narrativa detrás. Luego de un largo viaje por toda Sudamérica, se inspiró en los mariachis, en la samba y las cumbias para crear una colección de cócteles con el nombre de cada país, con sus sabores, sus aromas y sus ingredientes.

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Las presentaciones de los cócteles de Gerson Arteaga son sofisticadas, elegantes y sobrias.

Perú está elaborado con pisco Italia Huamaní, mazamorra morada y ginger ale. Argentina es un giro al clásico Fernet con Coca Cola: el refresco que utiliza para elaborar esta bebida fue elaborado en el mismo bar. Colombia lleva ron, zumo de lulo y licor 43. Y, México tiene sabores a tortilla, con una mezcla de Altos Plata, miel de agave, sour mix y maíz tierno.

 

Fuera de la carta de la temporada, tienen cócteles de cartas pasadas como su ya clásico Cheese Tart, un cóctel elaborado con la técnica fat-wash. Esta técnica, que infusiona un destilado con insumo graso (puede ser queso, mantequilla o tocino), le aporta textura y sabor. Luego se filtra para retirar la grasa y obtener sabores nuevos en la coctelería. El Cheese tart (tarta de queso) está hecho con vodka, queso azul, vainilla, jerez y bourbon, teniendo como resultado un cóctel con una gama de sabores muy interesante y mucho cuerpo.

 

Juan y Gerson conforman una dupla que se complementa a la perfección. Mientras que Gerson disfruta y explora detrás de la barra creando sus cocteles de autor, Juan no solo ha construido una impresionante colección, sino que ha logrado convertir su afición en una parte fundamental de su vida. Desde la primera botella que adquirió hasta las ediciones más exclusivas que posee hoy, cada una de ellas cuenta una historia. Y para él, eso es lo que realmente importa.

 

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