Huesos

Fernando Navarro Fernando Navarro Sáb, 18/01/2025 - 09:16 Citas literarias Érase una vez una escritora rojense asentada en Buenos Aires que, harta de la explotación de las editoriales, un buen día decidió editar ella misma un libro de cuentos cortos que repartía en bicicleta entre amigos y libreros de la ciudad. En eso llegó la pandemia de covid-19 y decidió, mejor, regalarlo: «Reconozco que me da vergüenza subirlo por el tema del autobombo y coso... pero ahí va; si a alguien le sirve para pasar un rato y distraerse del encierro, seré feliz con eso. Que circule y se lea. Para eso escribo». Ese libro es Los besos no serán televisados (2019), de Victoria Nasisi. A mí me llegó, y de él les copio un anatómico relato, «Huesos», en prosa poética: Y se trata, también, de los huesos. Del frontal que se vanagloria del mundo. Que engrandece mi horizonte o el tuyo. Que camufla tus espejismos turbados tras un telón inescrutable. Del reborde orbitario que puja por aferrar tu mirada. Como si esa determinación vibrante pudiera ser aprehendida. De los ángulos de las caderas, que se elevan gozosos al sentir mis dedos deslizarse sobre ellos y que saben acomodarse a la mansedumbre de mis piernas. De la clavícula que apuñala mis pesares hasta desvanecerlos. Porque sabe que las angustias desaparecen a fuerza de sorbos de whisky o de aguijonazos de miel. De las vértebras cuya arquitectura de escalera me incita a jugar, a subir y bajar hasta que me invada el sopor de la siesta. No. No solo hay que escribir sobre miradas, bocas y piel que arde. Porque los hambrientos soñamos con huesos. Y nos despertamos con la boca atormentada.   Off Fernando A. Navarro Off

Jan 18, 2025 - 10:23
Huesos
Fernando Navarro
Fernando Navarro
Citas literarias

Érase una vez una escritora rojense asentada en Buenos Aires que, harta de la explotación de las editoriales, un buen día decidió editar ella misma un libro de cuentos cortos que repartía en bicicleta entre amigos y libreros de la ciudad. En eso llegó la pandemia de covid-19 y decidió, mejor, regalarlo: «Reconozco que me da vergüenza subirlo por el tema del autobombo y coso... pero ahí va; si a alguien le sirve para pasar un rato y distraerse del encierro, seré feliz con eso. Que circule y se lea. Para eso escribo».

Ese libro es Los besos no serán televisados (2019), de Victoria Nasisi. A mí me llegó, y de él les copio un anatómico relato, «Huesos», en prosa poética:

Y se trata, también, de los huesos.

Del frontal que se vanagloria del mundo. Que engrandece mi horizonte o el tuyo. Que camufla tus espejismos turbados tras un telón inescrutable.

Del reborde orbitario que puja por aferrar tu mirada. Como si esa determinación vibrante pudiera ser aprehendida.

De los ángulos de las caderas, que se elevan gozosos al sentir mis dedos deslizarse sobre ellos y que saben acomodarse a la mansedumbre de mis piernas.

De la clavícula que apuñala mis pesares hasta desvanecerlos. Porque sabe que las angustias desaparecen a fuerza de sorbos de whisky o de aguijonazos de miel.

De las vértebras cuya arquitectura de escalera me incita a jugar, a subir y bajar hasta que me invada el sopor de la siesta.

No. No solo hay que escribir sobre miradas, bocas y piel que arde.

Porque los hambrientos soñamos con huesos. Y nos despertamos con la boca atormentada.

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