¿Dónde está la oposición?

Donald Trump enfrenta una situación más complicada, ya que los demócratas, aunque lucen desorientados, están muy lejos de la situación de descrédito e irrelevancia en que se encuentran el PRI, PAN o MC en México con Claudia Sheinbaum.

Feb 7, 2025 - 10:41
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¿Dónde está la oposición?

La ofensiva de Donald Trump, desplegada en múltiples frentes desde el primer día de su mandato, no deja de sorprender. Se esperaba que ahora tuviera mayor libertad para impulsar su agenda, libre de muchas de las restricciones que lo contuvieron en su primer mandato. Sin embargo, la amplitud de temas que está atacando, sumada al ímpetu y velocidad de sus acciones, resulta abrumadora para cualquier observador. Eso no significa, sin embargo, que tenga la vía libre para avanzar su agenda.

La semana pasada me referí a los contrapesos institucionales que enfrenta Trump y a los reveses que ha sufrido. Comparados con los de la presidenta Sheinbaum, estos son considerablemente mayores. Además, en el terreno político, Trump enfrenta una situación más complicada, ya que los demócratas, aunque lucen desorientados, están muy lejos de la situación de descrédito e irrelevancia en que se encuentran el PRI, PAN o MC.

Es cierto que, al igual que en México, donde muchos se preguntan dónde está la oposición, en los programas de análisis y editoriales de los medios en Estados Unidos surge con frecuencia una interrogante similar: ¿dónde están los demócratas? Y es que resulta desconcertante su pasmo ante la embestida de Trump, lo que evidencia que aún no han asimilado la derrota electoral ni articulado una estrategia eficaz para enfrentarlo.

En México, PAN, PRI y PRD se unieron para postular a Xóchitl Gálvez, probablemente su mejor carta, y fueron arrollados. En Estados Unidos, Kamala Harris quizá no fue la opción ideal, pero sin duda fue mejor que Joe Biden. El Partido Demócrata cerró filas en torno a ella: llegaron las donaciones y los voluntarios se movilizaron con fuerza. Y también fueron arrollados. En ambos casos, no se trató solo de la derrota de una persona, sino del rechazo de amplios sectores del electorado a los partidos como tales.

En México, los partidos de oposición no han sabido escoger sus batallas ni definir una estrategia coherente para reconectar con el electorado. Sin un propósito claro, más allá de frenar la continuidad de la 4T, nunca quedó definido en la pasada campaña cuál era el proyecto alternativo que proponían. Desde su derrota en junio, la situación es aún peor. En el mejor de los casos, estos partidos parecen estar en modo de mera supervivencia. Ninguno parece tener idea de cómo enfrentarse a la presidenta Sheinbaum para impedir el avance del “segundo piso de la transformación”.

La situación con los demócratas no es ni remotamente tan dramática, pero tampoco han logrado definir cómo posicionarse frente a Trump. Parte del debate es si deben responder a cada provocación del presidente o concentrarse en las batallas donde puedan ser más efectivos y lograr mayor resonancia entre los electores. Mientras continúan discutiendo, lo cierto es que no han logrado un enfoque claro, ni mucho menos definir una causa común que los unifique.

Esta semana, los demócratas han empezado a levantar la cabeza y parecen estar articulando un frente de ataque con posibilidades de resonar en la opinión pública. El ascenso de Elon Musk al poder les ha brindado una narrativa potente: la de un “multimillonario” sin rendición de cuentas que desmantela el gobierno y pone en riesgo los programas y apoyos que benefician a la gente. Esto ha comenzado a inquietar al electorado. Resta por ver si esta estrategia dará resultados y, más importante aún, si los demócratas lograrán mantener el enfoque en el tiempo.

Ni siquiera un destello así se ha visto en la oposición en México. Tarde o temprano, los demócratas se reagruparán y volverán a la presidencia. Es cierto que la diversidad de intereses y causas dentro del partido dificulta su reconexión con una parte del electorado, que no solo no se siente identificada, sino que rechaza las agendas de nicho de su ala más progresista. Sin embargo, con una historia y raíces sociales profundas, los demócratas siguen siendo un partido con vida, respaldado por causas con tracción electoral, como el aborto o la defensa de los programas sociales. Están aturdidos por la derrota, pero no están muertos ni deben darse por descontados.

En México, el reto es de otra magnitud. No se trata solo de mostrarse como una alternativa moderada y razonable frente a los excesos del gobierno en turno. Lo que necesitan es revertir una opinión pública que los percibe como corruptos, reaccionarios o vendidos. Las opiniones negativas sobre el PAN, PRI y PRD superan a las que enfrentan los demócratas en este momento. Por donde se le vea, un repunte de la oposición en México luce mucho más difícil que en Estados Unidos.

Como presidente de Estados Unidos, la estridencia de Trump le da una apariencia de omnipotencia, pero su poder está paradójicamente más limitado que el que tiene Sheinbaum en México. Mientras allá aún existen contrapesos institucionales y una oposición aturdida, pero viva, aquí esas contenciones ya no existen y la oposición está en coma, si no es que muerta.