Primer lanzamiento del cohete New Glenn de Blue Origin: SpaceX ya tiene competencia
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Desde que en 2015 SpaceX logró hacer aterrizar con éxito una primera etapa de un cohete Falcon 9, la empresa de Elon Musk ha dominado en solitario el mercado de los lanzadores orbitales reutilizables. Hoy, finaliza este monopolio de SpaceX a manos de la empresa de otro billonario. Blue Origin, fundada por Jeff Bezos en 2000, ha logrado al fin alcanzar la órbita al primer intento después de casi un cuarto de siglo. El 16 de enero de 2025 a las 07:03 UTC despegaba desde la rampa LC-36 de la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral (CCSFS) en Florida el primer cohete New Glenn. La carga en esta primera misión de prueba NG-1 era el prototipo Blue Ring Pathfinder, una versión de simplificada y de prueba del remolcador orbital Blue Ring con una masa de 20,41 toneladas que en esta misión quedó unido a la segunda etapa. El prototipo se activó 14 minutos después del despegue y 1 hora y 20 minutos más tarde el conjunto alcanzó una órbita final de 2400 x 19 300 kilómetros y 30º de inclinación. Este lanzamiento también es uno de los requisitos para certificar el New Glenn como lanzador apto para misiones militares dentro del programa NSSL (National Security Space Launch).
Lamentablemente, la primera etapa GS1-SN001, apodada «So You’re Telling Me There’s a Chance», no pudo ser recuperada tras cumplir con éxito su misión y efectuar al menos parte de su encendido de frenado (al final, no, se ve que no hubo chance alguna). Estaba previsto que aterrizase en la barcaza LPV1 Jacklyn situada en el Atlántico a unos mil kilómetros de las costas de Florida, pero no pudo ser. Por tanto, Blue Origin no ha podido convertirse en la segunda empresa tras SpaceX en recuperar con éxito una etapa de un lanzador orbital, aunque no olvidemos que la compañía de Jeff Bezos ya fue la primera en reutilizar una etapa del lanzador suborbital New Shepard en enero de 2016. Este primer lanzamiento del New Glenn se había aplazado en varias ocasiones y fue situado en la rampa el 9 de enero de cara a un lanzamiento el día 12, que sería retrasado. El 13 de enero el cohete se cargó de propelentes en la rampa, pero el despegue tuvo que ser cancelado a apenas unos minutos del despegue por culpa de la formación de hielo en una de las conducciones de salida de la Unidad de Potencia Auxiliar (APU) encargada dar energía a los sistemas hidráulicos.
Tras este lanzamiento, y aunque todavía Blue Origin debe demostrar que es capaz de recuperar y reutilizar sus primeras etapas, Estados Unidos tiene actualmente los dos únicos lanzadores reutilizables orbitales en servicio en el mundo (el Electron de Rocket Lab, otra empresa estadounidense, tiene cierta capacidad de reutilización, pero evidentemente juega en otra liga muy distinta a los Falcon y el New Glenn). El New Glenn es también el segundo cohete estadounidense a base de metano que alcanza la órbita, tras el Vulcan, y el tercero a nivel mundial.
Con una capacidad de carga de 45 toneladas en órbita baja (LEO) y 13 toneladas en una órbita de transferencia geoestacionaria (GTO), el New Glenn se convierte de golpe en el tercer lanzador más potente en servicio tras el SLS Block 1 de la NASA (95 toneladas en LEO) y el Falcon Heavy de SpaceX (hasta 63,8 toneladas en LEO), pues el sistema Starship (más de 100 toneladas en LEO en la versión v2) todavía no ha logrado alcanzar la órbita. No obstante, teniendo en cuenta que el SLS solo se va a usar para lanzar a la nave Orión de la NASA —y eso si no es cancelado—, el New Glenn compite directamente con el Falcon Heavy por ser el lanzador más capaz en servicio hasta que la Starship esté operativa. Aunque podría parecer que el New Glenn es bastante menos capaz que el Falcon Heavy (45 toneladas frente a 63,8 toneladas en LEO), en realidad estas cifras son injustas porque comparan la versión desechable del Falcon Heavy con la reutilizable del New Glenn (en principio, la única que se ofertará).
En realidad, el Falcon Heavy es capaz de colocar en GTO entre 8 y 10 toneladas recuperando todos los boosters o 26,7 toneladas en modo desechable. Por tanto, las 13 toneladas a GTO del New Glenn reutilizable dejan claro que estamos hablando de dos cohetes muy similares en prestaciones. Por otro lado, el Vulcan Centaur de ULA en la versión pesada VC6L será capaz de colocar 14,4 toneladas en GTO, adelantando al New Glenn (aunque no en capacidad en LEO, que será de 27,2 toneladas). Eso sí, el New Glenn es el rey en cuanto a volumen de carga útil: dispone de la cofia más voluminosa de un lanzador en servicio, con 7 metros de diámetro, superando con creces los 5,2 metros de diámetro de la familia Falcon. A pesar de que no es la cofia más larga —«solo» 20,9 metros de largo comparado con los 21,7 metros del Vulcan Centaur Heavy y los 22,5 metros de la cofia extendida del Falcon Heavy—, posee un volumen interno de unos 490 metros cúbicos, todo un récord. Es una capacidad interesante que abre nuevos horizontes porque existen muchas misiones potenciales que están limitadas no tanto por la masa, sino por el volumen (el espejo del James Webb podría haber cabido dentro de la cofia sin necesidad de ser segmentado).
El cohete New Glenn
El New Glenn es un lanzador de dos etapas de 98 metros de longitud y 7 metros de diámetro. Su masa al lanzamiento no se ha hecho pública, pero se estima en 1400-1500 toneladas, casi la mitad del Saturno V (como comparación, el Falcon Heavy tiene 1421 toneladas). Sus 98 metros de longitud hacen que sea uno de los cohetes más altos de la historia, a la par del Saturno V sin la torre de escape y solo por detrás del SLS Block 1 y la Starship. Combina metano (gas natural) en la primera etapa como combustible con hidrógeno en la segunda. Esta mezcla de combustibles añade complejidad al lanzador y a los sistemas de tierra, pero, a cambio, le da al New Glenn una gran eficiencia de cara a misiones a órbitas altas o fuera de la Tierra (no olvidemos que el hidrógeno es el combustible más eficiente —mayor impulso específico— que existe para un cohete de combustible líquido).
En cualquier caso, las cifras oficiales de carga útil (45 toneladas en LEO y 13 toneladas en GTO) son provisionales y habrá que esperar a ver cómo se comporta el lanzador para saber las prestaciones reales. Por ejemplo, para esta primera misión se ha rumoreado que el vehículo tiene una capacidad máxima de 25 toneladas en LEO por culpa de varias limitaciones; algo, por otro lado, normal, pues el Falcon Heavy tampoco puede poner 64 toneladas en LEO en su configuración actual (y eso suponiendo que una carga tan pesada quepa en su cofia).
La primera etapa GS1 es reutilizable. Mide 57 metros de longitud y emplea unas 1150 toneladas de gas natural licuado (LNG) y oxígeno líquido como propelentes para alimentar a siete motores BE-4, con 2450 kilonewton de empuje cada uno. Al lanzamiento, el New Glenn genera 17126 kN de empuje. Cada BE-4 tiene una altura de 3,81 metros y un diámetro máximo de la tobera de 1,93 metros. Mientras el Falcon o el Super Heavy de SpaceX emplean rejillas aerodinámicas para controlar la actitud de la primera etapa, la GS1 del New Glenn dispone de cuatro superficies aerodinámicas situadas en la parte superior y de dos «alas» en los laterales que le permiten controlar su vuelo (en teoría, la GS1 aterrizará siempre en una barcaza y no regresará a la zona de lanzamiento). Las cuatro aletas superiores miden 2 metros de longitud y tienen un ancho de 5 metros en su base.
Al igual que los Falcon o la Starship, la GS1 del New Glenn también usa propulsores a base de nitrógeno para control de posición. Para aterrizar en la plataforma LPV1 situada frente a las costas de Florida, la GS1 efectúa primero un encendido de frenado de 28 segundos de duración y, finalmente, otro de aterrizaje de 36 segundos. En estas maniobras se emplean hasta tres motores BE-4. El tren de aterrizaje de la GS1 está formado por seis patas que permanecen plegadas y protegidas por cubiertas durante el lanzamiento. Cada etapa ha sido diseñada para ser reutilizada hasta 25 veces y, en el futuro, hasta cien. Para mover las superficies aerodinámicas y desplegar las patas se emplean APUs a base de peróxido de hidrógeno. La parte superior interetapa de la GS1 y la inferior, así como las superficies aerodinámicas, usan un material protector térmico de color bronce o dorado denominado Comet. En principio las zonas cubiertas por este material iban a ir pintadas, pero finalmente se decidió dejarlas así, al menos, en este primer vuelo.
La segunda etapa GS2 mide 26,8 metros de longitud y carga unas 175 toneladas de hidrógeno y oxígeno líquidos. Dispone de dos motores criogénicos BE-3U de 770 kN de empuje cada uno (inicialmente eran 712 kN), con un empuje total de 1423 kN. Cada BE-3U tiene una altura de 4,4 metros y una tobera con un diámetro máximo de 2,5 metros. Los BE-4 ya se habían probado previamente en la primera etapa del Vulcan Centaur de ULA (que usa dos unidades), mientras que el BE-3U es una versión para el vacío del motor BE-3 que se ha utilizado hasta la fecha en 27 misiones del cohete New Shepard. Blue Origin lleva años trabajando en un proyecto —conocido por los medios como Jarvis— con el objetivo de desarrollar una segunda etapa reutilizable, pero por el momento no está claro el estado del mismo.
Las instalaciones de lanzamiento del New Glenn en Florida reciben el nombre de OLS (Orbital Launch Site) e incluyen un enorme hangar para integración horizontal del New Glenn con la carga útil y la rampa LC-36, que se halla rodeada de dos enormes torres con pararrayos de 175 metros. La rampa cuenta con un sistema de supresión de ondas de choque mediante agua, para lo cual se usa un depósito de agua situado en una torre de 108 metros de alto. El cohete se transporta hasta la rampa en el TE (Transpocter Erector), que tiene unos 91 metros de largo y 15 de ancho y un peso de más de 1800 toneladas. La plataforma marina LPV1 para recuperar las etapas del New Glenn se ha bautizado Jacklyn en honor de la madre de Jeff Bezos. Tiene 116 metros de eslora y cuenta con un robot dotado de un brazo para asegurar la etapa en alta mar.
El largo camino hasta el New Glenn
Después de ser fundada en 2000 por Jeff Bezos, hubo que esperar hasta 2011 para que Blue Origin anunciase planes oficiales para construir un lanzador orbital. Este cohete sería denominado simplemente como RBS (Reusable Booster System) y su objetivo era lanzar una nave tripulada de forma troncocónica que respondía al creativo nombre de SV (Space Vehicle). La empresa nunca dio demasiados detalles técnicos de este vector, aunque se estima que era equivalente a un Atlas V. Cuando la NASA decidió no seleccionar la cápsula tripulada de Blue Origin para su programa comercial, el RBS desapareció del radar. Ese mismo año, Blue lanzó su prototipo de cohete suborbital PM-2 dotado de cinco motores BE-2, que resultó destruido en el segundo intento (previamente, en 2006, la empresa ya había hecho pruebas con un demostrador más pequeño llamado Goddard). En 2015, el mismo año en el que debutó el cohete suborbital New Shepard, Jeff Bezos declaró que Blue Origin lanzaría cohetes orbitales desde la rampa LC-36 de Cabo Cañaveral, pero no dio detalles sobre el nuevo cohete más allá de que usaría la tecnología del New Shepard y sería reutilizable.
El New Glenn nació oficialmente en septiembre de 2016 cuando Blue Origin anunció el nombre y las prestaciones de este lanzador, aunque el inicio de su desarrollo se remonta a 2012. El nombre no fue una sorpresa, pues tras honrar a Al Shepard —el primer estadounidense en el espacio— con el New Shepard, recordar a John Glenn —el primer estadounidense en órbita— era una elección lógica, del mismo modo que el nombre de New Armstrong se ha reservado para un cohete futuro más potente. Pero las prestaciones del nuevo lanzador sí sorprendieron, pues se esperaba un vector más modesto, sobre todo teniendo en cuenta que Blue Origin no había tenido la oportunidad de crecer desarrollando un lanzador orbital pequeño como en su momento lo hizo SpaceX con el Falcon 1.
Aunque en 2016 Bezos no hizo públicas las prestaciones del New Glenn, sí que anunció que vendría en dos versiones, una de dos etapas de metano de 82 metros de altura con una cofia de 5,4 metros y otra con una tercera etapa criogénica de 95 metros de altura y una enorme cofia de 7 metros. En 2017 se anunció que inicialmente solo se lanzaría una versión de dos etapas y 98 metros de altura, pero ya con la cofia de 7 metros de diámetro. Originalmente la versión de dos etapas usaría un motor BE-4 en la segunda y la de tres etapas un BE-3 en la tercera, pero se optó por fusionar las dos etapas superiores en una nueva segunda etapa con dos motores BE-3U. El primer lanzamiento del New Glenn estaba previsto para 2020, pero sufrió retraso tras retraso a medida que aumentaban las dudas —y los memes en la red— sobre la capacidad de la empresa y las dotes de Bezos para gestionar su proyecto favorito. Como contrapartida, las obras en la rampa LC-36 progresaron a buen ritmo y en 2019 se congeló el diseño del New Glenn. No obstante, Blue Origin seguía sin hacerse con varios y jugosos contratos de cargas gubernamentales, un hecho que hubiera puesto en serias dificultades a cualquier otra empresa que no contase con la fortuna de Bezos detrás. En 2018 el Pentágono le ofreció a Blue Origin 500 millones de dólares repartidos en seis años para ayudar al desarrollo del lanzador, pero dos años más tarde rescindió el contrato —eso sí, tras haber entregado 256 millones a la compañía— cuando decidió no elegir a la empresa de Bezos para lanzar cargas militares.
El lema de la empresa, gradatim ferociter —es decir, ‘paso a paso ferozmente’— ha sido —y es— objeto de muchas burlas. No obstante, poco a poco las cosas comenzaron a mejorar para Blue. En 2023 Bezos relevó a Bob Smith como CEO y puso en su lugar a David Limp. Ese mismo año la NASA le dio su primer contrato a Blue Origin para lanzar las pequeñas sondas ESCAPADE a Marte (el New Glenn es un cohete enorme para una carga tan pequeña, pero se consideró una buena elección para una misión de certificación). Por fin, en 2024 el Pentágono puso a Blue Origin en la lista de empresas que podían lanzar costosas cargas militares junto a SpaceX y ULA. El New Glenn debía haber debutado en octubre de 2024 con la misión ESCAPADE de la NASA, pero cuando se confirmó que Blue Origin no tendría listo el lanzador para esa fecha, la NASA decidió cancelar el lanzamiento y la empresa de Bezos optó por lanzar el prototipo de remolcador Blue Ring para certificarlo en misiones militares.
En 2021 se pudo ver al fin un simulador del New Glenn en la rampa para pruebas de integración, aunque no sería hasta 2023 cuando vimos un prototipo con características reales. Este prototipo se usó para pruebas en la rampa en marzo de 2024. La primera etapa operativa, empleada en esta misión, fue terminada en octubre de 2024. El 23 de septiembre se realizó un encendido estático de la segunda etapa GS2 del New Glenn y los dos motores BE-3U funcionaron durante 15 segundos, mientras que el 28 de diciembre de 2024 Blue Origin efectuó el primer encendido estático con un New Glenn completo en la rampa. Los siete BE-4 funcionaron sin problemas durante 24 segundos, allanando el camino para el primer lanzamiento.
Aunque el New Glenn es el primer lanzador reutilizable en servicio tras el Falcon, realmente es ULA más que SpaceX quien tiene que estar preocupada por la competencia. Efectivamente, el Vulcan de ULA es una opción necesaria ante el monopolio de facto de SpaceX, pues el gobierno de EE. UU. —especialmente el Pentágono— no se puede arriesgar a poner todos los huevos en la misma cesta y otorgar todos los contratos de lanzamientos a la empresa de Elon Musk. Pero el Vulcan, un lanzador no reutilizable, es otro cantar. Si finalmente el New Glenn resulta ser un cohete fiable, el futuro del Vulcan, y, por tanto, de ULA, estaría en cuestión (más todavía). Por el otro extremo, SpaceX espera que la Starship barra a la competencia, incluido el New Glenn. Pero incluso si este superlanzador es un éxito económico, no será tan fácil, pues el gobierno estadounidense siempre asegurará la existencia de, como mínimo, otra empresa de lanzadores pesados para evitar monopolios problemáticos.
El coste de cada lanzamiento comercial es secreto —paga Bezos—, pero se estima que debe rondar los 75 millones de dólares. Además de misiones militares, el New Glenn tiene contratos de lanzamiento de constelaciones de satélites como Telesat y OneWeb, además de, por supuesto, la megaconstelación Kuiper de Amazon. Por su parte, Blue Origin usará este enorme cohete para lanzar módulos de su estación Blue Reef, el módulo lunar de carga Blue Moon Mark 1 y el módulo lunar tripulado Blue Moon Mark 2 para el programa Artemisa de la NASA. Bezos también ha anunciado planes de una nave tripulada propia, aunque se desconocen los detalles de este proyecto. Tras una misión inicial exitosa, Blue Origin debe demostrar ahora que es capaz de recuperar la primera etapa del lanzador y que puede permitirse una buena cadencia de misiones. No en vano, si todo sale según lo previsto, Blue podría lanzar hasta ocho misiones en 2025. Sea como sea, tenemos un nuevo lanzador gigante entre nosotros.
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