Posturas cambiantes. Los virajes de Cuneo Libarona, Cristina Kirchner y Alberto Fernández respecto a la muerte del fiscal Nisman
El actual ministro de Justicia y la expresidenta pendularon entre las dos versiones contrapuestas; el expresidente, en cambio, modificó radicalmente de postura
A 10 años de la noche que conmocionó al país, las dudas continúan rodeando la muerte del fiscal Alberto Nisman. En línea con los hechos, por momentos contradictorios, distintas figuras de la vida pública evitaron definir una postura; otras se recostaron sobre una de las dos hipótesis, y un tercer grupo de personas, vacilante, fue y vino entre el suicidio y el asesinato del fiscal.
En este grupo se inscriben el ministro de Justicia, Mariano Cuneo Libarona, quien relativizó el posicionamiento que mantuvo años atrás, cuando afirmó que el fiscal se había quitado la vida; y la expresidenta Cristina Kirchner, que en pocos días penduló entre la hipótesis del suicidio y la del asesinato. El expresidente Alberto Fernández, por su parte, modificó radicalmente su postura al sostener las dos versiones -excluyentes- de los hechos.
El actual ministro de Justicia Cuneo Libarona afirmó en agosto de 2017: “Yo creo que él no aguantó la situación, mucho pesar personal, mucho dolor, propio de todo suicidio, y él tomó esta determinación”. Lo hizo en una entrevista con Silvina Chediek para la TV pública. “A mí hay datos que me llevan a pensar que no entró alguien por una persona volando o un comando iraní kirchnerista o de no sé quien y lo mató”, dijo.
Consultado hace casi un año por sus dichos en aquella entrevista, Cuneo Libarona evitó volver a pronunciarse en el mismo sentido, antepuso su flamante investidura de ministro y le quitó peso a sus afirmaciones. “Yo me fundé en la opinión que circulaba en ese momento que yo había recogido, de abogados, de mesa de café, y demás. Nunca leí una hoja”, sostuvo, ante la pregunta del periodista Rolando Barbano. “Hoy la causa tendrá su curso, no tengo ni idea en qué está. Sigo algo por los diarios y no me involucro ni opino de las causas”, dijo, y remató: “No es tema mío”.
El expresidente Fernández realizó el viraje al son de su cercanía con la expresidenta: como opositor sostuvo la hipótesis del homicidio; siete años más tarde, con Cristina Kirchner secundándolo en el Poder Ejecutivo, afirmó que Nisman se suicidó.
Primero, a tres meses de la muerte del fiscal, sentenció: “Nadie en la Argentina piensa que Nisman se ha suicidado”. Y después, como Presidente: “Hasta acá lo que le pasó a Nisman es que se suicidó”.
Fue en una entrevista con TN recordada por los dichos que siguieron a ese giro: “Espero que no haga algo así el fiscal Luciani”, agregó, en alusión a Diego Luciani, que había acusado a la expresidenta de asociación ilícita en la causa vialidad. Muchos interpretaron los dichos de Fernández como una amenaza velada.
Cristina Kirchner, vacilante
En los días siguientes a la muerte, la entonces presidenta Cristina Kirchner publicó dos textos. En el primero de ellos, se inclinó por la hipótesis del suicidio, aunque luego flanqueó la palabra ‘suicidio’ con dos signos de interrogación.
En la publicación hizo un repaso histórico sobre el caso AMIA y planteó una serie de interrogantes en torno a la muerte del fiscal. Lo encabezó con el siguiente párrafo: “La muerte de una persona, siempre causa dolor y pérdida entre sus seres queridos, y consternación en el resto. El suicidio provoca, además, en todos los casos, primero: estupor, y después: interrogantes. ¿Qué fue lo que llevo a una persona a tomar la terrible decisión de quitarse la vida?”.
Pero continuaba así: “En el caso del ¿suicidio? del Fiscal a cargo de la causa AMIA, Alberto Nisman, no sólo hay estupor e interrogantes, sino que además una historia demasiado larga, demasiado pesada, demasiado dura, y por sobre todas las cosas, muy sórdida”.
En el segundo documento, publicado también en su blog tres días más tarde, se decidió sobre la hipótesis del suicidio. Llevó por tituló: “El suicidio (que estoy convencida) no fue suicidio”.
“Eso sí –señalaba Cristina más adelante en el texto– bajo la forma de aparente suicidio. Recurso que ya ha sido utilizado en muchos casos tristemente célebres”.
Planteó a lo largo del texto numerosos interrogantes que apuntaban a mostrar cuan disonante era la hipótesis del suicidio. “¿Por qué se iba a suicidar alguien que en su chat explica que la tenía pensada hace tiempo pero que la había tenido que adelantar?”, entre muchas otras. “¿Por qué habría de suicidarse alguien que escribe un mensaje en su chat como el que escribe el fiscal Nisman cuando explica a un grupo cerrado de amigos su regreso intempestivo al país?”, insistió.
La tesis detrás del cambio de postura, es que el homicidio de Nisman fue utilizado en contra de su Gobierno. La presidenta asordinó el giro amparándose en los signos de interrogación con los que arropó a la palabra suicidio.
En un tercer pronunciamiento, más reciente, la expresidenta pareció ubicarse una vez más como al principio. “Algo que ya nadie discute y que está probado, el departamento [...] estaba cerrado por dentro”, dijo. “Tampoco está en discusión cual fue el arma y de quien era el arma que le provocó la muerte. El arma era de su colaborador”, sumó, en alusión a Lagomarsino, y recordó la cuenta que poseía con Nisman en Estados Unidos. “Sin embargo, -siguió- a Nisman lo mataron”, cerró.