Mestres, los cavas que se rifan los mejores restaurantes

Siempre es temporada de espumosos. Y lo saben bien en Sant Sadurní d’Anoia, la cuna del cava, donde se encuentra una de las bodegas más históricas y respetadas de Cataluña: Mestres. Con unos antecedentes que se remontan al siglo XIV, la familia Mestres ha jugado uno de esos papeles que con el paso del tiempo se han hecho más imprescindibles que nunca dentro de la evolución del cava y la viticultura de la región.

Desde sus humildes comienzos en la producción de vinos tranquilos hasta la creación del primer Brut Nature en 1945, Mestres ha sido un referente en la boyante y no siempre bien entendida industria del cava. Ahora podemos asegurar que todo ese camino ha tenido un gran resultado, destacándose por su dedicación a la calidad y la innovación, además de su estrecha relación con la alta gastronomía. Hoy, la bodega es más que nunca un referente en el mundo del cava, con una producción limitada que apuesta por la autenticidad y la elegancia.

La creación del primer Brut Nature

La historia del Mestres moderno comienza en 1925, cuando Antonio Mestres decide elaborar su primera botella de cava. Sin embargo, el gran hito de la bodega llega en 1945, con la creación de su primer Brut Nature. En una época en la que los espumosos eran generalmente dulces, Antonio Mestres y su equipo se lanzaron a desafiar lo que era tradición, creando un cava seco, sin licor de expedición ni azúcar añadido. Aquello transformó el perfil del cava y lo alineó con una visión mucho más gastronómica. Aquel Brut Nature fue pensado no solo para celebrar, sino para acompañar las comidas, un concepto innovador en su momento. Y que aún sigue siendo verdaderamente rompedor.

La idea de crear un cava que pudiera maridar con cualquier plato se va a convertir en revolucionaria. No debemos olvidar que los espumosos de esos años eran muy dulces, y se pensaban más como una bebida para celebraciones o momentos especiales. La visión de Antonio Mestres fue diferente: quería un vino espumoso que tuviera la elegancia y la complejidad necesarias para complementar una amplia variedad de recetas. Así, el Brut Nature de Mestres va a nacer como una propuesta más seca y refinada, lanzada a resaltar las características naturales de la uva y el terroir.

Su filosofía gastronómica

A lo largo de las décadas, Mestres ha continuado manteniendo esa estrecha relación con la gastronomía, un aspecto que va a resultar determinante en su actual éxito y diferenciación dentro del amplio y diverso mercado de los cavas. Desde sus primeros años, la bodega se va a caracterizar por su estrecho trabajo junto a chefs y restaurantes de renombre, entre ellos, Santi Santamaría y Andoni Luis Aduriz, con quienes ha colaborado en estos años para crear cavas que se adaptasen a los sabores complejos de la alta cocina. La producción de cavas con un carácter vinoso y una crianza prolongada se ha convertido en estos momentos en una de las claves que definen mejor su filosofía, lo que les ha valido posicionarse como una referencia para los amantes de la gastronomía y los sumilleres.

Mestres, de algún modo, ha entendido que el cava puede ser mucho más que una bebida para brindar. Es decir, han sido partícipes de la evolución y representación de lo que puede ser un vino sofisticado, capaz de maridar con una gran variedad de platos. Esta manera de hacer las cosas les ha llevado a invertir en tiempo, en largas crianzas, utilizando barricas para fermentar y criar parte de sus cavas, lo que hace que estos tengan mayor carácter. Esto, como ya apuntamos, les va a distinguir dentro del panorama internacional de los espumosos. Siendo muy valorados fuera de nuestras fronteras

La larga crianza

Uno de los aspectos más destacados de los cavas de Mestres es su prolongado envejecimiento. En lugar de seguir la tendencia de producir cavas con tiempos de crianza más cortos y comerciales, la bodega no ha dejado de centrarse en la calidad, con cavas que pueden pasar más de 15 años en botella. Mestres ha renunciado a la producción masiva y se ha centrado en una línea más artesanal, en la que el respeto por el proceso tradicional y la paciencia se han convertido en la marca de la casa.

Cavas como el Mas Via son ejemplos perfectos de esta manera de jugar con el tiempo y los degüelles. Un modelo a seguir en cuanto a elegancia, complejidad y estructura. Esta larga evolución en botella, junto con el paso por barricas, los convierte en un vino untuoso y muy disfrutable, que gana en riqueza de sabores y en suavidad en boca. Algo que los hace únicos.

Lucha en el sector

Hoy en día, los cavas de Mestres están excelentemente bien posicionados. Por ejemplo, su entrada de gama, Coquet 2019, se puede encontrar por 20€. Un precio excelente si analizamos su tiempo en bodega. Lo mismo ocurre con su Elena Mestres 2019 o el Visol 2017, que salen por unos 25€. Y, no debe olvidarse, con la bodega siempre apostando por una producción limitada y selectiva. Cavas más especiales (a veces difíciles de encontrar) como el Clos Nostre Senyor 2015 (40€) y el Mas Via 2004 (60€) nos hablan de nuevas maneras, que a la vez son viejas, de posicionarse en un mercado cada vez más globalizado. Son cavas que reflejan la tradición de la bodega pero adaptados a los gustos de un consumidor más exigente y conocedor.

El mercado cada vez presta más atención a estos espumosos, hay un creciente interés por cavas de larga crianza, como los de Mestres, especialmente entre sumilleres y gastrónomos. Un futuro que resulta prometedor. A pesar de las dificultades de una industria del cava que parece saturada, con marcas que apuestan por la producción masiva, además de la competencia de otras denominaciones de origen, Mestres ha logrado mantenerse fiel a su filosofía.

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