La charla que cambió el destino de los Cavaliers

Cuesta recordar que los Cleveland Cavaliers estuvieron a punto de romper su núcleo duro el pasado verano. O al menos eso contaron los diversos rumores que pululaban alrededor del equipo. La franquicia llegó a la offseason con dos objetivos claros: contratar un nuevo entrenador y, sobre todo, renovar a Donovan Mitchell. Y, una vez conseguidos, la sombra del cambio acechaba a un grupo que parecía no poder alcanzar su máximo potencial con esa confección de plantilla.

Unos ocho meses después, los de Ohio son el mejor equipo de la competición con el mismo grupo que el año pasado nadaba en un mar de dudas. Gracias al mérito de Kenny Atkinson y el lavado de cara que le ha dado al ataque. Pero también de los jugadores.

Darius Garland era quizás el más señalado después de dos temporadas de estancamiento al lado de Mitchell, con quien se decía no compaginaba. Demasiado poco balón para dos manejadores de ese calibre. El joven base sufrió desde el inicio de la campaña con problemas físicos y estando lejos de su peso ideal, llegando a registrar seis kilos menos de lo habitual en la báscula a lo largo del curso. Los rumores de salida no dejaban de apuntar a él y Jarret Allen.

Incertidumbre veraniega

Sin embargo, después de un final de eliminatoria catártico ante Orlando Magic, Mitchell demostró la fe ciega que tenía en su compañero de backcourt, y la refrendó con una charla de líder. «Él sabía que yo estaba muy descontento con la temporada por no tener la actuación que yo o él queríamos que tuviera. Simplemente nos sentamos a hablar y explicarnos las cosas», cuenta Garland en el podcast de Draymond Green.

«Este verano ha sido cuando realmente hemos fijado metas [..] ‘Esto es lo que necesitamos hacer para ganar. Para llegar a las finales de conferencia o a las finales’. Fue una conversación de adultos, quizás la primera que haya tenido desde que estoy en la liga», continúa el base. Lo cierto es que, aunque el relato NBA esté lleno de este tipo de intercambios, estos no son tan comunes como parecen. El día a día de la temporada todo lo engulle y encuentra pocos huecos para sentarse a hablar largo y tendido.

Más allá de los retoques tácticos, el suelo sobre el que pisan estos Cavs está en las acciones de su líder en forma y fondo. Mitchell podría haber puesto requisitos para su renovación y se los hubiesen concedido.

Sin ir más lejos, el apoderarse del balón y la línea exterior con la salida de Garland o prescindir de uno de los interiores estrella para alimentar el espaciado del equipo que a él tanto le conviene. No obstante decidió confiar en lo que ya estaba. No solo eso sino que ha dado un paso a un lado en lo deportivo para que sean Garland y Mobley quienes operen el ataque.

Detrás de la peor versión de Garland

Cuando la crítica llega, mira muy poco a los asteriscos. El año pasado Garland fue, a ojos del ente público, una de las decepciones individuales de la temporada. Obviando todo lo que había detrás de ese bajón. «Mucha gente dudó de mí. Pasé por muchas lesiones y problemas familiares. Pero sobre todo la lesión de mandíbula fue un infierno. Perdí seis kilos y comía con pajita. Literalmente buscaba cosas que poder licuar en mi casa para conseguir nutrientes. No he estado tan delgado desde el instituto», explica el base, que está viviendo este curso su temporada más eficiente en el mejor equipo de la lgga regular.

(Fotografía de portada de Ken Blaze-Imagn Images)