Es misionera, hace más de veinte años que se fue, pero se trajo un poco de su selva a Buenos Aires
Después de años de vivir y trabajar en Buenos Aires, Carolina Vairo sintió la necesidad de un cambio. Ahí empezó un recorrido que la llevó de vuelta a la naturaleza y cultura de Misiones
“Vivo en Buenos Aires hace 24 años, pero nací y me crié en Misiones”, cuenta Carolina Vairo, dueña y fundadora de Artisan. La provincia en la que nació, con sus selvas, su tierra roja y su cuenca del Río Paraná es una parte constitutiva de su identidad. Una parte que quedó un poco relegada en los años en los que estudió contabilidad y empezó su carrera en una multinacional, pero que volvió con fuerza un tiempo después y cobró forma en Artisain.
Misiones es parte de mi historia y mi ADN , todo lo que viví me quedo muy grabado... Mi casa a pasos del río, la calle de tierra colorada en la que jugábamos, los olores de la tierra y del rio.
Carolina Vairo, dueña de casa y fundadora de Artisain
El llamado de la tierra
Hija de una misionera y un porteño radicado en Misiones, la historia de Carolina es un poco la de tantos estudiantes que llegan a Buenos Aires a formarse y después terminan quedándose. “Me vine a estudiar, me recibí y empecé a trabajar, después conocí a mi marido y poco después tuvimos nuestra primera hija”, se acuerda.
Por aquel entonces, la vida familiar transcurría en un departamento en Recoleta en el que también nació también su segundo hijo. “Parte de mi búsqueda empezó justamente con la maternidad, que moviliza mucho. Yo los veía a los chicos criarse en un departamento y no podía evitar comparar su infancia con la mía”, reflexiona.
En el living todo es madera recuperada: del revestimiento de la chimenea de Zoila, a los tochos y mesa ratona de madera quemada hechos por artesanos de Artisan.
Como parte de esos cuestionamientos fue que resolvieron mudarse a Pilar, un lugar que les permetiría mantener sus trabajos pero estando en un entorno más verde. La otra resolución -de orden más personal- que hizo fue la de empezar a estudiar perfumería, una carrera que eventualmente la llevaría a dejar la contabilidad para crear Artisain, su marca de velas inspiradas en Misiones.
A medida
“El proyecto de la casa fue nuestro. Obviamente después buscamos un arquitecto, que fue quien la hizo, pero primero la pensamos y dibujamos todo nosotros”, asegura Carolina. En esas primeras conversaciones e ilusiones había una cocina amplia y luminosa: lo opuesto a lo que tenían en Recoleta.
“Mi marido es muy cocinero así que pidió específicamente que hubiera una isla central despejada, sin bacha ni anafes: solo una gran mesada en la que desplegarse”
Equipada con un comedor diario, la cocina es uno de los lugares en los que más tiempo pasan juntos. “Es donde comemos todos los días y compartimos tiempo nosotros cuatro: la cocina y el jardín son los espacios de reunión”, reflexiona.
Exterior protagonista
“Lo que priorizamos cuando empezamos a ver terrenos era el verde que tuviera. Cada uno mira cosas distintas: para nosotros lo más importante era que tuviera árboles”, confiesa Carolina.
El terreno tenía un buen fondo en el que ubicaron la pileta y un quincho con parrilla y un comedor en la que suelen recibir amigos. “Logramos armar un gran espacio fuera de la casa que te invita a vivir más el afuera”.
“Casi no compré plantas, solo algunas cosas que eran difíciles de trasladar. El resto me lo fui trayendo de mis viajes a Misiones, en gajos e hijos que me daban allá”
Sobre la base de árboles que ya había Carolina trabajó para lograr lo que ella se había imaginado: una fracción de su selva misionera en el Gran Buenos Aires.
“El jardín lo hicimos de cero, fue un trabajo que disfrutamos mucho al que seguimos dedicándole tiempo todos los días. Para que las plantas estén bien uno necesita observarlas, ver qué lugar les gusta, regarlas, podarlas...”
Naturaleza puertas adentro
En el cuarto de su hija Carolina se animó a un mural de flores que marcó la paleta en la que los detalles en rosa apagado se combinan con gris, beige, madera y caqui.
Los colores de la tierra
“En general yo me inclino más por la paleta de los marrones y tierra que el blanco y el beige”, confiesa Carolina.
Para su cuarto sin embargo, eligió una base blanca que solo se rompe con mesas de luz, tochos y percheros de madera y unos almohadones en pana verde.