El nuevo terror weird tiene nombre propio
Gwendolyn Kiste, autora ganadora del Premio Bram Stoker con su novela Las doncellas de óxido. Me gusta llegar tarde a las fiestas. Así te ... The post El nuevo terror weird tiene nombre propio appeared first on La piedra de Sísifo.
Gwendolyn Kiste, autora ganadora del Premio Bram Stoker con su novela Las doncellas de óxido.
Me gusta llegar tarde a las fiestas. Así te enteras de si ha sido buena, o no, y sabes a qué atenerte. En este caso la fiesta es Gwendolyn Kiste y su novela Las doncellas de óxido, a la que llego un par de años tarde, pero de la que me voy encantado. Dilatando Mentes se encargó de engancharme a esta maravillosa autora estadounidense, ganadora del premio Bram Stoker, a través de Y su sonrisa desligará el universo, quizás la mejor antología de terror que he leído nunca. Y continúo descubriendo a una escritora a la que no me canso de recomendar: terminaré con un cartel en mitad de la calle proclamando que todo el mundo la lea. Si no, al tiempo.
Las doncellas de óxido viene precedida por el notable premio de terror, por recomendaciones de propios y ajenos y por ser la carta de presentación de una autora que, en mi caso, ha comenzado destacando por el género del cuento de terror. Algo notable, pues grandes escritores y escritoras luego son incapaces de escribir un buen cuento, un género al que ya no se presta la suficiente atención. En el caso del terror con menos sentido todavía, pues se presta tanto al género breve que uno se pregunta qué sentido tienen las novelas de terror a estas alturas. Pues bien, si el siglo XXI consigue quitarse de encima la sombra de Stephen King (y ahora no vamos a discutir si es el mejor autor de terror o no, todos sabemos que lo es) será gracias a unos pocos. Y citaré solo a mis dos favoritos: Grady Hendrix y Gwendolyn Kiste. El caso es que Las doncellas de óxido tiene estructura de cuento: un pueblo, una joven que regresa y recuerda cómo todas las chicas de la calle Denton se convirtieron en seres hechas de óxido y podredumbre. Y a partir de aquí la narración se toma todo con calma para construir al grupo protagonista. El misterio de lo que sucede no busca enganchar al lector; Kiste no trata de tenernos pasando páginas para descubrir qué o cómo se va a solucionar. Lo que la autora busca es otra cosa, lo mismo que hiciera en sus cuentos: sobrecoger a medida que se deslumbra. Ojo, que esto me parece soberbio. El estilo es tan elegante y las escenas funcionan con tanta precisión, que se conjuran a una vez dos sensaciones contrarias: el horror y el sentido de la maravilla. Esta es la esencia del nuevo terror, de la narración weird que otras veces hemos visto en Jeff VanderMeer o similares. Gwendolyn Kiste toma el punto de partida de un cuento de body horror (la transmutación de la carne) y compone con una ello un vodevil de pueblo pequeño, infierno grande a lo Grace Metalius. Ni siquiera se preocupa de esconderle al lector lo que realmente está sucediendo: todos los elementos están ahí mismo para que cada cual se horrorice con lo que quiera. Y, tal y como sucede con los más grandes, consigue perturbar con las escenas más aparentemente inocuas. Sin ánimo de estropear a nadie a la trama, en mi caso la escena que me hizo parar de leer y respirar involucra únicamente a una mujer queriendo sostener en brazos a su hija. No busquen, no hay más: no hay gore, no hay giro espectacular. La escena es solo eso. Solo, y tanto. Se acaba el capítulo con un nudo.
Como primera novela, Las doncellas de óxido logra un extrañamiento muy acorde a lo que uno esperaría del terror: lo sublime, lo terrible, unos personajes trágicos, casi de cuento gótico, y un final que, citando a Easton Ellis, no es una salida. Ahora bien, también se recrea en exceso en un ritmo calmado que le sienta mucho mejor al cuento que la novela, por eso creo que la autora destaca más con el libro antes mencionado. Una gran primera novela, muy lejos de lo que muchos querríamos haber logrado con una primera obra (a nivel de pura literatura, a nivel de ventas nadie sabe).
Gwendolyn Kiste es sublime. De verdad, es una autora que me tiene fascinado. Los que amamos leer terror casi siempre nos encontramos con cada porquería que para nosotros se queda, y las docenas (o incluso cientos) de etiquetas de “hemos encontrado al nuevo Stephen King” ya empiezan a sonar a chiste. Kiste no es la nueva Stephen King, no le hace falta: es una autora con voz propia, lo que me parece mucho más fascinante. Las doncellas de óxido es un muy merecido premio Stoker, pero más importante aún, supone una carta de presentación incontestable para una autora fascinante. En mi estantería está ya colocada su obra más reciente en castellano, Todas y cada una de las chicas de la curva, esperando a que me adentre una vez más en los extraños mundos de Gwendolyne Kiste.
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