El hombre obsoleto y la revolución de la razón
“¡No tengas nada y serás feliz!”. Moderno precepto del Nuevo Orden para obtener la felicidad en la Era de la pos-verdad. Fuera preocupaciones. Dediquémonos a utilizar los bienes puestos a nuestra disposición, previo pago -naturalmente- de...
“¡No tengas nada y serás feliz!”. Moderno precepto del Nuevo Orden para obtener la felicidad en la Era de la pos-verdad. Fuera preocupaciones. Dediquémonos a utilizar los bienes puestos a nuestra disposición, previo pago -naturalmente- de peaje. Otros, unos pocos, se ocuparán de tener.
Pintaba bien. No necesitaríamos poseer propiedades, se las alquilaríamos; dinero en nuestro poder, sería un mero apunte digital en la base de datos de sus bancos y en nuestro móvil; empresa, seríamos sus franquiciados; soportes físicos de memoria, porque nuestros datos estarían en su nube; … Y, en cuanto a lo inmaterial, tampoco sería necesario. Desprestigiada, por anticuada, la idea de la memoria como una facultad reina de la persona, ¿para qué aprender y memorizar, si tengo todo el saber al alcance de un dedo con solo pulsar un botón? ¿Para qué romperse la cabeza discurriendo, si la Inteligencia Artificial te resuelve al momento cualquier reto? ¿Para qué perder tiempo buscando información y juicios de situación, si los ofrecen ya elaborados y de fácil digestión? ¿Por qué inquietarse en adquirir criterios y valores que hacen medrar, si basta con aceptar como correcto lo que nos han de mostrar? ¿Ocupar espacio en la mente con esas distracciones? ¡Dedícala a lo virtual!. Es el futuro. Nos lo han traído, aquí está ya. ¡A disfrutar!.
Esta concepción ha ido calando, no solo en la población joven, y gracias de modo especial a los sicarios de los Medios de Comunicación. Cuyo apelativo no parece exagerado, toda vez que contribuyen eficazmente a eliminar de la persona lo realmente humano, convirtiéndola en artificial. Refuerzan así a las élites que la gente no ha elegido, y que detentan el poder real de hacer y deshacer.
Siendo que la auténtica felicidad del ser humano está conocer y amar, si el amor humano se prostituye y la facultad para conocer es denostada, ¿qué le queda para ser feliz de verdad? ¿El efecto placebo del sucedáneo virtual?
Regular la IA se hace necesario, pero más prioritario es devolver el camino de la dignidad al ser humano, para que ocupe el lugar que le corresponde: el primero del orden creado.
En este contexto occidental, surge una reacción: “la revolución de la razón”, cuyo impulso principal se atribuye al nuevo presidente norteamericano.
Es razonable, y loable, pretender para su nación el primer puesto. No tardaremos en ver si la búsqueda de ese lugar se hace sin importar el precio, justificando cualquier medio para ese fin, aunque sea a costa de aplastar a las personas; si se persigue para lograr el mayor grado de civilización o, por contra, la primacía del dólar exclusivamente.
Esperemos que ese esfuerzo sea sincero para que merezca la aprobación del Creador y no su reprobación.
No hay razón para todo lo que aparenta razonable. La historia nos alecciona sobre ello sobradamente. La razón humana, afecta a un software de libertad, posee la capacidad de transgredirse a sí misma, y no por error, sino por propia decisión.
¿Podrá la IA hacer lo mismo?
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