Pensar es peligroso. Por eso existen los argumentarios políticos. Los partidos (todos ellos, sin excepción) acuñan lemas pegadizos para que los suyos –los jefes y los indios– reaccionen a los estímulos sin tener que llegar a conclusiones propias. Ese ejercicio de libertad acabaría con la uniformidad de los rebaños. Así que unos cuantos cabeza de huevo elaboran cada mañana un guión ideológico y luego lo difunden en grupos de WhatsApp para que la tropa lo memorice y lo ponga en circulación sin pérdida de tiempo. Mi trabajo en la radio me obliga a escuchar todos los días la misma cantinela interpretada por distintos artistas. Y como de lo que se trata no es de pensar, sino de emular a los...
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