Derogar el sanchismo en un día, como Trump
Nada más llegar al Capitolio el nuevo presidente de los Estados Unidos hizo colocar un escritorio en el escenario del estadio donde tomó posesión de su cargo, para que los asistentes al acto fueran testigos de la firma de sus primeros decretos. Unas horas más tarde, cuando no llevaba ni dos minutos en la Casa … Continuar leyendo "Derogar el sanchismo en un día, como Trump"
Nada más llegar al Capitolio el nuevo presidente de los Estados Unidos hizo colocar un escritorio en el escenario del estadio donde tomó posesión de su cargo, para que los asistentes al acto fueran testigos de la firma de sus primeros decretos. Unas horas más tarde, cuando no llevaba ni dos minutos en la Casa Blanca, dejó entrar a un reducido grupo de periodistas en el Ala Oeste de la Casa Blanca para responder a sus preguntas mientras continuaba firmando decretos sentado en el Despacho Oval. Lo primero que hizo fue derogar 78 órdenes ejecutivas emitidas por Joe Biden y detuvo a las agencias federales para que no puedan emitir nuevas normas sin su consentimiento. Congeló la contratación de funcionarios, a los que también prohibió el teletrabajo que llevaban a cabo desde la pandemia del coronavirus. Retiró a EEUU del Acuerdo de París sobre emisiones, restauró la libertad de expresión y puso fin a la persecución de adversarios políticos.
Tenía mucho trabajo Trump porque, desde el primer día, quería que los estadounidenses supieran que el sentido común había vuelto al Gobierno de su país y la era woke ha llegado a su fin. Proclamó una emergencia nacional para poner fin a la descontrolada inmigración ilegal. Asignó a los cárteles de la droga la calificación de «terroristas globales», lo que permitirá endurecer su persecución y aumentará las sanciones. Proclamó que «a partir de hoy, la política oficial del Gobierno de Estados Unidos será que solo hay dos géneros, masculino y femenino», protegiendo a la sociedad contra la ideología radical de género. Desbloqueó sus atribuciones para conceder permisos para oleoductos y centrales eléctricas, poniendo fin a la fiebre ecologista de las energías y el consumo verde. Y así hasta un total de casi 100 órdenes ejecutivas que ha prometido firmar en sus primeras horas como presidente.
Los españoles debemos exigir a la oposición que empiecen ya a trabajar para que aquí podamos hacer exactamente lo mismo el día que Pedro Sánchez sea desalojado de la Moncloa, a diferencia de lo que Mariano Rajoy hizo cuando a finales de 2011 consiguió suceder a Rodríguez Zapatero con mayoría absoluta del Partido Popular. En aquella ocasión, con la mala excusa de la crisis económica, los populares se tragaron toda la legislación ideológica de la izquierda, con la que siguieron gobernando durante seis años y medio sin ni siquiera cumplir varias de sus promesas electorales, como la reforma de la Ley del Aborto. Eso no puede volver a ocurrir, porque si ya fue mala la situación en la que nos dejaron las reformas legislativas introducidas por Zapatero, la situación a la que nos ha llevado Pedro Sánchez exige que, como Trump, su sucesor en el Gobierno de España lo derogue todo el primer día.
PP y Vox deben tener preparados los decretos con los que se deroguen absolutamente todo lo legislado por Sánchez y Zapatero, en coalición con comunistas, golpistas y proetarras. Empezando por las leyes que atentan gravemente contra la vida, como la de la eutanasia y la del aborto, siguiendo por las ideológicas leyes del sólo sí es sí, la ley trans, la animalista ley de bienestar animal y la de memoria democrática pactada con Bildu. Hay que echarlo abajo absolutamente todo para empezar de nuevo. Hay que derogar la reforma socialista de la Educación y la del Código Penal pactada con los golpistas para eliminar el delito de sedición y malbaratar la malversación. Deshacer todas las reformas laborales, abolir las subidas de impuestos, derogar la legislación contra las viviendas que ha destrozado el mercado inmobiliario. Cesar al fiscal general del Estado, despolitizar el CGPJ y demoler el Tribunal Constitucional, sólo para empezar. Feijóo y Abascal deben tener preparados todos los decretos para que, igual que ha hecho Donald Trump, desde el primer día no quede ni el recuerdo de Pedro Sánchez.
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