Si el Ford Capri eléctrico te parece raro es porque no recuerdas que un día llevó un motor de moto. Sí, un motor V4
2.- Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida La nostalgia ha llegado para quedarse en el mercado del automóvil. Tiene mucho sentido, si lo pensamos fríamente. Estamos ante un momento histórico en la industria del automóvil. Los cambios regulatorios y una nueva tecnología que parece haber encarecido el precio medio de un coche para quitarle algunas capacidades ha hecho que muchos se sientan expulsados de esta "nueva movilidad". La nostalgia aplicada al mercado del automóvil no es más que la redundancia de una constante de nuestra sociedad, animada a recordarnos constantemente que todo lo pasado fue mejor. Y no tiene por qué ser exactamente así pero los fabricantes han decidido entrar al juego. Si el comprador más habitual de un coche nuevo supera los 45 años y lo vivido entre los 15 y los 25 años lo consideramos como la mejor época de nuestra vida... Solo hay que restar. Por eso Renault ha resucitado al Renault 5, que dejó de fabricarse hace 40 años y fue parte esencial de la infancia de esos compradores que ya están bien entrados en los cuarenta. Los mismos compradores que tienen el poder adquisitivo para hacerse con esos coches. Le seguirá el Renault 4 y el Twingo. Se trata de atraer al mercado del coche eléctrico a un público que necesita de estímulos y alicientes que apelen a sus sentimientos. Ford optó por una estrategia un poco más arriesgada: utilizar nombres míticos. Lo hizo con el Ford Mustang, al que le ha salido un hermano eléctrico. Y lo ha hecho con el Ford Capri. Un coche que fue un icono de los 70 y gran parte de los 80. Resta, de nuevo, y comprueba a quiénes va dirigido un coche eléctrico llamado Ford Capri. Renault ha optado por modelos populares pero Ford ha elegido el camino de resucitar nombres que tienen un espacio de honor en el imaginario colectivo de los amantes del automóvil. Y, con ello, han conseguido que los defensores más acérrimos se les echen encima pero también han conseguido llegar a públicos a los que les costaría más dinero llegar con mayores inversiones en marketing. Un ejemplo de esa memoria selectiva y de entender que el pasado era mejor por el simple hecho de que así lo recordamos es el caso del Ford Capri. Sí, ha resucitado como coche eléctrico pero en su día también llegó a montar un motor inesperado, raro y que desde luego no asociamos a los muscle cars americanos. Un motor de moto en un coche mítico Esa imagen generalizada que tenemos de "coche americano" del Ford Capri no es tal en realidad y en parte está distorsionada por el recuerdo. El coche nació como una versión europea del Ford Mustang. Eso obligaba a hacer un coche más pequeño, con motores también más pequeños y, sobre todo, menos gastones. Eso llevó a Ford a optar por una solución curiosa con el lanzamiento a finales de la década de los 60: montarle un motor V4. La intención de Ford era hacer del Capri un coche que pudieran comprar los jóvenes europeos, que no fuera caro y que ofreciera una alternativa barata y deportiva a los clásicos coupés germanos. El buen funcionamiento del Mustang en Estados Unidos les convenció de que podían conseguir un resultado similar en Europa. Con esa premisa, se trataba de reciclar al máximo todos los componentes posibles para evitar que el desarrollo se fuera de precio. Con esa premisa, Ford sacó a relucir un motor V4. Un concepto muy poco utilizado en el mercado del automóvil porque obliga a desarrollar un propulsor con dos culatas, dos colectores de escape y dos trenes de válvulas. Eso es mucho más complicado que un motor de cuatro cilindros en línea. En Xataka Ford inventó el sistema de producción del coche barato. Hoy admite que ya no es rentable fabricarlos A cambio, se consigue un propulsor con un sonido muy característico y unas dimensiones muy contenidas. A lo ancho puede ser un problema si el coche es muy estrecho pero es una opción mucho más compacta que sus hermanos mayores. Además, la entrega de potencia era más suave que con un cuatro cilindros en línea, aunque no llega al refinamiento de un V6 o un V8. Ese tamaño compacto es perfecto para una motocicleta de alto rendimiento. Su potencia puede irse por encima de los 100 CV con facilidad y adentrados en este terreno, la configuración es ideal para motocicletas de altas prestaciones. En un coche, donde el peso es mucho mayor, esta ventaja queda muy eclipsada. El motor V4 de Ford ya lo conocíamos en Europa. La compañía lo puso al servicio del Ford Taunus y fue proveedor de Saab. También Lancia con el Fulvia había intentado sin éxito hacer del motor V4 una alternativa a los cuatro cilindross en línea. Pese a su mejor comportamiento, los altos costes de desarrollo y producción terminaron de matar a un propulsor que volveríamos a ver en el Porsche 919 Hybrid de Le Mans. Pero esa es otra historia. Foto | Ford En Xataka | Ford ideó un coche movido por energía nuclear en 196
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2.- Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida
La nostalgia ha llegado para quedarse en el mercado del automóvil. Tiene mucho sentido, si lo pensamos fríamente. Estamos ante un momento histórico en la industria del automóvil. Los cambios regulatorios y una nueva tecnología que parece haber encarecido el precio medio de un coche para quitarle algunas capacidades ha hecho que muchos se sientan expulsados de esta "nueva movilidad".
La nostalgia aplicada al mercado del automóvil no es más que la redundancia de una constante de nuestra sociedad, animada a recordarnos constantemente que todo lo pasado fue mejor. Y no tiene por qué ser exactamente así pero los fabricantes han decidido entrar al juego. Si el comprador más habitual de un coche nuevo supera los 45 años y lo vivido entre los 15 y los 25 años lo consideramos como la mejor época de nuestra vida...
Solo hay que restar.
Por eso Renault ha resucitado al Renault 5, que dejó de fabricarse hace 40 años y fue parte esencial de la infancia de esos compradores que ya están bien entrados en los cuarenta. Los mismos compradores que tienen el poder adquisitivo para hacerse con esos coches. Le seguirá el Renault 4 y el Twingo.
Se trata de atraer al mercado del coche eléctrico a un público que necesita de estímulos y alicientes que apelen a sus sentimientos. Ford optó por una estrategia un poco más arriesgada: utilizar nombres míticos. Lo hizo con el Ford Mustang, al que le ha salido un hermano eléctrico.
Y lo ha hecho con el Ford Capri. Un coche que fue un icono de los 70 y gran parte de los 80. Resta, de nuevo, y comprueba a quiénes va dirigido un coche eléctrico llamado Ford Capri.
Renault ha optado por modelos populares pero Ford ha elegido el camino de resucitar nombres que tienen un espacio de honor en el imaginario colectivo de los amantes del automóvil. Y, con ello, han conseguido que los defensores más acérrimos se les echen encima pero también han conseguido llegar a públicos a los que les costaría más dinero llegar con mayores inversiones en marketing.
Un ejemplo de esa memoria selectiva y de entender que el pasado era mejor por el simple hecho de que así lo recordamos es el caso del Ford Capri. Sí, ha resucitado como coche eléctrico pero en su día también llegó a montar un motor inesperado, raro y que desde luego no asociamos a los muscle cars americanos.
Un motor de moto en un coche mítico
Esa imagen generalizada que tenemos de "coche americano" del Ford Capri no es tal en realidad y en parte está distorsionada por el recuerdo. El coche nació como una versión europea del Ford Mustang. Eso obligaba a hacer un coche más pequeño, con motores también más pequeños y, sobre todo, menos gastones.
Eso llevó a Ford a optar por una solución curiosa con el lanzamiento a finales de la década de los 60: montarle un motor V4.
La intención de Ford era hacer del Capri un coche que pudieran comprar los jóvenes europeos, que no fuera caro y que ofreciera una alternativa barata y deportiva a los clásicos coupés germanos. El buen funcionamiento del Mustang en Estados Unidos les convenció de que podían conseguir un resultado similar en Europa. Con esa premisa, se trataba de reciclar al máximo todos los componentes posibles para evitar que el desarrollo se fuera de precio.
Con esa premisa, Ford sacó a relucir un motor V4. Un concepto muy poco utilizado en el mercado del automóvil porque obliga a desarrollar un propulsor con dos culatas, dos colectores de escape y dos trenes de válvulas. Eso es mucho más complicado que un motor de cuatro cilindros en línea.
A cambio, se consigue un propulsor con un sonido muy característico y unas dimensiones muy contenidas. A lo ancho puede ser un problema si el coche es muy estrecho pero es una opción mucho más compacta que sus hermanos mayores. Además, la entrega de potencia era más suave que con un cuatro cilindros en línea, aunque no llega al refinamiento de un V6 o un V8.
Ese tamaño compacto es perfecto para una motocicleta de alto rendimiento. Su potencia puede irse por encima de los 100 CV con facilidad y adentrados en este terreno, la configuración es ideal para motocicletas de altas prestaciones. En un coche, donde el peso es mucho mayor, esta ventaja queda muy eclipsada.
El motor V4 de Ford ya lo conocíamos en Europa. La compañía lo puso al servicio del Ford Taunus y fue proveedor de Saab. También Lancia con el Fulvia había intentado sin éxito hacer del motor V4 una alternativa a los cuatro cilindross en línea. Pese a su mejor comportamiento, los altos costes de desarrollo y producción terminaron de matar a un propulsor que volveríamos a ver en el Porsche 919 Hybrid de Le Mans.
Pero esa es otra historia.
Foto | Ford
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La noticia
Si el Ford Capri eléctrico te parece raro es porque no recuerdas que un día llevó un motor de moto. Sí, un motor V4
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alberto de la Torre
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