La mejor técnica de motivación en la empresa es la «haztitud»
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La mejor técnica de motivación en la empresa es la «haztitud»
¿Cuál es la mejor técnica de motivación?
Los directivos y los profesionales de recursos humanos siempre están especialmente motivados por conocer y aplicar “nuevas” técnicas para aumentar la motivación en la empresa de sus trabajadores y equipos.
Y, por supuesto, también a cualquier profesional le gustaría conocer el «secreto» de la motivación para el desempeño en su empresa, negocio o actividad; para la mejora y desarrollo de su carrera; y para la reinvención profesional y búsqueda de oportunidad, si es lo que hace falta.
La motivación ni se tiene ni se trae, es un resultado.
Desde el punto de vista de la psicología basada en la evidencia, la motivación de un profesional (en una empresa) no es una “causa” sino un resultado o consecuencia de su interacción con la cultura, los contextos, incentivos y métodos de la organización y sus equipos.
Si quieres motivar mejora las condiciones.
Que una persona esté “motivada” significa que actúa, trabaja y se relaciona de forma adecuada para los objetivos e intereses propios y de la organización. Y esa motivación depende en gran parte de cómo la empresa ha adaptado las condiciones de trabajo a las condiciones de cada uno de sus profesionales y equipos.
Motivar no es emocionar.
Es un error habitual confundir él ánimo (emociones) con la motivación real (conducta). La motivación respecto a la consecución de un objetivo o la realización de una actividad, no se mide por lo que se siente o por lo que se dice que se va a hacer, se mide por lo que se hace.
En resumen, y como suelo repetir, en la vida profesional y en la empresa motivar no es dar ánimos, motivar es dar motivos. Y “dar motivos” implica organizar las condiciones en la vida profesional y en la empresa para propiciar y facilitar que las personas y los profesionales se comporten de forma adecuada o eficaz para cumplir los objetivos que se han propuesto y para trabajar como se ha decidido.
Motivación es lo que haces.
Parece una obviedad pero hay que recordar que el indicador más fiable y válido para conocer la motivación de un profesional respecto a una temática, un objetivo o una tarea es la dedicación y esfuerzo que invierte en ellas, siempre en función de sus competencias y de los recursos disponibles.
“Pero déjate de teorías y cuéntanos una técnica de motivación”.
Esta es una solicitud que me hacen mucho porque todos queremos recetas aplicables. Pero es muy difícil de responder porque ya habéis visto que “esto de la motivación” no es tan sencillo ni tan directo como nos habían contado.
En todo caso, si tengo que elegir una sola “estrategia psicológica” para aumentar la motivación” en la empresa o en tu carrera, seguiría el consejo “técnico” que me daba mi madre cuando me mostraba renuente a hacer mis deberes caseros.
—Niño, vete a la tienda y me traes lo que le encargué ayer.
—Mamá, es que no tenga ganas.
—Pues niño, ¡hazlo sin ganas!
Mi madre fue una gran psicóloga conductual, sin saberlo, ¿a que sí? :)
La mejor técnica de motivación en la empresa y en la carrera es la haztitud.
Te sientas como te sientas y pienses lo que pienses, haz lo que debes, cumple con tus tareas y sigue tus planes.
Y para conseguirlo tenemos que organizar bien nuestra empresa y nuestra vida profesional para propiciar la iniciativa para mejorar las cosas frente a la pasividad que supone esperar que mejoren.
Os voy a contar mucho más sobre esta técnica pero antes tengo que hacer pausa publicitaria para deciros que mi libro Superprofesional ha llegado a su ¡quinta edición!, en gran parte debido a que Risto Mejide me hizo el prólogo más breve de la historia. ;)
Puedes conseguir el libro en Amazon España y también en Amazon internacional si estás en otro país.
Mi intención fue elaborar un libro “con humor y con rigor” (como en mis conferencias de empresa) y con propuestas aplicables para ayudar a aumentar la motivación en la empresa y en los equipos, y también para el desarrollo de la carrera o la reinvención profesional.
Pero volvamos al tema. ¿Qué os estaba contando? Ah, sí, que la mejor actitud es la haztitud.
La mejor actitud es la «haztitud»
La mejor actitud es hacer.
El autobús urbano recorre la ciudad desierta a toda velocidad durante un puente festivo. El conductor va de parada en parada como un loco, con acelerones y frenazos que a punto están de tirar al suelo a algún viajero. Una viejecita, al disponerse a bajar en su parada, le espeta: “¿Adónde piensa usted llegar en la vida con esta actitud?”
Motivación no es lo que harías sino lo que haces. Y motivación tampoco es “cambiar de actitud”.
¿Por qué tendemos a hablar de actitudes en lugar de comportamientos?
Cuando la viejecita critica la actitud del conductor en realidad critica su conducta o forma concreta de conducir.
Según el diccionario de la RAE, la actitud es la “disposición de ánimo manifestada de algún modo”, lo que parece querer decir que es el ánimo o un factor que “tenemos DENTRO” el causante de que nos comportemos de una u otra forma.
Esa explicación del origen del comportamiento atribuyéndolo a una “actitud interna” es muy negativa porque tiende a etiquetar y a decir que las personas SON en general, en lugar de las personas HACEN en determinas contextos. Decirle a alguien que tiene una mala actitud sería similar a calificarlo en general como imprudente (por ejemplo, el conductor del bus), poco trabajador, poco motivado, etc. dependiendo de la situación de que se trate.
Si quieres aumentar la motivación de un comportamiento en un contexto determinado, no intentes “cambiar la actitud”, simplemente cambia el comportamiento.
Julián siempre se muestra crítico con las propuestas de los compañeros, sin proponérselo, casi de forma automática. Incluso en las reuniones de “lluvia de ideas” no puede evitar cuestionar las alternativas que aportan sus compañeros a pesar de que sabe que un brainstorming quiere potenciar la creatividad y que todo vale, que no hay ideas buenas o malas y que la crítica está ‘prohibida’.
Es un gran profesional con mucha y variada experiencia pero se ha granjeado una imagen de prepotente y poco colaborador, a pesar de que no lo vea así:
—La intención de mis comentarios no es ofender ni infravalorar a nadie, lo que pretendo es mejorar las propuestas y los proyectos, ¿no se trata de eso?
Cuando su supervisor le insta a que “cambie su actitud” en realidad le está pidiendo que cambie su comportamiento, es decir, que reciba las propuestas de sus compañeros como ideas posibles, no como argumentos a refutar.
¿Qué puede HACER Julián antes, durante y tras las reuniones para generar un cambio positivo en las reuniones de equipo?
Julián podría simplemente plantearse hablar el último una vez anotadas todas las sugerencias de los compañeros. Hacer esto tras cada reunión hará que sus compañeros le perciban como un profesional más colaborador y agradable.
Pensarán que “ha mejorado su actitud” pero en realidad lo que ha cambiado, como no puede ser de otra forma, es su comportamiento.
Como vemos, el concepto “actitud” es confuso y poco explicativo, porque cuando se dice de alguien que tiene buena actitud simplemente lo que se afirma es que se está comportando adecuuadamente.
Por ejemplo, cuando se quiere crear ‘actitudes emprendedoras’ lo que realmente se propone es aumentar los comportamientos relacionados con el emprendimiento.
Y para ello, algunas acciones concretas podrían ser acudir a eventos de emprendedores, seguir blogs de emprendedores y tomar a emprendedores como modelo profesional.
En otro escenario, si el objetivo es potenciar una actitud de iniciativa, por ejemplo, en los estudiantes en el aula, es importante propiciar comportamientos que fomenten la participación, por ejemplo, mediante retos y tareas más motivadoras y facilitando el acceso a la información y el contacto ágil con los profesores de forma convencional y online.
En resumen, si quieres mejorar las “actitudes” en tu empresa, de tu equipo o de ti mismo, tienes que organizar los contextos y organizarte para conseguir o hacer más probable que ocurran los comportamientos que quieres.
Si un profesional ya está mostrando la “actitud adecuada” descríbesela en términos de comportamientos para que pueda reconocerlos y potenciarlos.
Cuando el jefe Peláez le dice al empleado Fernández “no me gusta su actitud, no se está tomando las cosas en serio ni se esfuerza lo suficiente”, le traslada un crítica pero no una propuesta con indicaciones de mejora.
Estas generalidades conseguirán desanimar al trabajador pero no mejorarán su comportamiento. Será más efectivo si Peláez le comunica su sugerencia de esta otra forma:
—Cuando llegas al trabajo no te pones inmediatamente con las tareas previstas y eso retrasa al equipo. ¿Qué te parece si revisaras tus asignaciones en la intranet en cuanto llegues a a la oficina a las 9am y las gestionaras antes de las 9.30am? Ya verás como este pequeño cambio aumentaría la productividad gracias a ti.
Describir comportamientos evita malentendidos y es más efectivo para cambiarlos o propiciarlos. También podemos aplicarlo con nosotros mismos: no te culpes o te critiques por “SER como eres”, ponte como objetivo HACER aquello que te ayuda a avanzar y a sentirte bien en lugar de lamentarte por tu actitud o tu personalidad.
En lugar de pedirnos y pedir a los demás que mejoren su actitud, diles qué tienen que hacer para mejorar.
Cinco reglas psicológicas para mejorar la motivación con «haztitud».
1 ¿Emociones? El mejor pensamiento positivo es el comportamiento positivo
Motivación no es tener ánimos, es tener motivos y no tiene nada que ver con las emociones.
Ser positivo tiene más que ver con ‘comportarse positivamente’ que con limitarse a ‘pensar bien’.
Si no dejas que tus emociones malogren tus planes, tus planes mejorarán tus emociones.
Cuando no tienes ganas de salir, salir te genera las ganas.
En ocasiones no sentimos ganas de quedar con amigos, pensamos que no sería buena idea ir a cenar fuera o pasarnos la noche de copas y bailoteo. Seguro que te ha pasado.
Te da pereza ducharte y vestirte para la ocasión, pensar que tienes que coger el coche y aparcar o tomar el transporte público. Con lo a gustito que se está en casita el sábado por la noche tomando una pizza viendo la tele.
Además, empiezas a imaginar que no te lo vas a pasar bien, que no te apetece nada entrar en bares y pubs a tope de gente y ruido, ni querrías volver a casa tarde para luego tener que dedicar el domingo recuperándote.
¿Este cuadro te resulta familiar? Pero a pesar de esos pensamientos y sensaciones negativos, ¿qué suele ocurrir cuando sales? Efectivamente, generalmente logras pasarlo bien, comer, charlar, divertirte, conocer gente y sitios nuevos.
No esperes a “sentirte positivo” para actuar, actúa para sentirte positivo.
No hay que estar bien para actuar bien.
Las cosas pueden hacerse o no independientemente de lo que se piense o se sienta.
El optimismo entendido como emoción recomienda creer que las cosas irán bien para conseguir ‘sentirse bien’ y así poder hacerlas bien.
Nuestra cultura occidental nos transmite la idea errónea de que para actuar es condición necesaria tener un buen estado de ánimo, de que son los pensamientos los que conducen a la acción. Nos educan para actuar en función de emociones y creencias, para depender de ellas.
Pero las emociones influyen menos en nuestra vida de lo que pensamos. Podemos sentirnos mal y hacer nuestros “deberes” y, al contrario, sentirnos bien y desatender nuestras obligaciones.
No intentes controlar tus emociones o pensar en positivo, concéntrate en organizar mejor tu vida.
No puedes elegir cómo sentirte pero sí puedes elegir qué hacer para sentirte mejor.
2 Experimenta. No analices tanto, simplemente prueba
Muchas veces no puedes esperar a que la motivación llegue, porque muchas veces la motivación llegará después de que des el primer paso..
No hagas de la búsqueda de la perfección una excusa perfecta para no empezar.
Pregúntate: ¿Y si lo intento? ¿Y si empiezo a hacerlo?
Estas reflexiones funcionan como herramientas de impulso para la acción, motivan a probar opciones por insignificantes, inútiles, extrañas o improbables que a priori nos parezcan o les parezcan a otras personas.
Las preguntas posibilistas previenen que rechacemos de forma casi automática o demasiado pronto las opciones que se nos presentan o dejemos de considerar otras.
En el 80% de los casos, el éxito sólo consiste en “presentarse a la cita”, como dijo Woody Allen. Este humorismo nos pone en la pista de que a veces será suficiente con intentarlo para conseguir lo que pretendemos o para obtener información valiosa que nos ayude a tomar decisiones.
En síntesis, una estrategia profesional de experimentación consiste en probar en modo piloto, con un esfuerzo y una inversión mínimos y ver qué pasa. Y como las pruebas son baratas podríamos dirigirlas a diferentes opciones o direcciones hasta confirmar aquella a la que vamos a dedicar más recursos.
No analices tanto, simplemente prueba
Mucho veces sabemos lo que tenemos que hacer, lo que pasa es que no lo hacemos.
Pero incluso, cuando hay dudas, cuidado con el sobre análisis continuo e inconcluso, porque no decidirse es no tener que hacer nada más, algo más cómodo que probar y rectificar.
Recomendó Andrés Pérez @marcapersonal que en lugar de preguntar qué va a pasar pregúntate qué voy a hacer.
Avanza, en caso de duda, actúa y da el siguiente paso pequeño.
Cuando no sabes qué hay que hacer, empieza a caminar. ¿Cómo puedes pasar a la acción y avanzar?
Cuando quieras motivarte para empezar, elige una tarea suficientemente pequeña que no puedas no realizar. O un reto tan asequible que no puedas no conseguir.
Luther King alentaba a dar el primer paso “con fe”. La metáfora, más allá de su fondo religioso, nos muestra que no es neceesario ver la escalera completa para subir el primer escalón.
Ese pequeño avance nos dará un poco más de perspectiva y, lo más importante, creará una inercia inicial de subida.
El proyecto de empresa o de carrera más largo y difícil que hayas recorrido empezó con ese primer paso que desencadenó todo y que, tal vez, no fue fruto de una decisión especialmente meditada ni pensaste que fuese a tener tanto recorrido.
¿De dónde puedes sacar motivación cuando no la tienes? De los pasos pequeños, que no necesitan fuerza y llevan a los grandes.
Elige una tarea sencilla que no requiera esfuerzo y te ponga en movimiento con dirección a tu objetivo.
Si quieres empezar a hacer deporte pero nunca has hecho ejercicio, seguramente un buen primer paso sería dedicar un día a comprar ropa deportiva en un centro comercial.
El segundo, podrías darlo al día siguiente: enfundarte el chándal para ver la tele en el sofá.
¿O es que pensabas correr la Maratón de Nueva York de un día para otro?
Cuidado, porque tendemos a considerar imposibles los cambios, para pasar a minusvalorar los logros alcanzados, por pequeños que parezcan.
Dar estos dos primeros pasos, comprar y acostumbrarte a usar ropa de deporte, es un avance muy importante porque NUNCA lo has hecho. Tal vez el tercer día sea el adecuado para darte un paseo de 5 minutos por tu calle aprovechando que debes bajar la basura.
Proponte dedicar “solo 5 minutos”.
Cuanto no tengas ganas de hacer algo, decide dedicarle un tiempo tan corto que no puedas dejar de hacerlo.
Planifica. Hacer un plan pequeño también es dar un paso pequeño.
El mejor plan estratégico es “hacer cosas”. No te preocupes por ser mediocre al principio, preocúpate por avanzar.
Exigirse contar con un “gran plan” como condición previa para empezar puede ser un harakiri motivacional.
El general americano George Patton era reconocido por hacer avanzar a sus ejércitos por Europa a una gran velocidad. Al parecer declaró que un plan mediocre ejecutado enérgicamente es más eficaz que un plan perfecto ejecutado sin motivación.
Si quieres iniciar una estrategia profesional o de empresa usando las redes sociales pero no tienes formación o conocimientos relacionados, tal vez decidas esperar hasta haber recibido algún curso.
Pero, ¿y si empiezas buscando y analizando perfiles de Linkedin y cuentas de Instagram de organizaciones y profesionales competidores de los que aprender y a los que tal vez querrías parecerte?
Cuando no sabes que primer paso dar empieza por aprender de los mejores. Los tienes a todos accesibles en Internet. :)
3 Iniciativa. Hacer lleva a hacer más; no hacer lleva a hacer menos.
Se puede pasar a la acción sin motivación.
Actuar por iniciativa propia es uno de los mejores indicadores de motivación en la empresa y en la vida profesional.
Actuar solo por obligación o cumplimiento suele reflejar una motivación “negativa”, es decir, como forma de evitar malas consecuencias.
Si haces algo puede pasar algo; si no haces nada, pasará o no pero aprenderás poco.
Si dejas un coche aparcado en una calle, durante una o varias semanas posiblemente no le ocurrirá nada. Pero si ese vehículo tiene una ventana o un faro rotos ofrecerá una imagen de abandono y de falta de valor que hará más probable que lo desvalijen y le produzcan más desperfectos.
Es el famoso efecto de las ventanas rotas descrito por Phillip Cimbrado, profesor de psicología social de la Universidad de Stanford.
En su experimento comprobó que un coche sufre robos y deterioros a una mayor o menos velocidad más dependiendo del estado del coche que de la zona, barrio o ciudad en que se abandone.
Cuando no haces nada no solo no pasa nada positivo sino que tiende a pasar menos. Y este efecto también ocurre en la empresa y en la vida profesional.
Cuando menos te ocupas de tus profesionales y de tu carrera, más probable es que tu situación empeore, y tal vez más rápido de lo que crees.
No dejes aparcada en mal estado tu vida profesional. En caso de duda, mantente ocupado.
La dedicación es valiosa pero a veces también es necesaria la iniciativa.
Como pescador, podrías estar apostado diez horas diarias esperando a que piquen sin saber que río arriba muchos competidores podrían están diezmando tus oportunidades.
Está bien que estemos atentos a posibles oportunidades profesionales o de negocio, pero será más efectivo si además contactamos de forma proactiva con las empresas y con las personas que pueden proveerlas.
Los que esperan a que las cosas lleguen recibirán las abandonadas por los que salieron a buscarlas
4 Perspectiva. Mejor un comportamiento abierta que un comportamiento positiva.
La motivación intrínseca y la motivación extrínseca son la misma, lo que pasa es que no siempre somos conscientes de cómo llegamos a motivarnos en la vida personal y profesional.
Creer que hay soluciones es optimismo; buscar y probar soluciones es metodología.
Algunos de los pasos incluidos en un proceso de resolución de problemas incluyen la generación de alternativas o la visualización de opciones u oportunidades.
Cierta literatura psicológica describe este enfoque como ‘centrarse en las soluciones’ en lugar de hacerlo en los obstáculos o en los problemas. En este contexto, afirmar que un determinado problema ‘no tiene solución’ sería catalogado como pesimista o negativo, aunque esa opinión estuviera argumentada.
‘Always look on the bright side of life’ (siempre mira el lado positivo), el pegadizo y positivo estribillo de la película La vida de Brian (Monty Python, 1979), sería una técnica de visualización de los recursos disponibles y potenciales con los que contamos, incluso en situaciones extremas.
Pero tanto si sueles ‘mirar el lado bueno’ y crees que las cosas podrían ir bien, como si sueles enfocarte más en lo que puede fallar, lo realmente importante es lo que HACES no lo que pienses.
Siempre es mejor una actitud (comportamiento) abierta que una supuesta actitud (comportamiento) positiva.
Tener una actitud abierta implica buscar información, alternativas y soluciones.
Tener confianza o esperanza no son requisitos de una ‘actitud abierta’ porque se puede simplemente seguir trabajando en la solución del problema o en la persecución de un objetivo aunque no se tengan expectativas de éxito.
No hay que creer ni sentir que se va a ganar para poder luchar duramente por ganar. Una buena actitud no es aquella en la que tus pensamientos de logro ya te llevan a la acción. La verdadera ‘buena actitud’ no es creer que puedes e intentarlo, sino hacer lo que debes incluso cuando no confías en que vayas a poder.
La verdadera “actitud positiva” (abierta) no es obligarte a creer que puedes para intentar algo, es intentarlo incluso cuando no crees que se pueda.
5 Hábitos. No luches contra los hábitos, crea otros nuevos para sustituirlos
Los hábitos son el piloto automático de la vida profesional.
Una de las 8 píldoras de motivación para encontrar oportunidades dice: “Si quieres conseguir un objetivo, crea los hábitos que lo faciliten”.
La vida es un conjunto de hábitos y hay que recordar que nos definen personal y profesionalmente nuestros comportamientos cotidianos, no los excepcionales.
Sin ponernos demasiado psicológicos, podría decirse que un hábito es un conjunto de conductas con una determinada función que se ha consolidado por repetición en un determinado contexto y en unas similares condiciones motivacionales.
Los hábitos generados y mantenidos de forma natural en los contextos cotidianos son muy resistentes. Nuestros comportamientos más arraigados los hemos desarrollado de forma no planificada y no siempre consciente, en la empresa, en centros formativos, en el hogar y en las relaciones.
Pero los nuevos hábitos que queremos implantar tienen una dura competencia: nuestra vida cotidiana no les deja.
—Padre, ¿puedo fumar mientras estoy orando?
—Eso sería un sacrilegio a los ojos de Dios, hijo mío.
—Padre, y ¿puedo orar mientras fumo?
—Eso sería honrar al Altísimo.
Si quieres dejar de fumar, en lugar de pelearte diariamente contra esa adicción será mejor idea crear hábitos nuevos saludables que no estén relacionados con el tabaquismo, que compitan con ellos y los vayan restringiendo gradualmente.
En lugar de tomar medidas excepcionales contra tu hábito fumador, convierte en cotidianas las costumbres que hacen incompatible el tabaco o no le dejan espacio vital, como el deporte o las relaciones con personas y ambientes no fumadores.
Si quieres dedicar tiempo al inglés, no te prohíbas ver la tele, usa ese hábito audiovisual para impulsar el aprendizaje. Empieza a ver películas y series en versión original con subtítulos en español. Luego poco a poco introduce también los subtítulos en inglés.
Terminar lo que empiezas es el mejor motivador.
Intenta terminar lo que empiezas porque abandonar es un hábito difícil de abandonar.
Pon en marcha ahora sólo los cambios con posibilidades de éxito, y ponlos en marcha uno a uno.
Si siempre te ha costado mucho el aprendizaje de idiomas y llevas 10 años sin meterle mano, para “tomar impulso” tal vez deberías enfocarte en otros retos más asequibles. Los logros y avances en cada meta que te propongas te motivarán a afrontar las siguientes.
Si cada intento de cambio que emprendes acaba en abandono por la elección de un objetivo demasiado exigente o por abordar varios proyectos a la vez, cada vez te sentirás menos motivado y más desanimado para emprender los siguientes.
Elige implantar primero los cambios en tu empresa y en tu vida profesional que tengan mejores posibilidades de asentarse.
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