De vuelta a la acción y el problema de las películas de acción de Netflix

Seth Gordon, especializado con comedias (Cómo acabar con tu jefe) y capaz de proporcionar una factura solvente al margen de explotar la química cómica de ambos, escribe y dirige una película que se lo debe todo a las sagas James Bond y Misión Imposible. Modulando la violencia (suave) y los golpes de efecto (inexistentes), De vuelta a la acción se erige como un correcto pasatiempo familiar apto para el consumo de streaming, pero que —enlazando con lo del principio— parece ideado, diseñado y ejecutado por uno de esos mismos algoritmos destinados a la producción de contenido. El resultado es un film impersonal y previsible hasta la médula, aunque quizá algo mejor que algunas otras intentonas recientes en el género como El Sindicato o Plan de familia.

Cabe reflexionar, o no, sobre cómo el arquetipo de película de espías internacional va poco a poco ocupando el puesto de género más sobado del mundo del entretenimiento. Una vez la comedia romántica parece haber cedido el testigo por puro agotamiento (y a la espera, quizá, de un comeback como Dios manda) el cine de acción apenas se distrae con títulos artificiales donde la propia acción ocupa un lugar secundario. La de De vuelta a la acción oscila entre lo excesivo (el numerito del avión que abre el film) y lo válido (la persecución posterior en los suburbios), destacando siempre cuando el director Seth Gordon se decide por lo auténtico y físico y no por la pantalla azul.

Signo de los tiempos, en todo caso, que le ponen cada vez más difícil a este comentarista distinguir una comedia de acción de Netflix de otra. De vuelta a la acción no molesta pero tampoco encanta, y contiene algún chiste verdaderamente afortunado (ese en el que Cameron Díaz se declara perdida en medio de generaciones Z, X o Millennials). La química entre intérpretes no resulta especialmente brillante (el guion, simplemente, no da para ello) aunque sí fluida entre ambos, por lo visto amigos desde que coincidieron en la, esta vez sí, más brillante Un domingo cualquiera.

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